Este domingo da inicio en México una Asamblea Eclesial en la que participan mil 200 obispos, sacerdotes y laicos de América Latina y el Caribe, reunión que fue convocada por el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM y que se prolongará hasta el 28 de noviembre.
El objeto de esta Asamblea es analizar y discutir los desafíos que enfrenta la Iglesia en el continente y encontrar las respuestas conforme al documento que emanó de la reunión de obispos en Aparecida, Brasil, que fue la última conferencia general de América Latina en mayo de 2007.
Por esta razón, se encuentran en México destacados cardenales y otras personalidades, entre las que destacan, el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, muy allegado al papa Francisco; el cardenal canadiense Marc Ollet, Secretario del Sínodo de obispos; el cardenal brasileño Claudio Humme, Prefecto Emérito de la Congregación para el Clero; el cardenal nicaragüense Leopoldo Brences Solórzano, Mario Grech Secretario General del Sínodo de obispos; Odilo Pedro Sherer, Arzobispo de Sao Paulo; participará también el cardenal mexicano Felipe Arizmendi; el franciscano Miguel Cabrejos, Presidente de la Conferencia Episcopal de Perú, y el laico mexicano Rodrigo Guerra, miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales.
Algunos de los participantes de esta Asamblea lo harán a través de las redes sociales, como parte de las medidas sanitarias internacionales por la pandemia de Covid 19.
La reunión tendrá lugar en la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano en Lago de Guadalupe, y también en la Basílica del Tepeyac, donde habrá varios eventos religiosos.
Por otra parte, al conmemorarse los 100 años del atentado dinamitero que sufrió la Virgen de Guadalupe el 14 de noviembre de 1921, las autoridades religiosas anunciaron un Jubileo extraordinario que durará un año, en el que los fieles podrán obtener la indulgencia plenaria en este templo.
Como un doloroso testigo de aquel atentado dinamitero, que causó daños en el altar de mármol de la antigua Basílica, quedó un cristo de bronce de 34 kilos de peso que fue doblado por el impacto de la explosión, y que se puede venerar en una vitrina de la nueva Basílica de Guadalupe.
Las crónicas de la época señalan que el atentado ocurrió en la mañana del 14 de noviembre de 1921, cuando supuestamente Luciano Pérez Carpio, un empleado de la Secretaría Particular de la Presidencia, colocó una bomba escondida en un ramo de flores al pie de la imagen, pero ni siquiera rompió el cristal que la cubría, no obstante, “la onda expansiva que se escuchó a un kilómetro a la redonda”, y esa detonación influyó enormemente a los daños de cimentación del templo.
A esta efeméride se suma los 20 años de la canonización de San Juan Diego por el Papa Juan Pablo II. El próximo 2022 también se cumplirán 30 años de la inauguración de la capilla de la Virgen de Guadalupe en el Vaticano que fue inaugurada con una misa celebrada el 30 de mayo.
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