Opinión

Fracaso de la globalización

La globalización concebida como una expansión sin límites de la democracia y de la libertad que debería producir una paz definitiva en el planeta, se encuentra en crisis. La guerra en Ucrania demuestra el fracaso de esa concepción de la globalización entendida como un proceso exquisitamente económico que generaría una kantiana “paz perpetua” y un continuo bienestar para la población. Por el contrario, sus derivados más notables han sido el surgimiento de una nueva plutocracia que se apropia de los escasos recursos disponibles, al tiempo que se empobrecen las clases medias y se producen nuevas formas de explotación y desigualdad entre los más débiles de nuestras sociedades. El concepto globalización hacía referencia principalmente a un proceso de extensión planetaria de las relaciones económicas que cubrían su espacio territorial, cultural, demográfico y tecnológico-informacional. Se afirmaba que la modernización era el corazón de este proceso que se dirigía inevitablemente hacia una progresiva integración económica entre las naciones.

Se empezó a hablar intensamente de globalización a partir de 1989 en el marco de la caída del Muro de Berlín y durante poco más de tres décadas se mantuvo como un discurso hegemónico de las élites económicas. La globalización se había fundamentado en el engaño de que después de la “guerra fría” ningún conflicto militar a gran escala sería posible. Sin embargo, con la invasión de las tropas rusas a Ucrania -que abrió nuevamente la puerta a la tercera guerra mundial e incluso al uso de armas atómicas- esa concepción prevalentemente economicista de la globalización entró en declive. La guerra no inició en febrero pasado sino en 2014, cuando Rusia comprometió la integridad territorial de Ucrania anexándose la península de Crimea. Este conflicto militar obliga a rediseñar la situación geopolítica de todo el planeta dado que se trata de una guerra entre Rusia y sus aliados, contra el mundo occidental y sus valores. Es la oposición entre el nuevo Imperio ruso con que sueña Putin y el sistema político de la globalización establecido por los Estados Unidos y la OTAN. Un mundo amenazado por la guerra nuclear ya no puede llamarse un mundo globalizado.

Nos encontramos en un momento histórico donde las viejas certezas han entrado en crisis y por lo tanto, resulta necesario regresar a los principios. Todo en medio de la más grave crisis económica, política y social del planeta desde el último conflicto bélico internacional. La globalización ha fracasado principalmente porque su sustento ideal era falso. El proceso tenía solamente un soporte ideológico representado en esa visión economicista, según la cual un mundo no dividido entre capitalismo y socialismo se convertiría en un entorno pacífico donde la paz aseguraría el progreso de todas las naciones. Pero nada de esto ocurrió. Rusia ha siempre tolerado a los tiranos -desde Iván el Terrible hasta Stalin- porque ha sabido reconocer los aspectos sacramentales autoritarios que ofrece el populismo. Ahora sobre los estragos de la pandemia, la guerra de Putin ha desatado a los jinetes del apocalipsis de la peste, el hambre, la muerte y la guerra.

Ante la crisis de lo global, la atención se dirige a las formas que adoptará la soberanía y a su relación con la democracia, en cuanto forma de gobierno aplicable solo al interior de una unidad política soberana. Cuando no está claro quién decide, como enseña Maquiavelo, la soberanía puede ser usurpada por cualquiera, incluso en los regímenes constitucionales. Y cuando la soberanía es usurpada, la política produce barbarie y renuncia a su tarea de salvaguardar a la civilización. La inseguridad, el miedo y la incertidumbre son las características del nuevo orden mundial.

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