Déjeme que le cuente que, a veces, no quiero tener la razón. En la primera plana de El Universal apareció una nota sobre la megafarmacia, coincidiendo con lo dicho en este espacio también el día de ayer. El diario nacional realizó una solicitud de información para conocer cuál dependencia era la responsable de la megafarmacia, obteniendo respuestas negativas de la Secretaría de Salud y de Birmex; vamos, ni siquiera Presidencia pudo darle el dato.
Solo falta que el encargado sea el IMSS, con lo cual se regresaría a una buena parte del esquema anterior. O de plano, que nuestro mandatario encargue la megafarmacia a los militares; ya ve que ellos a todo le hacen. Si ya le van aprendiendo a aeropuertos, hoteles y trenes, pues qué es una farmacia grandotota.
Ayer comenté sobre la respuesta aprobatoria que dan los ciudadanos a AMLO en cuanto al manejo de la salud pública; tengo la impresión que más que a los servicios tangibles, la aprobación se refiere a “los esfuerzos” que el presidente dice hacer para que tengamos un servicio como el de Dinamarca. Eso es la creación de una posverdad pura y dura, porque no coincide en nada con la realidad. Mire:
Cada año se levanta la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSATU), la más reciente fue en 2022. De las personas que tuvieron “una necesidad de salud”, 56 por ciento recurrió a servicios privados, aun cuando muchos de ellos eran derechohabientes. ¿Por qué habrían de gastar su buen dinero si están afiliados a algún servicio público? La gran mayoría lo hizo por las dificultades de “acceso” a las que se enfrentan, entendidas éstas como demora en la atención y deficiencia en la calidad de los servicios. Lo que llamó mi la atención es que los respondientes con derechohabiencia, no mencionan al INSABI para nada, dependencia que estaba vigente en 2022.
Hacer realidad que México cuente con atención de salud de primera no se logra con una megafarmacia, sino a través de otros servicios y mucho presupuesto bien gastado. Empecemos con que las naciones “top ten” dedican entre 8.5 y 11 puntos de su PIB a los servicios de salud; México destinó 2.91 puntos (Dastosmacro.com) el año pasado. Me dirá usted que hay otras necesidades que atender y es cierto; solo digo que hay que ser realistas.
Con esos dineros, Dinamarca y similares mantienen una infraestructura completa y eficiente para sus enfermos. Alemania dispone de 8.1 camas hospitalarias por cada mil habitantes y Dinamarca con 4.0, mientras que nuestro país apenas cuenta con 1.7 (Statista.com).
Como usted comprenderá, si no tenemos camas suficientes, mucho menos equipos y salas especializadas. En todo el país, apenas hay mil unidades de terapia intensiva; hay 3.4 tomógrafos por cada millón de habitantes, siendo que el promedio de la OCDE (ya no de Dinamarca) es de 20.6. En cuanto a mastógrafos para prevenir el lamentablemente frecuente cáncer de mama, existen 9.3 mastógrafos por cada millón de mexicanas y el promedio OCDE es 19.9. Con otra, falta que funcionen los equipos.
Pasemos a los recursos humanos. En Dinamarca hay un promedio de 4.2 médicos por cada mil habitantes, en tanto que en México hay 2.4. Nada más le digo que nuestro país ocupa el lugar 70 en el panorama mundial, sitio lamentable frente a países similares como Argentina (18) o Chile (66).
La tasa de mortalidad infantil más o menos anda con los mismos resultados, con 10.69 niños fallecidos por cada mil; es el triple de Dinamarca y más que Argentina (9x1000). El descuido a la salud infantil ha sido mayúsculo con la 4T, según reporta ENSATU, pues 78 por ciento de los menores de cinco años tienen incompleto el esquema de vacunación, siendo que México era ejemplo en la materia. No se vale, señora diputada.
Como ve, doña Miroslawa, un gobierno tiene que saber en qué gastar y, sobre todo, cómo hacerlo. El reto de la megafarmacia también es mega grande: en 2022, casi 11 millones de recetas fuero negadas totalmente; es decir, no había un solo medicamento de los prescritos (Cero Desabasto). El IMSS fue la institución que más disminuyó sus fallas de abasto, -32 por ciento, pero aun así su déficit es grave. Dudo que la megafarmacia esté a la altura del reto por la simple razón de que las ocurrencias son eso, ocurrencias.
Me temo que en enero, don Andrés va a “inaugurar” un cascarón, como lo hizo con la refinería Dos Bocas que no tiene para cuándo producir un barril refinado de petróleo. Tanto él como Claudia Sheinbaum repetirán hasta el cansancio que la 4T “cumple” sus promesas. Total, la magia de la posverdad hace todo esto posible.
La 4T no tiene incentivo alguno para abandonar el perverso uso de la posverdad, si tanto y tan bien le ha funcionado. Sin embargo, es inmoral.
Pobre país.
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