En su siempre muy interesante columna, Jesús Silva-Herzog Márquez nos cuenta como la oposición en Turquía ha logrado erigirse en un verdadero reto ante el presidente-dictador Recep Tayyip Erdogan, al cambiar la conversación pública (Reforma, 22/05/2023).
Como todo populista, Erdogan ha hecho uso exhaustivo de la polarización, por lo cual el candidato de la alianza opositora, Kemal Klcdarolu, ha ido en sentido contrario proponiendo la unidad sobre los temas que son de interés para todos.
La idea es lógica pero difícil de implementar y tengo presente que casi todos ustedes han hablado de la reconciliación; lo celebro, pero lo que falta es que ustedes hablen más directamente con los ciudadanos y dialoguemos sobre lo que nos importa. No sé ustedes, pero yo estoy hasta el gorro de las diatribas y acciones extremas que salen de Palacio Nacional, una más retadora que la otra.
Dicho lo anterior, uno de los temas que a todos importa es la educación pública actual sobre la que yo, por lo menos, tengo interrogantes. Aquí les planteo algunas:
En el próximo ciclo escolar arrancará el nuevo plan de estudios emitido por la SEP bajo el nombre genérico de La Nueva Escuela Mexicana (NEM). Con este pomposo nombre, la NEM establece que la educación ya no debe tener al alumno como centro, sino a la comunidad. Suena bonito, pero me temo que tiene más de quimera que de realidad.
Hoy en día, México es un país eminentemente urbano y le quedan pocas localidades lo suficientemente homogéneas en valores, costumbres y tradiciones como para hablar de la comunidad como un referente para entender la realidad y los vínculos sociales. Dicho sea de paso, esas comunidades suelen ser más intolerantes socialmente y resistentes al cambio.
Tampoco creo que las zonas urbanas sean modelo a seguir. Los encuestólogos con trabajo pueden determinar las variables sociodemográficas de una colonia, pero eso no la hace una comunidad.
¿De qué manera se pueden unir los niños mexicanos dentro de la diversidad en que viven? Supongo que a través de los valores que todos reconozcamos como importantes a seguir y que están en nuestra Constitución.
Sin embargo, los libros de texto que están por estrenarse no necesariamente van en ese sentido. Gilberto Guevara Niebla, quien a la educación ha dedicado su vida, pone el dedo en la llaga: “Cuando la SEP (de la 4T) habla de ‘democracia’, por ejemplo, no se refiere a la forma de gobierno nacional con soporte institucional; se refiere a la práctica común en los grupos pequeños, de tomar decisiones con la participación de todos sus miembros.” En principio no estaría mal, el problema es cuando se quiere aplicar a un ámbito más amplio de la vida.
“Cuando habla de formar a un ‘ciudadano crítico’,” dice Guevara Niebla, “no piensa en preparar a las nuevas generaciones para el ejercicio lúcido del gobierno nacional, sino en preparar a niños y jóvenes para que, una vez adultos, ‘luchen contra los opresores’ “(La Crónica, 16/05/2023).
¿Cómo y por qué alguien o algo puede ser calificado de opresor?
La NEM tiene otros problemas de orden práctico: de entrada, no hubo suficiente capacitación a los docentes y, además, deja al arbitrio de “la comunidad” que aspectos del programa puedan dejar de enseñarse porque no les encuentran el vínculo. Imagino que ello generaría una disparidad de conocimientos, cuando se supone que la educación es un principio igualador.
Y hablando de igualdad, como supongo que ustedes no tendrán mega- obras en qué derrochar los recursos, espero que hagan una mejor distribución del gasto público, porque la 4T asignó en 2022 a la SEP el menor presupuesto en los últimos 10 años (Cuenta Pública 2022, CIESP).
El espacio se acaba así que pasemos al rubro de la evaluación.
Como ustedes saben, la 4T eliminó al Instituto Nacional de Evaluación Educativa y al Sistema de Información y Gestión Educativa (INEGI), además de prácticamente sacar a México de la evaluación internacional PISA, todos ellos, instrumentos útiles para detectar fallas en contenidos y métodos dentro de nuestro sistema educativo.
Sin proponérselo, dichos intrumentos fungían como contrapeso a la SEP y a las obsecaciones de cualquier funcionario iluminado, además de dar información sobre lo que sí y sobre lo que no funciona. Urge que los revivan, máxime que poco o nada se hizo para revertir la pérdida de conocimientos de los niños debido a la pandemia.
En educación, el desafío es grande, pero es un camino que si lo recorremos bien y juntos, lograremos un país mejor.
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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