¿La captura del Mayo Zambada fue un acto hostil de Estados Unidos en contra de México? El gobierno de López Obrador tiene reflejos lentos, lo sabemos todos, pero ya es momento de que responda la pregunta. Si la respuesta es afirmativa lo que sigue es replantear la relación con Estados Unidos, sobre todo en el rubro de la lucha contra el narco, y cantarle Las Golondrinas al embajador Salazar y, al mismo tiempo, pedirle a nuestro hombre en Washington que regrese para consultas.
No es que preocupe la suerte del Mayo, que ha sido por décadas un criminal despiadado, nada de eso, es que no se puede admitir, bajo ningún pretexto, una incursión norteamericana en suelo mexicano. Se humilló al gobierno mexicano que ha tenido que aceptar que se enteró del operativo por la prensa y las redes sociales. Sus socios y vecinos lo dejaron al margen. Le han compartido información a cuentagotas. Es un alarde de desconfianza colosal que además abre una rendija para pensar que en el círculo oficial de protección al Mayo hay gente vinculada con la punta de la pirámide del poder en México y de ahí la secrecía.
La clave para determinar la respuesta diplomática es saber si agentes norteamericanos o ciudadanos de ese país o ciudadanos mexicanos contratados por Estados Unidos participaron en la captura del capo en suelo mexicano. De ser así no se puede dejar pasar. Si no hay una respuesta contundente se creará un antecedente funesto. Si es pasivo, el gobierno mexicano mandará el mensaje a la comunidad internacional de que cualquier potencia mundial puede irrumpir en territorio nacional, violar la soberanía, y salirse sin ser molestado.
Lo anterior es relevante porque la oferta de campaña de los republicanos para volver a la Casa Blanca es la intervención directa de fuerzas especiales de EU en territorio mexicano para liquidar a los jefes narcos. Trump y JD Vance lo han reiterado una y otra vez, incluida la posibilidad de bombardeos. No puede dejarse pasar lo del Mayo porque alentará más acciones extraterritoriales del gobierno de Biden, o del gobierno que gane las elecciones de noviembre con la oferta de proteger las fronteras nacionales.
El caso de la captura del Mayo deja a las agencias de inteligencia mexicanas en calidad de párvulos cuyo logro más relevante es averiguar cuánto gana Loret. Tal parece que lo suyo es darle municiones a la señora Vilchis. Son agencias de chismes, no de inteligencia para la seguridad nacional. Los asuntos importantes les pasan de noche. No debería sorprendernos si se tiene presente que el Mayo pudo jugar medio siglo en las ligas mayores del narco sin
que nunca nadie lo haya detenido. Lo ubicaban, sí, pero para pasarle la factura por los servicios de protección. Se ha sabido que el Mayo viajaba con regularidad a Culiacán para chequeos médicos por su quebrantada salud. Si las agencias mexicanas de inteligencia no detectaron esos movimientos, malo; si los detectaron y voltearon para otro lado, peor.
Hay gente ilustrada que pide que los americanos vengan por los jefes narcos y se los lleven o de plano los liquiden. Se entiende su frustración con la complacencia y complicidad de las autoridades mexicanas, pero por desgracia no es tan fácil. Si alguien piensa que con la captura del Mayo disminuye el tráfico de estupefacientes lo tiene que volver a pensar.
Lo que hizo el gobierno de EU fue rediseñar al narco mexicano para recuperar parte del control que había perdido, pero no quiere terminar con él. Sus acciones están diseñadas para gustar a los votantes gringos que constituyen un mercado complejo: su apetito insaciable de drogas es el motor del mercado, no quieren dejar de consumir y no asumen que eso es precisamente lo que vuelve peligrosa a su frontera con México.
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