En una reunión con un centenar de empresarios en diciembre de 2018, pregunté acerca de quiénes habían sufrido un asalto, sabían de alguno o de otros delitos con pérdida patrimonial o amenaza a la integridad de personas cercanas. Cuarenta por ciento levantó la mano. A la pregunta de quién percibía inseguridad, la respuesta incorporó al 90 por ciento de los presentes. Abrumadora inquietud por el tema ante el desastre dejado por la administración de Miguel Ángel Mancera.
Hice el ejercicio en una reunión de una cúpula empresarial en julio del año pasado y la respuesta fue muy distinta.
Un diez por ciento dijo haber sido víctima o saber de un delito cometido y menos de la mitad señaló percepción de inseguridad. También pregunté quiénes habían votado por Andrés Manuel López Obrador y la mano fue levantada por 8 de cada diez. En otras palabras, a pesar de la antipatía de ese grupo específico de empresarios respecto del gobierno era imposible desconocer el avance en seguridad.
Siguió un pequeño debate en el cual les planteé la improbabilidad de separar nuestra posición partidista, política, ideológica, para acreditar alguna “objetividad” en nuestras opiniones. Para un opositor es cuestión “de principios” regatear el avance del gobierno. Es muy ingrato reconocer la relación positiva existente entre una valoración meritoria de la seguridad con la posibilidad de victoria electoral de Morena en la CDMX.
Ahora, en 2024, tenemos datos muy contundentes de todas las fuentes. Son indicadores convincentes sobre el avance de la seguridad y también los retos por delante. Hasta el INEGI ha reportado mejorías muy sustantivas en la percepción de seguridad mejorada en más de 27 puntos porcentuales en estos cinco años. Tal vez por eso en Nueva York a Santiago Taboada no le da para referirse a ese tema, el primero en la inquietud nacional, aunque al parecer ya no en la capitalina.
Sensibilizada y comprometida, Claudia Sheinbaum Pardo entendió la relevancia del problema y lo atacó desde varios ángulos. Específicamente multiplicó las detenciones de presuntos responsables y la seguridad basada en una estrategia sistemáticamente colaborativa complementada con programas sociales con lo cual generó una reducción de incidencia delictiva superior a 60 por ciento en lo que va de la administración ahora encabezada por Martí Batres.
Este domingo, en conferencia desde su casa en San Miguel Teotongo, en Iztapalapa, y acompañada por Ernestina Godoy y Omar García Harfuch, la candidata más aventajada al gobierno de la capital nacional, Clara Brugada, destacó la intención de fortalecer a la CDMX como una “ciudad de paz, implacable contra el crimen”, aprovechando la base de una estrategia ya consolidada desde el gobierno central. Brugada encabezó un esfuerzo muy portante e invitó a colaborar y atestiguarlo diariamente, como lo hizo Sheinbaum, al Consejo Ciudadano.
Los detalles de las propuestas de Brugada son innombrables por la estulticia de la reglamentación del INE al mismo tiempo que los datos son contundentes. Omitidos por la estatura intelectual de la oposición. Ninguna capital en el mundo tiene alineación positiva de menos incidencia, mejora de la percepción de la manera tan pronunciada y estable mostrada en la CDMX. Nueva York, con una de las policías mejor valoradas a nivel mundial, tuvo en el mismo periodo un aumento de 33 por ciento en homicidios. En la capital mexicana se redujeron más de la mitad. Ejecutividad estratégica, mandos unificados, la denuncia ciudadana deben seguirse impulsando.
Actualmente la delincuencia está ubicada como la quinta problemática ciudadana en la CDMX, de acuerdo con el INEGI, después de los baches, suministro de agua, alumbrado público y embotellamientos viales. Contrasta con la opinión de aquellos empresarios en 2018.
Ni en Manhattan.
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