Opinión

El lado correcto de la historia

En otro asunto, comparto que este glorioso primero de septiembre, o séase el domingo pasado, y tal como se dispone constitucionalmente en cuanto al tiempo y la forma, un nutrido grupo de activistas de diversas organizaciones se plantó en la sede del Congreso CDMX para hacer orgullosa entrega de la PRIMERA INICIATIVA PREFERENTE CIUDADANA (IPC), cuyo objeto es desterrar de una vez por todas la violencia ejercida sobre los animales no humanos improcedentemente usados en espectáculos como: “corridas de toros”, novilladas, jaripeos, “peleas de gallos”, rejoneo, tientas, etc. ¿Cómo? Sencillamente dictaminando su prohibición pese al sempiterno reclamo de los dizque “liberales” a los que les chutan las proscripciones mientras no sean a su favor, peeeero, además sépase que los activistas, en un fortalecido ejercicio de unidad contadas veces visto, no se conformaron con apenas cumplir el requisito de juntar las 19,500 firmas que para el propósito exige el procedimiento ajustado a determinado porcentaje del Padrón Electoral capitalino, sino que rebasaron por mucho esa cantidad entregando ¡30,941 firmas! fijadas en 3,370 hojas foliadas e introducidas en 28 cajas que, sí o sí, serán material histórico por más que se cuestione el término, ya que esta vez sí se trató de un hecho que no se había podido dar, pero que gracias al vigente andamiaje legal y a los impresionantes avances científicos en materia de dolor y sufrimiento en los compañeros animales no humanos, permitió al activismo fundar y motivar la urgente y necesaria medida. Y tampoco se crea que las firmas se consiguieron a modo chueco, ya que esta vez y por bastantes fines de semana, de plaza en plaza fueron consiguiéndose en una cantidad que incluso pudiendo llevar un margen de error, éste no será ni por mínimo significativo como para echar abajo la Iniciativa. ¿Qué sigue?...

Que una vez que en el casi difunto Instituto Nacional Electoral (INE) se constaten cada uno de los datos de las personas firmantes, para ello sin pasarse de 45 días hábiles, la certificación deberá comunicarse al Congreso capitalino para que una vez de esa forma el proyecto pase a votación inmediata al ir ya contenida su indispensable Exposición de Motivos puntualmente fundamentada y el articulado propuesto… ¡achis miachis dijeron los mariachis!... acto al que ningún legislador podrá oponerse. Si acaso evadir la votación yéndose al baño o al hospital al momento mismo del sufragio, mismo que podrá ir en sentido positivo o negativo, pero de ninguna manera podrá ser ignorado, bajado o congelado como ya sucedió -según se recordó durante la celebración posterior a la entrega de firmas- cuando Alejandra Barrales del entonces presuntuoso PRD (¡Ajúa!, me llevó casi 27 años verlo muerto y sepultado) ocupó el puesto de mando en el referido aparato legislativo. Ahora sí, sin disimulos u ocultamientos conoceremos el verdadero haber en la materia, con nombre y apellidos de cada participante y sin necesidad de acuerditos cafeteros inútiles, al tratarse de un absolutamente sobrado mandato ciudadano.

Lo anterior me ilusiona muchísimo al pertenecer a la segunda generación que la emprendió contra la tauromaquia en el pasado siglo, por ahí de los avanzados años 80, tras la labor de compañeras como doña Emma D. De Saldaña que verdaderamente se dejó la piel en ello. Y todo, pese a que carecíamos de las herramientas jurídicas y científicas con las que ahora se cuenta. Aún así, recuerdo emocionadamente que en mi primer intento de colecta de firmas contra la tauromaquia y que realicé en solitario por casi un año (1996-1997), obtuve el respaldo con nombre, apellidos, dirección y teléfono de 101 hombres y 129 mujeres con residencia en diferentes partes de la República Mexicana. Entre los efectos personales que resguardo con mucho afecto está precisamente ese cuaderno, así que ya podrán imaginar mi felicidad e ilusión con esta Iniciativa.

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