Opinión

Marea maratonista

La deportiva y comunitariamente aspiracionista y muscular ciudadanía de la capital nacional fue representada por 30 mil corredoras y corredores en el Maratón de la Ciudad de México.

Estampas abundan. Un hombre con una bolsa de hielo corre junto a las y los atletas para dejarles uno de los cubos refrescadores en el kilómetro 37, a cinco de la meta; una adulta mayor se hinca junto al joven acalambrado y le frota con una pomada la pierna derecha; familias enteras generosamente ovacionan a quienes podemos ocupar 6 horas o más en recorrer el trayecto y a quienes se lo merecen desde las desventajas óseas, etarias, volumétricas.

Un corredor abraza a otro para ayudarle a cruzar la meta; no se conocían. Caminan dolidamente juntos.

Ciudadanía modelo en 42.195 kilómetros. La marea del Maratón, reveladora de las grandes oportunidades de fortalecer el acompañamiento a las y los más vulnerables en otros espacios y situaciones de la vida en sociedad. Atrás de los maratonistas, sin dudar y sin el mismo esfuerzo, pero significativamente activos en domingo, marchan por Avenida Juárez trabajadores y colaboradores diversos opuestos a la reforma judicial.

Abrazar, colaborar, denunciar, dialogar, resistir, defender. Nociones ciudadanas vitales para enfrentar y erradicar, por ejemplo, uno de los tres delitos transnacionales más redituables para el crimen organizado y, para superar el cliché, en situación de concurso de delitos: los mismos de las drogas y las armas también lo son de la extorsión y Trata. Las víctimas principales son niñas, niños y adolescentes, así como mujeres.

El reportaje de Cecilia Hilguera Albarrán, publicado ayer por Crónica, coloca un puntual acento: la capacidad de indignarnos, posibilitadora de la movilización ciudadana para reportar situaciones sospechosas, como la presencia de menores de edad en las llamadas cachimbas —sitios de descanso en la carretera para operadores de transporte— o en las centrales de autobuses, los cruceros o en condiciones de explotación laboral. La denuncia contribuye como oportunidad de vivir libres de violencia y de impunidad.

Los reportes a la Línea y Chat Nacional Contra la Trata de Personas, 800 5533 000, del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, realizados por testigos o víctimas indirectas demuestran esa empatía necesaria para visibilizar uno de los delitos más difíciles de denunciar e investigar.

En esa capacidad de indignación está la oportunidad de contribuir a la erradicación de la esclavitud moderna y de brindar acompañamiento a otros sectores de la población en condiciones de vulnerabilidad.

Este 28 de agosto se conmemora en México el Día de las y los Abuelos, una fecha para concientizar sobre las necesidades de tejer redes de apoyo en torno a personas adultas mayores para enfrentar el abandono físico o el relacionado con aspectos de su vida cotidiana ante los cuales carecen de herramientas, como trámites o la inmersión en el espacio digital.

A través de la familia o la comunidad —como esta que dio muestras de empatía al paso de las y los maratonistas de este domingo— es posible acompañarles en ese proceso. En lo institucional hay esfuerzos centrales como los desarrollados en la capital nacional con políticas de asistencia social primero implementadas por Claudia Sheinbaum, continuadas por Martí Batres y sin ninguna razón para negar la probabilidad de profundización de las mismas con Clara Brugada, quien se ha manifestado por una ruta de cercanías territoriales desde las instituciones.

La de ayer fue una marea ciudadana sin colores, excluido el anaranjado de la camiseta maratonista. La mayor generosa simpatía fue detonada por el esfuerzo de otras personas, asociada con un impulso a tiempo, una palabra de aliento oportuna a lo largo del recorrido entre Ciudad Universitaria y el Zócalo.

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