Conservadores, liberales, de derecha, de izquierda, los de centro derecha, centro izquierda, todos nos hemos visto beneficiados por los subsidios a la electricidad y a la gasolina. Así que más nos vale encontrar el mejor modelo de energía y si es limpia, mejor. Además, basta recordar que ante una crisis los dueños de las refinerías de gasolina, las gaseras, abastecen y abastecerán en primer lugar a sus mercados, a sus consumidores. Se llama soberanía.
Estamos en la era globalización 3.0, en donde se genera una creciente interconexión e integración económica entre bloques de países, así como por el desarrollo de infraestructuras y la revolución digital.
Todo ello caracterizado, sin embargo, por la firme decisión de salvaguardar e incrementar la soberanía. Veremos, entonces, bloques, pero también la defensa de recursos naturales porque la soberanía sobre ellos marcará la diferencia. Soberanía sobre el petróleo, el gas y el agua por supuesto.
Así que refinar gasolinas y garantizar la preservación de nuestros recursos hídricos pasa, precisamente, por este enfoque de la soberanía.
Vale la pena recordar cómo México se transformó en un importador de gasolinas porque sucedió justo cuando durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se impulsó la apertura.
Pero ¿cómo se convirtió México en un importador de gasolinas?
Les cuento: Sería en 2016 cuando Pemex tenía previsto la liberalización del mercado de los combustibles en México. En especial, el de las gasolinas será la punta de lanza de la competencia entre las grandes petroleras que vienen por el gasto de los mexicanos en este sector que va de 3,000 a 25,000 pesos al mes, según el nivel socioeconómico.
Pero 2016 no fue un año sencillo para alcanzar este objetivo porque en la Ley de Ingresos de la Federación el gobierno propuso a los legisladores modificar el tradicional Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) al cambiarlo por una cuota fija de entre 3.52 y 4.58 pesos por litro de gasolina dependiendo del octanaje.
En ese año, se estimó que la gasolina se vendería entre 13.98 y 14.81 pesos, un precio en el que ya se incluía la cuota fija. Se trataba de un margen interesante, de más de 5 pesos porque la gasolina se importaba en nivel de ocho pesos. El gran problema, según estimaron algunos analistas como los del Centro de Investigación Económico y Presupuestaria (CIEP), es que al modificarse el tipo de cambio se presentaría una variación en los precios de los combustibles que importa México y el margen se reduciría.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público también propuso que el consumidor se beneficie de una manera directa en el caso de un ajuste en el precio de los combustibles. Así, en 2013 al disminuir el precio de la gasolina en los mercados internacionales el consumidor mexicano podría tener acceso a gasolina barata en un nivel hasta de 3 por ciento. En sentido contrario, el incremento máximo que preveía hasta cinco años la SHCP era de 3 por ciento, aunque los analistas menos optimistas opinaban que el incremento podría llegar hasta un 10 por ciento.
En el Banco de México, aunque el gobernador Agustín Carstens asegura que la gasolina no sería un factor que genere inflación, en la Junta de Gobierno del Banco Central, al menos uno de los integrantes de ese órgano de decisión de la política monetaria del país consideró que sí podrían generarse presiones inflacionarias.
El problema para 2013, año en el que inició la apertura, es que México importaba ya el 50 por ciento de sus gasolinas después de que en las últimas décadas se tomó la decisión de no invertir en refinerías.
Desde entonces, la gasolina ha incrementado su precio, a pesar de la compleja fórmula que se impulsó para liberalizar los precios y las importaciones.
Para el 4 de febrero de 2017, la SHCP informó que los precios promedio a nivel nacional serían de $15.99 para la gasolina Magna, $17.79 para gasolina Premium y $17.05 para el diésel, aunque cada una de las 90 regiones tendrá sus propios niveles.
Los precios promedio representaron a principios de 2017 incrementos nominales para las gasolinas Magna, Premium y el diésel de 14.4%, 20.1% y 16.5% respectivamente, con respecto al precio máximo observado al cierre de 2016 (SHCP, 2016). Las variaciones respecto al precio de cierre de 2016, de no haberse aplicado las cuotas complementarias negativas durante dicho año, habrían sido de 6.3%, 12.4% y 11.0% respectivamente.
Plenaria de avanzada
En lo que va del año, uno de los cónclaves más relevantes ha sido, sin duda, la Reunión Plenaria de Consejeros de Citibanamex, a la cual se invitó a los candidatos a la presidencia de la República. Más allá de las anécdotas políticas y que, seguramente se remontarán con una nueva invitación para la candidata Claudia Sheinbaum, vale destacar la calidad de la información que se dio a los inversionistas nacionales extranjeros. Después de que los estrategas de Citi dieron a conocer su expectativa de que las tasas de interés podrían comenzar a bajar para llegar a niveles de 8.5, el peso frente al dólar se sigue fortaleciendo igual que la confianza en la economía mexicana. Bien por la atinada organización de esta plenaria a la que por cierto acudió en dos ocasiones el presidente Andrés Manuel López Obrador.
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