La primera encuesta tras la renuncia de Nikki Haley a luchar por la candidatura republicana, luego de salir trasquilada del Supermartes, confirma que Donald Trump se encuentra en estado de gracia, tras ser absuelto por la Corte Suprema de su papel en el asalto al Capitolio y arrasar en cada estado donde hubo primarias. Sólo Vermont dio la victoria a la única voz de la derecha moderada que se atrevió a desafiar al líder supremacista blanco de la secta fanática en la que se ha convertido el partido de Lincoln, quien pagó con su vida por sacar de la exclavitud a los negros.
The Wall Street Journal preguntó en un sondeo exprés a quién prefieren de presidente: un 47% dijo que a Donald Trump y un 45% a Joe Biden. El margen es estrecho, pero todas las encuestas, tanto nacionales como en los estados-bisagra (los que deciden finalmente el ganador), llevan semanas anunciando que Trump ganará.
Otra encuesta, publicada por The New York Times antes del Supermartes, destacó que Trump no sólo ganaría a Biden incluso por un porcentaje más alto que el sondeo del conservador “WSJ” (48-43), sino que muestra otro dato que enciende un foco rojo: el 46% de los hispanos votaría por Trump frente al 40% que lo haría por Biden.
Dado el peso creciente del voto hispano (36 millones y 13% del total del electorado), de confirmarse esta tendencia en las elecciones de noviembre podría revertirse las sufridas victorias de Biden hace cuatro años en estados clave como Nevada, Nuevo México, Arizona, Georgia o Pensilvania, y podría acabar en jaque mate las posibilidades de Biden de reelección.
La pregunta, por tanto, es ¿qué ha pasado para que los latinos (con la excepción del voto cubano y venezolano en Florida), que fueron claves en la victoria del demócrata Biden se haya pasado al bando de Trump, el expresidente y candidato a presidente más racista, antiinmigrante y xenófobo de la historia moderna de EU?
Si bien es cierto que el votante hispano, especialmente el adulto mayor, es conservador y se identifica con batallas republicanas como la abolición del aborto, y también lo es la decepción del votante, especialmente el joven, tras el fracaso de Biden a la hora de dar ciudadanía a los 11 millones de inmigrantes indocumentados, muchos de los cuales llevan años trabajado y pagando sus impuestos, hay otro factor mucho más oscuro que explicaría por qué los hispanos —que hace cuatro años fueron decisivos en la victoria de Biden— se estén pasando aceleradamente al bando republicano: el miedo paralizante e irracional que hace que busquen la aprobación del adversario.
Llevado a la política este fenómeno en su grado extremo fue lo que llevó a muchos judíos, paralizados por el terror en estado puro o por instinto de supervivencia, a colaborar con los nazis en los campos de exterminio para eliminar físicamente a otros miles de judíos a los que empujaban a las cámaras de gas. Es lo que se ha llegado a denominar como el "síndrome del carcelero de Auschwitz".
Eliminando el contexto genocida del episodio más oscuro de la humanidad, la reciente “conversión” del votante hispano en seguidor de Trump se explicaría en gran parte por un instinto de protección contra la oratoria cada vez más agresiva de Trump. Un ejemplo del que no se ha estudiado con la suficiente alarma:
En 2019, días después de que los medios recogieran el bulo del entonces presidente Trump sobre una “invasión” en Texas y convocara a los “patriotas” a defender la frontera, un joven cruzó de este a oeste el estado y provocó una matanza en un Walmart de El Paso, a sabiendas de que los clientes sería casi todos latinos. Acertó en su objetivo: la masacre dejó 23 muertos, casi todos de origen mexicano.
Cuando el congresista demócrata texano Beto O´Rourke acusó al gobernador republicano Greg Abbott y al entonces presidente Trump de tener las manos manchadas de sangre por criminalizar a los inmigrantes y a apoyar la venta libre de armas, creyó que los hispanos (casi la mitad de los censados en Texas) iban a apoyarlo en su desafío al gobernador Abbot en las elecciones de 2022. Se equivocó: el gobernador más antimexicano de la historia de Texas ganó por goleada. Lo mismo ocurrió el pasado martes: Trump sacó a Haley 60 puntos de diferencia en las primarias de Texas. Ni la matanza de El Paso ni la de niños en la primaria de Uvalde fueron suficientes para votar por el demócrata Biden, o en su defecto, por la republicana moderada Haley.
Por miedo, ignorancia, egoísmo, cobardía o todo a la vez, millones de hispanos con los papeles en regla en EU creen falsamente que, si votan a Trump, están a salvo de su cacería de inmigrantes y creen que de alguna manera serán recompensados por haberle ayudado a reconquistar la Casa Blanca. Se olvidan de que ningún presidente en la historia moderna de EU llegó al extremo de declarar, como hizo Trump, que los “invasores” que cruzan la frontera de México vienen a “envenenar la sangre de nuestro pueblo”, usando las mismas palabras escritas por Hitler para justificar su derecho a eliminar a los judíos que “envenenan la sangre de la raza aria”.
Marvin Lynn, profesor de la Universidad de Colorado, dijo al respecto que, pese a que "el gran debate de estas elecciones se está concentrando en la inmigración y las fuertes medidas contra los latinos”, llama la atención que “muchos que ya están en Estados Unidos con documentos legales, son más duros con los que recién están llegando al país”.
Qué rápido olvidaron estos nuevos votantes hispanos republicanos que, no hace tanto tiempo, todos ellos fueron inmigrantes sin papeles; y qué rápido olvidaron los republicanos que, uno de los motores que sostuvieron a EU como primera potencia en las últimas cuatro décadas fue gracias a que un presidente republicano, Ronald Reagan, resolvió la crisis económica y migratoria concediendo la ciudadanía a millones de inmigrantes, que impulsaron la economía desde la base, en aquellos puestos que no querían los “patriotas” de esos que habla Trump.
Con tal de sentirse “parte de la tribu”, muchos hispanos votarán por Trump, pese a que fue él quien derogó la ley DACA para conceder la ciudadanía a más de 600 mil “soñadores”, que no conocen otro país que EU porque sus padres los llevaron allí de bebés, ni se dan cuenta de que corren peligro por su mero color de piel, porque nadie lleva la greencard colgada del pecho; de igual manera que los judíos que colaboraron con los nazis no entendieron que, al igual que el escorpión no entiende de empatía ni agradecimiento, en cuanto dejaron de ser útiles fueron igualmente asesinados.
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