Kylian Mbappé, el mejor jugador de futbol del mundo, fue presentado como nuevo jugador del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu. Portará la camiseta número 9 que comenzó a venderse como pan caliente. Es el nuevo ídolo de los merengues, actuales campeones de España y de la Champion League que no necesitaban reforzarse, pero ningún equipo puede rechazar la posibilidad de tener a Kylian es sus filas.
La migración africana ha nutrido de estrellas a los equipos europeos de futbol. Convierten este deporte en un espejo de la multiculturalidad del viejo continente. Un fenómeno social, en muchas ocasiones trágico por la muerte de los migrantes en el éxodo, ha tenido una derivación deportiva exitosa. Los hijos de migrantes pobres que crecieron con carencias se transformaron en jugadores profesionales ricos, incluso millonarios. Sus padres se jugaron el todo por el todo en el mar o en el desierto, justo como muchos migrantes mexicanos lo hacen, para darles a sus hijos mejores oportunidades.
Kylian es uno más de los futbolistas que juegan en España y el resto de Europa que nacieron en África o que sus padres lo hicieron, migraron y se reprodujeron en Europa. Él nació en París de padres africanos. Su papá, Wilfred, nació en Camerún y su madre Feyza es argelina, de los bereberes. Ya es una estrella del deporte que solo por firmar con el Madrid recibió un bono de 40 millones de euros. Tendrá un sueldo colosal pero los ingresos fuertes serán por lo que deje el manejo de su imagen.
Ahí mismo, en el Madrid, compartirá el vestidor con Eduardo Camavinga, compañero de la selección francesa, un centrocampista zurdo que nació en un campo de refugiados en Angola donde estaban buscando protección sus padres, Celestino y Sofía, que nacieron en el Congo de donde huyeron por la violencia. La familia entera se trasladó a Francia donde Eduardo destacó pronto como promesa futbolera. El resto es historia
También tenemos que hablar de Lamine Yamal el joven, todavía un adolescente, que comandó a la selección española en la conquista de la Copa de Europa. Es un prodigio de precocidad. A los 15 años, cuando el resto de los adolescentes andan tratando de salir de la secundaria, Lamine debutó como profesional en el Barcelona. Acaba de cumplir 17, ya ganó la Copa de Europa, ya es rico y pinta para millonario. Su contrato tiene una cláusula de recesión de mil millones de euros. Es tan joven que dirime sus diferencias con sus compañeros en la selección jugando “piedra, papel o tijera”. Pasó de las canchas de cemento del barrio de Rocafonda, en Barcelona, plagado de migrantes de países africanos, a la cima del mundo futbolero. Mejor, Imposible. Lamine nació en Barcelona, es hijo de Mounir Nasraoui de Marruecos, y de Sheila Ebana de Guinea Ecuatorial.
Lamine se hizo mejor amigo en la selección española de Nico Williams que juega de extremo izquierdo y fue autor de un gol definitivo en la final de la Eurocopa contra Inglaterra. Los padres de Nico, Félix y María nacieron en Ghanna y como muchos otros decidieron probar suerte en Europa. Cuenta la leyenda que el “coyote” que los trasladaría los estafó y despareció con su dinero por lo que tuvieron que cruzar gran parte del desierto del Sahara a pie. Una hazaña de película.
En los festejos por el triunfo obtenido en la final de la Copa América un jugador de la selección argentina entonó un canto racista dirigido a Kylian que dice: "Juegan por Francia, pero vienen de Angola, qué lindo es, van a correr, es un come travas (travestis) como el ... de Mbappé. Su vieja es nigeriana, su viejo camerunés, pero en el documento nacionalidad francés".
La Federación Francesa pidió castigo para Enzo Fernández, que desde luego merece la amonestación, pero el cántico ahí queda.
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