El lema de ser “El lugar más feliz del mundo”, como se califica a sí mismo el parque de diversiones Disney World en Florida, ya no le queda. Felicidad es lo que menos tiene debido al pleito que vive con Ron DeSantis, el ultraconservador gobernador republicano que le tiene declarada la guerra.
Todo se inició cuando DeSantis firmó una ley conocida como “No menciones la palabra gay” que prohíbe que en las escuelas primarias del estado se hable con los alumnos de homosexualidad o identidad de género y Disney, una compañía que presume de inclusión y que hace mucho extendió los beneficios familiares a sus empleados homosexuales, se opuso y lo criticó.
De Santis, un político de 44 años que fácilmente ganó la reelección y quiere postularse a la presidencia, no le gustó ser criticado y está tratando de poner al público en contra de la compañía Walt Disney, que tanto poder e influencia tiene en la cultura, el comercio y la economía del Estado y del país.
Su Reino Mágico es el principal destino turístico no solo de Estados Unidos sino del mundo, a la vez que es la empresa con más empleados en la entidad. A nivel global cuenta con 223 mil trabajadores, 166 mil de ellos en este país, básicamente en su centro de Florida y Disneylandia en California. De modo que buscarle pleito a Mickey Mouse no resultó nada inteligente.
Aun así, DeSantis, en respuesta a la crítica, le negó permisos para ampliar sus instalaciones e intentó terminar con el privilegio de que goza Disney para imponer sus propias reglas dentro del parque, visitado por cerca de 60 millones de personas anualmente.
El gobernador nombró para que vigilen de cerca al Mundo Mágico, a un grupo de ideólogos extremistas de derecha, encabezados por Ron Peri, un ministro religioso que sostiene que el estrógeno en las pastillas anticonceptivas es lo que convierte a los hombres en homosexuales.
Disney ha demandado al gobernador acusándolo de ejercer venganza gubernamental. El caso está ahora en manos de un tribunal.
Pero no paró ahí, el gobernador quien lo más seguro le peleará la nominación republicana a Donald Trump, también ha prohibido que en las secundarias se enseñe la historia de los afroamericanos, incluyendo la esclavitud, la Guerra Civil y el problema racial, porque dice, es un tema que no contiene ningún valor cultural y puede provocar sensación de culpa o angustia entre los estudiantes de raza blanca.
Sus simpatizantes dicen que el gobernador tiene todo el derecho de imponer su criterio en las escuelas públicas, mientras sus críticos argumentan que son los maestros quienes deben educar y no los políticos y que no se puede cambiar la historia basándose en el gobernante en turno.
Encuestas recientes indican que el 75 por ciento de los votantes republicanos quieren que sea Trump o DeSantis el próximo presidente que saque a Joe Biden de la Casa Blanca. Con cualquiera de los dos en la boleta en las elecciones de 2024, lo que estará en juego será el derecho a opinar, la libertad individual y la democracia misma.
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