Será por el frío, sobre todo el que hace en casa, que pienso en Rusia. Nunca he estado allí. En algún momento un grupo de la Facultad de Economía, UNAM, organizó un viaje, antes de 1989. Yo había vivido en ciudades donde el frío se adueña de la vida en la calle, nunca de las viviendas. Seguramente me acuerdo del inicio de la novela El hombre que amaba a los perros (2009) del extraordinario escritor cubano Leonardo Padura, cuando León Trotsky, Leiv Davidovich y su mujer, Natalia Sedova, penan juntos el exilio impuesto por el terrible Stalin. Se encuentran en uno de los lugares más fríos de la URSS y Padura congela al lector con su descripción. Lean el libro , se harán un gran favor. Aquella vez lejana no fuimos a Rusia porque yo padecía ataques de pánico en las carreteras y no digamos en los aviones, aunque hubiese tomado varios. Por fortuna, mis ataques de miedo desaparecieron con psicoanálisis y con el tiempo y he podido trasladarme a muchos lugares con tranquilidad.
Esto lo saco a colación porque trataré hoy de Vladimir Putin. La última foto suya que vi, ayer o antier, iba abrigado para el invierno de su país, y creo que justamente entraba a un avión. Putin es el presidente de Rusia desde 2012 y antes lo fue a partir del año 2000 hasta 2008. Ahora prepara su elección para el 2024. Se suponía que la presidencia de Rusia se ocupaba por seis años y sólo podía renovarse una vez, pero Putin está por terminar su cuarto mandato en la historia de su país y desea reelegirse a toda costa. Dice que se sacrificará, una vez más, por el pueblo ruso.
A sus 71 años de edad, nació el 7 de octubre de 1952 en San Petersburgo, Unión Soviética, se trata de un viejo lobo de mar. Estudió leyes y fue agente de la KGB, organización en la que trabajó durante dieciséis años y en la que ascendió a teniente coronel. En San Petersburgo inició su carrera política. En 1996 se mudó a Moscú para participar en el gobierno de Borís Yeltsin. Fue director del Servicio de Seguridad y secretario del Consejo de Seguridad. Llegó a la presidencia y en 2021 promulgó, luego de un referéndum, cambios constitucionales para su reelección dos veces más. Lo cual quiere decir que podrá alargar su presidencia hasta en 2036. Ha restaurado el control federal de Chechenia, se anexó Crimea en su tercer mandato y, como sabemos, invadió Ucrania en 2022 y no deja de bombardear esa región. Eso sí, ha resultado muy crítico de Israel en la guerra que Netanyahu despliega contra la organización terrorista Hamas, que el 7 de octubre asesinó a varios israelíes con lujo de maldad.
Bajo su presidencia, la Rusia que se abrió a la democracia después de la caída del Muro de Berlín, ha sufrido una involución. Putin es colérico, tiene comportamientos tiránicos y totalitarios. A sus opositores los hace envenenar o los encierra en la cárcel y luego los desaparece. Aviva la corrupción y la represión de los medios independientes, además de que impide elecciones libres y justas.
Cuida que su vida privada no se filtre en la vida pública. Se casó con Liudmila Pútina, neé Shkrébneva, en 1983. Vivieron en Alemania Oriental de 1985 a 1990. Tuvieron dos hijas, Mariya y Yekaterina. Por ahí dicen que es padre de otra hija fuera de matrimonio. Nada con él es claro. Se divorció en 2008 y estuvo a punto de casarse, hasta donde anunció un periódico, con la medallista de oro olímpica Alina Kabáyeva, quien se dedicó a la política. El diario en cuestión fue cerrado. Putin continuó apareciendo en público con su ex mujer Liudmila hasta que el Kremlin informó que no lo haría más.
Putin cuida su cuerpo, hace ejercicio. Mucho se dice que guarda muy bien una fortuna multimillonaria que no se sabe bien a cuánto asciende.
Unos días antes de que detuvieran a Alekséi Navalni, en su imprudente regreso a Rusia, Navalni dio a conocer en un vídeo, tras haber seguido una acuciosa labor de investigación realizada por él y por la Fundación Anticorrupción (FBK) que Putin había malversado fondos del gobierno para construirse una propiedad palaciega, 39 veces más grande que Mónaco y cuya construcción costó 100 000 millone de rublos (1, 350 millones de dólares). Mostró imágenes áreas de la propiedad y acto seguido lo encarcelaron. Hoy nadie sabe dónde se encuentra Navalni, quien estudió en la Universidad de Yale en Estados Unidos. Muchos lo consideraron el líder de la oposición, pero para Putin no puede haber opositores en acción y menos uno brillante, de 47 años y de filiación democrática.
En agosto de 2020 Navalni fue ingresado de gravedad a un hospital de Siberia. Su portavoz dijo que había sido envenenado. Por fortuna la libró en ese entonces y se logró trasladarlo a Alemania, donde se confirmaron las pruebas inequívocas de envenenamiento. Allí se repuso y a principios de enero de 2021 él y su esposa regresaron a Rusia. No bien pasó el control de pasaportes cuando fue apresado, bajo acusación de haber cometido actos de corrupción. Hoy, lo más seguro, es que ya no se encuentre vivo.
Varios países reaccionaron ante el acto criminal contra Navalvi: Estados Unidos, Alemania, Francia, el Reino Unido y también la Comisaría de Derechos Humanos del Consejo de Europa. Quizá Navalvi se sentía protegido por ellos. En diciembre de 2021 se le concedió el premio Sájarov a la libertad de conciencia, mismo que recibió una de sus hijas porque su padre permanecía encarcelado.
Vladimir Putin no ha mencionado a Navalvi. Mañana, jueves 14, ofrecerá una rueda de prensa a la que podrán asistir algunos periodistas internacionales acreditados por Rusia. Se supone que abordará el tema de la invasión a Ucrania, de su intención por reelegirse y de la confrontación con Occidente y las sanciones que se han impuesto al gobierno de Moscú por países que apoyan a los ucranianos. También contestará a los ciudadanos rusos, que hasta ahora han enviado más dedos millones de preguntas y a la prensa extranjera.
Putin sigue la religión ortodoxa rusa, sabe judo, se dice que lo tratan de un cáncer de tiroides y que bebe sangre de ciervo para curar su mal. El caso es que es un hombre atrapado entre el pasado glorioso de antigua la Rusia, de la tiranía , de la sombra de la venganza y del mundo moderno.
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