Opinión

Del libro de texto al panfleto

“Debemos proponernos el comunismo como una sociedad emancipada de toda explotación del ser humano y destrucción de la Naturaleza. Hay que superar el capitalismo patriarcal”, dijo usted en algún evento público, algo que el periodista Enrique Muñoz subió en video a su cuenta de Twitter (4/8/2023).

Coincido plenamente con usted en que la explotación del ser humano es absolutamente reprobable, pero dudo que el comunismo sea la solución. Nada más veamos lo que pasa con cualquier profesionista cubano que salga a trabajar a otro país; su gobierno se queda con el 90 por ciento de lo que se le paga. Pasar a la explotación gubernamental no me parece una buena opción; preferiría que las leyes mexicanas de protección al trabajador se aplicaran cabalmente y, en su caso, se mejoraran.

Y hablando de comunismo, se dice por ahí que uno de los caminos lo constituyen los Libros de Texto Gratuito (LTG) recién editados. No lo creo y discúlpeme la franqueza, don Luciano, pero para mí que los LTG de la 4T simplemente están mal hechos y resultan panfletarios. Mire usted:

En la presentación del LTG “Proyectos Comunitarios” de 1er. Grado, se pregunta a un niño si aún cree que los libros son “la llave para el cambio”. ¿Por qué ese “aún”? Desde luego que los libros son importantísimos, pero hay muchas otras llaves que ojalá tuvieran todos nuestros niños en cantidad suficiente para lograr la superación, como servicios de salud completos, espacios deportivos, acceso a internet y al arte, etc, etc…

Luego se señala que “en México se ha luchado por que todas y todos tengamos acceso a la cultura. ¡Ahora te toca a ti recibir el fruto de esa lucha!” Aparte de que la redacción deja mucho qué desear, los LTG se imprimen desde hace 60 años y desde su origen nadie ha emprendido una lucha ellos. Fue la decisión de un gobierno que, en su momento, cobró conciencia de que los LTG eran una herramienta indispensable para ampliar la educación pública en el país. Los siguientes gobiernos han continuado con dicha política pública, punto.

A continuación, en el libro en comento se incluye la perorata sobre “el anhelo de que todas y todos aprendan, sin importar su origen, género, su preferencia sexual o clase social” y que tal deseo proviene de los maestros e ilustradores que participaron en el proyecto. Discúlpeme, pero ellos no tienen la propiedad de tal deseo; se trata de un derecho humano de los niños mexicanos, consagrado constitucionalmente que fue puesto en marcha mediante una política pública. No hay que colgar medallitas a quienes no les tocan.

Y en esta insistencia de usar el “todas, todos y todes”, llegan al absurdo de aplicar tales palabras a plantas y animales. No sabía que dichos seres vivientes pudieran ser transgénero o que pertenecieran a la comunidad LGTB. Aclaro que tengo el mayor de los respetos por la diversidad…

A lo largo del libro se resalta la importancia de resolver los problemas de la comunidad mediante el acuerdo. Se pide al alumno detectar los problemas de su escuela y que, en asamblea, maestros y alumnos decidan cómo solucionarlos. Luego presentan el “Árbol de problemas” (pág. 15), en el que las raíces son las causas, el tronco es el problema y las hojas o enramado son las consecuencias. Me parece estupendo que convoquen a los niños y al resto de la gente de su comunidad a involucrarse en la problemática que les rodea.

En lo que se equivoca el libro es que en la página 16 se indica al niño anotar en las hojas del árbol las causas del problema detectado (en vez de la raíz) y en la raíz las consecuencias (en vez de las hojas). En todo caso, cabría hacer un “Árbol de Soluciones”, donde se pusieran las propuestas para corregir el problema en las raíces y en las hojas los resultados benéficos esperados. De esta manera sí valdría la pena comparar uno y otro árbol…

En todas las actividades y tareas presentadas en el libro, se pone un gran énfasis en que deben realizarse en grupo o “en asamblea”, además de insistir en escuchar a los demás (algo muy escaso en la 4T…). Muy bien por la inclusión. Lo que echo de menos es la responsabilidad personal. Las conductas individuales bien pueden ser sancionadas (como el “bullying”) o premiadas (esforzarse en alguna tarea), según el caso, y no todo se puede diluir en la comunidad. Eso no es individualismo, sino dar ejemplos al niño de lo que es valioso o lo que no lo es para una sociedad.

Como se me acaba el espacio, solo me queda mencionar que el presidente anunció que habrá conferencias por las tardes para discutir los contendios de los LTG. La verdad, no creo que se llegue a ningún lado, porque a contracorriente de lo que expresa el libro aquí comentado, esto de escuchar a los demás no se le da a la 4T. Como si los que no somos AMLOvers no tuviéramos derecho a opinar ni cabida en este país.

Así es como la 4T percibe la inclusión.

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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