Los desastres naturales suelen ser inevitables, la diferencia es cómo se enfrentan y me temo que en el caso de Guerrero, la reacción de los dos niveles superiores de gobierno fue muy, pero muy inadecuada.
Revisando el X (antes Twitter) de la gobernadora Evelyn Salgado, me encuentro que a las 15:00 horas del día 24 de octubre el reporte que ella recibió de Protección Civil estatal indicaba que “Otis” era categoría 3 e iba rumbo a las costas de Guerrero. A continuación, la alcaldesa de Acapulco, Abelina López, se reunió con autoridades militares en la zona y con Protección Civil. Hasta ahí todo parecería estar muy bien.
Lo que me parece inexplicable es que a las 15:00 horas recibí en mi WhatsApp un comunicado en inglés informando que “Otis” ya era categoría 5. Resulta que desde las 10:00 AM del negro día 24, el Centro Nacional de Huracanes de Miami (CNH-M) emitió la siguiente alerta: “Un escenario de pesadilla se está desarrollando para esta tarde en el sur de México, mientras ‘Otis’ intensifica rápidamente su camino hacia las costas.(…) La velocidad inicial del viento se estima de 140 km. (…) No hay registro de huracanes que en esta zona de México hayan alcanzado tal intensidad.”
Lamentablemente, hasta las 20:00 horas (con corte a las 18:00 horas), el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en coordinación con CONAGUA y SEMARNAT, informó que “Otis” había escalado, pero indicando que era categoría 4. Lo hizo 10 horas después que el CNH-M.
Mire, doña María Luisa, no espero que la Dirección de Protección Civil de Guerrero, ni que la alcaldesa de Acapulco, estén pendientes de los comunicados del CNH-M, pero de algo sí estoy cierto y se lo platico.
Hasta la pasada administración, este tipo de fenómenos meteorológicos se manejaban muy distinto; de entrada, el SMN tomaba muy en cuenta las prospecciones del CNH-M por el simple hecho de que este último dispone de mejor equipo y más personal.
El protocolo que conocí del SMN era que cuando se presentaba una amenaza de estas dimensiones, el SMN y CONAGUA entraban en contacto inmediato –y a veces personal- con su enlace en Presidencia de la República para que ésta notificara a SEDENA, Protección Civil, la entidad afectada, CFE, PEMEX, Salud, IMSS, etc., para que cada una hiciera lo que le correspondía, siempre bajo un intercambio constante de información y de trabajo conjunto.
Como ve, señora secretaria, los malditos neoliberales hacían algunas cosas muy bien.
En estas crisis, cuatro elementos son esenciales: coordinación interinstitucional, logística, comunicación y rapidez, a fin de reestablecer el control, así como reducir la incertidumbre y los riesgos para la población. No he visto ninguno de estos elementos de parte del gobierno federal, ni del estatal.
Esas 10 horas (o por lo menos ocho) que mediaron entre el comunicado del CNH-M y el del SMN hubieran marcado alguna diferencia para la contención de daños. Incluso cuando ya se reconoció la gravedad de “Otis”, la gobernadora Evelyn Salgado, la Guardia Nacional y el Ejército brillaton por su ausencia y siguen sin aparecer.
Como no había energía eléctrica, ni celulares o internet, X fue la plataforma para emitir comunicados por parte de la mandataria; sin embargo, la superficialidad de sus mensajes fue notoria. Nada más vea: “Pendiente de las necesidades de nuestro pueblo”. No hubo un solo mensaje sobre la ubicación de los refugios o los centros de emergencias médicas.
Y luego el presidente, caray. En la mañanera del miércoles apenas mencionó el desastre; si no fue informado, es gravísimo, y si no fue empático, mucho más. La decisión de viajar a Acapulco fue tardía y equívoca, pues pudo haber tomado un helicóptero que por lo menos lo llevara a Chilpancingo; las fotos del atasco son de pena ajena. Ni un mensaje más hubo el miércoles; hasta el número de fallecidos tuvo que salir en la mañanera del jueves. Encima, López Obrador presentó sus maravillosos datos como uno de los presidentes más populares. En estas circunstancias, ¿a quién le importa?
Al momento de escribir estas líneas, Acapulco, Zihuatanejo y municipios aledaños carecen de agua potable, venta de comestibles, seguridad y prácticamente servicios de salud. Apenas fue liberada la muy dañada Autopista del Sol y la mayoría de las carreteras estatales siguen intransitables, lo cual hará más difícil el reestablecimiento de la energía eléctrica. La rapiña está a todo lo que da y los militares ni siquiera controlan el tránsito.
Habrá que estar muy atentos a la ayuda que llegue a la zona, tanto en cantidad, como oportunidad y pertinencia. Porque si algo queda claro en este caso, lo mismo que con la pandemia, es que la 4T es absolutamente inepta para enfrentar crisis.
Ya se fue “Otis”.
La nueva tragedia para los guerrerenses apenas empieza.
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