Opinión

Gobiernos tiránicos

Justo un día como hoy, pero de 1999, el entonces presidente electo de Venezuela Hugo Chávez declaraba el final de la IV República y el inicio de la Revolución Bolivariana, durante la primera sesión de la Asamblea Nacional Constituyente establecida por el gobierno para redactar una nueva Constitución. Ahora, tras un cuarto de siglo de haber tomado el poder, el chavismo en cuánto expresión del “Socialismo del Siglo XXI”, se enfrenta a la más profunda crisis de legitimidad desde sus orígenes. Este sistema político dio vida a un Estado autocrático donde un solo individuo en la cima del poder, controla al ejército y la policía, al Poder Judicial y al Poder Legislativo, que paulatinamente ocupó las instituciones del Estado para socavarlas desde dentro y que además, logró transformar una situación de privilegios para pocos, en una situación completamente diferente de escasez para todos. La prolongada crisis económica ha expulsado del país a 8 millones de venezolanos.

En estos momentos la persecución y la represión por parte de Nicolás Maduro se recrudece en toda Venezuela. El candidato triunfador de las elecciones, Edmundo González Urrutia y la dirigente opositora María Corina Machado, se encuentran prácticamente en la clandestinidad. A una semana de las cuestionadas elecciones ya se reportan una docena de muertos y cientos de detenidos arbitrariamente. En las últimas horas muchos dirigentes de la oposición han sido secuestrados y la tensión social se incrementa cada día que pasa. Desafiando abiertamente al régimen, este sábado se llevaron a cabo imponentes manifestaciones en diferentes lugares del país para exigir el cotejo de las actas oficiales de escrutinio y computo por parte del oficialismo, quien se ha negado a hacerlas públicas a pesar de haberse vencido todos los plazos legales.

Nicolás Maduro

Nicolás Maduro

EFE

Los resultados del proceso electoral que presenta la oposición se han alimentado con 24,532 actas digitalizadas que representan el 81.7% del total de las mesas electorales que se instalaron (30,026), y que exponen el triunfo inobjetable de González Urrutia con 7´156,462 votos que representan el 67% del total, mientras que Maduro obtuvo 3´241,461 sufragios equivalentes al 30% de los resultados. El padrón electoral se integró por 17´745,239 electores de los cuales participaron 10´660,267 es decir, el 60% de los inscritos. Los ocho candidatos restantes obtuvieron 261,205 votos, que constituyen el 2% de los resultados. Estos datos se encuentran disponibles en la página: resultadosconvzla.com

Las protestas derivan del desaseado proceso electoral, donde sin hacer públicas las actas de los resultados, Maduro se declaró inmediatamente ganador avalado por el oficialista Consejo Nacional Electoral. Lo que nunca esperó el gobierno fue que la oposición –desencantada por 25 años de fraudes y por el sometimiento de las instituciones electorales- se preparó técnicamente para tener esa misma noche las actas digitalizadas entregadas por los testigos electorales, en una página electrónica donde todos pueden consultar los resultados de su casilla electoral. Esto ha sido un golpe demoledor para el régimen.

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El gobierno no solo se niega a hacer públicas las actas del CNE sino que amenaza con encarcelar a los opositores. Frente a tales despropósitos, distintos países han solicitado una revisión exhaustiva de las actas en poder del oficialismo a lo que Maduro se ha negado respondiendo con la suspensión de relaciones diplomáticas con Chile, Perú, Argentina, Costa Rica, Uruguay, Panamá y República Dominicana. Al reclamo por la transparencia se han sumado Japón, la Unión Europea y los Estados Unidos. A todo ello debe agregarse el dictamen presentado por el Centro Carter –uno de los pocos observadores internacionales aceptados por el régimen- que concluyó que ese proceso no puede ser considerado democrático. Las lecciones venezolanas para México radican en el elevado costo que para la democracia tienen las instituciones y los poderes públicos que no son autónomos.