Los libros de texto, concebidos por el doctor Marx Arriaga, han levantado indignación, por un lado, y, por parte del gobierno y de los seguidores de la 4T, aquiescencia total. Dijo en Twitter, o cómo demonios se llame , la historiadora Bertha Hernández que no opinará del todo hasta verlos completos. Por lo pronto advierte en su artículo de hoy en Crónica, que el gobierno federal y la Secretaría de Educación Pública se encuentran en lo que podría llamarse una ”tormenta perfecta”, tanto si distribuyen los libros como si no lo hicieran, porque sería la primera vez, en 63 años que los niños de primaría no contarían con ellos. Terrible asunto ¿no?
Por algunos secciones que he visto, parece que los libros de texto dejan mucho que desear. Faltaron pedagogos y especialistas en su elaboración. Marx Arriaga, que se doctoró en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, no es pedagogo. Yo tampoco, así que no sabría qué hacer con el puesto de director de Materiales Educativos de la SEP. Según se dice, el puesto lo obtuvo por su amistad con Beatriz Gutierrez Müeller, que es la NO primera dama del país, aunque se mete en muchas cosas de la gobernanza de su marido, el presidente, a quien no parece importarle ni la educación ni la cultura. Se nota que padece un denodado desprecio por los intelectuales, por eso todos le parecen conservadores, de derechas, chayoteros y adversarios. ¿Cómo se atreven a poner en duda sus decisiones? Lo curioso es que los gobernantes que denuestan a los intelectuales han sido siempre conservadores. En fin, los populismos de un extremo y de otro se tocan. No es extraño que el gobierno en Israel de Netanyahu, el de López Obrador, el de Alberto Fernández en Argentina y (las ideas del horrendo Trump) atenten contra las cortes de justicia de sus gobiernos. Pero eso es otro asunto.
El caso es que el doctor Arriaga ha tomado a mal las críticas a sus libros de texto, supuestamente elaborados bajo los conceptos del pedagogo brasileño Paulo Freire, quien tuvo una orientación marxista en su práctica pedagógica. Su principal trabajo es Pedagogía del oprimido. Yo aprendí a admirar el trabajo de los pedagogos de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, cuando tuve a mi cargo la División de Educación Continua. Hasta donde sé, nadie trataba a Freire. Como muchas ideas, el pedagogo brasileño fue muy respetado en los años setenta, pero, me da la impresión, que con el tiempo dejó de tratarse en mi universidad. Su pensamiento es, sin embargo, relevante. Para él era necesaria la transformación de un mundo desigual en uno ético, justo y solidario y eso enseñarse en las escuela. Los suyo era la pedagogía de la esperanza. Sin embargo, no creo que esa propuesta se haya generado en los nuevos libros de texto. Aquí, un fragmento tomado del ejemplar de las propuestas de Arriaga:
La euforia crecía en la conciencia de los jóvenes estudiantes mexicanos de la Universidad Lumumba, en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Se convencían de ser el motor de la historia, la opción par construir una nueva realidad mexicana. Al considerar indispensable que recibieran entrenamiento en algún país del bloque socialista iniciaron una larga jornada de encuentros con representantes de Cuba, la propia URSS y China. Nadie parecía estar dispuesto a ser partícipe de la inquietud libertadora con sello azteca, hasta que la República Democrática de Corea (Corea del Norte) asumió el compromiso. Y es entonces que 53 jóvenes mexicanos viajaron a esa nación asiática, entre 1969 y 1970, para recibir adiestramiento militar y fundar el grupos armado Movimiento de Acción Revolucionaria.
¡Dioses, qué cosa! ¿Qué harán con esa información los maestros de primaría? Quizá cantarle a los niños “a parir madres latinas, a parir más guerrilleros/ que ellos sembrarán jardines donde había basureros”.
Más que comunista, como tachan algunos a los nuevos libros de texto, esto es un viaje en el tiempo. Miremos cincuenta años atrás. Esa será la nueva escuela. En cuanto a algunos datos incluidos en los libros de los estudiantes, como ya es sabido, muchos están mal, desde una imagen “hechiza” tomada de internet, en donde Venus, Marte y Júpiter tienen la misma órbita, por lo que Marte y Júpiter están más cerca del sol que la Tierra, la que entonces compartiría su órbita con Saturno y Urano. Un despropósito.
Julio Patán, siempre inquisitivo y bromista, transcribe de los nuevos libros de texto lo siguiente para su artículo de El Heraldo del 2 de agosto:
…”los bienes públicos pueden tener dueños privados que pueden apropiarse de ellos legal o ilegalmente… Esto se conoce como Modelo de Bienestar Social. En contraparte, existe el modelo de mercado: este privatiza los servicios públicos, la energía, los bienes de la nación y, de igual modo, permite a los mercaderes que disminuyan las desigualdades.”
Ahora comenta Patán, “Híjole de nuevo, mi Marx. Alguien leyó mal a Freire. No creo que los mercaderes estén a cargo de “modelos de bienestar social” y del bienestar al mismo tiempo.”
Hace unos días, Julio Patán ya había escrito sobre los libros de texto y Marx Arriaga le expresó en Xuitter su desacuerdo y le sugirió que se acercara a una biblioteca pública “y consultara obras clásicas”. Le recomendó a Unamuno y a Galeano. ¡Galeano un clásico! ¡Ah, como emitir aquí un comentario sin un emoticón! Ni modo, no hay manera.
Bertha Hernández lleva toda la razón, habrá que revisar los libros de texto gratuitos para realmente opinar. La información al respecto se ha guardado a manera de secreto de estado y no se puede más que tomar de aquí y de allá lo que ha llegado a manos de algunas personas. Pero adelanto, sin temor a equivocarme, que muchos fantasmas y galimatías pueblan las páginas que habrán de estudiar los niños mexicanos.
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