Con la preocupación y la revalencia de la subalimentación la prevalencia de la subalimentación es el indicador tradicional de la FAO que se utiliza para hacer un seguimiento del hambre a nivel mundial y regional.
Se desarrolló en un momento en que muy pocos gobiernos nacionales, en especial en los países de ingresos más bajos, recopilaban periódicamente datos sobre el consumo de alimentos.
La metodología se basaba en los datos agregados del nivel de los países disponibles en la mayoría de los países y, por otro lado, en datos ocasionales sobre consumo de alimentos disponibles en algunos países para producir una estimación de la proporción de la población que no tiene acceso regular a suficiente energía alimentaria para llevar una vida sana y activa.
Con el paso del tiempo, gracias a los avances logrados en la realización de las encuestas nacionales por hogares, aumentó el número de países que podían proporcionar información acerca de la desigualdad en el acceso a los alimentos en una población determinada. Ahora, la mayoría de los países del mundo recopilan información sobre el acceso de las personas a los alimentos en encuestas nacionales de población periódicas, con las que se generan datos que se usan cada vez más para mejorar las estimaciones de la prevalencia de la subalimentación de la FAO. Dado que la mayoría de las encuestas por hogares no proporcionan pruebas directas del consumo individual de alimentos, la prevalencia de la subalimentación se estima utilizando un modelo estadístico en el que se modela la distribución del consumo habitual para un individuo representativo de la población.
El enfoque presenta el inconveniente de que esa inferencia solo resulta posible en el nivel del grupo de población y se puede desglosar solo hasta el punto en que lo permite la representatividad de las encuestas con las que se recopilaron los datos. Considerando la disponibilidad de datos actual para la mayoría de los países, no se pueden producir estimaciones de la prevalencia de la subalimentación en niveles suficientemente desglosados a fin de identificar las poblaciones vulnerables específicas dentro de los países, lo que constituye una limitación para hacer un seguimiento del muy ambicioso objetivo de lograr el hambre cero en una agenda que tiene la finalidad de que “nadie se quede atrás”. También, debido a la índole probabilística y los márgenes de incertidumbre relacionados con los parámetros del modelo, que usualmente tienen intervalos de confianza de aproximadamente 5 puntos porcentuales de la estimación, la prevalencia de la subalimentación no puede hacer un seguimiento de los progresos logrados en la reducción del hambre cuando los niveles de esta prevalencia son de por sí muy bajos.
Prevalencia de la inseguridad alimentaria grave entre la población, según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria Para complementar la información que proporciona la prevalencia de la subalimentación y a fin de poder realizar un seguimiento mundial de la meta 2.1 de los ODS más eficazmente, la FAO se inspiró en los países que ya siguen un enfoque diferente para medir la seguridad alimentaria.
El enfoque consiste en pedir a las personas, directamente en una encuesta, que informen acerca de la presencia de las condiciones y comportamientos que se sabe que reflejan limitaciones en el acceso a los alimentos.
El módulo de encuesta de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES) consta de ocho preguntas que han sido cuidadosamente seleccionadas y probadas y han resultado eficaces para medir la gravedad de la situación de inseguridad alimentaria de los encuestados de diferentes contextos culturales, lingüísticos y de desarrollo. Los datos de la FIES se procesan fácilmente, por lo que pueden generarse resultados de manera oportuna para presentar una imagen de la situación en tiempo real.
La FIES tiene dos características que la convierten en una valiosa herramienta para cumplir con los desafíos del monitoreo que presenta la Agenda 2030. En primer lugar, al ser una medida basada en encuestas directas, cuando se incluyen en las encuestas nacionales de población a gran escala, los resultados pueden desglosarse, lo que ayuda a identificar qué segmentos de la población de un país se ven más afectados por la inseguridad alimentaria. En segundo lugar, es posible estimar la prevalencia de la inseguridad alimentaria en diferentes niveles de gravedad. Es probable que una persona que experimenta una inseguridad alimentaria grave haya pasado días enteros sin comer debido a la falta de dinero u otros recursos.
Luis David Fernández
Economista
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