Opinión

La migración y los muros sin piedras

“Creemos en puentes, no en muros,” dijo usted al finalizar el Diálogo de Alto Nivel México-EUA, sostenido la semana pasada con el secretario de Estado, Antony Blinken; el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas; y el fiscal General, Merrick Garland.

El comentario vino a cuento cuando inesperadamente (¿?) se dio a conocer que la administración Biden ampliaría el muro fronterizo, pues la partida presupuestal para tal propósito fue aprobada en 2019 y obligadamente debe ser aplicada. No quedó claro si efectivamente se van a construir 32 kilómetros adicionales o si los dineros serán utilizados para implementar más tecnología en los tramos ya existentes.

Lo que sí quedó claro es que las presiones dentro del mundo político de EUA, tanto de demócratas como republicanos, están en su máxima expresión y no son buenas noticias para los migrantes, ni para México.

Las imágenes de los migrantes sobre los trenes o de los hacinamientos en refugios improvisados nos recuerdan a diario que es un problema humanitario, económico y de seguridad para ambas naciones. Peor todavía, si creemos que los migrantes que logran cruzar la frontera “ya la hicieron”, la realidad es otra. Mire, señora canciller qué historias y qué datos.

Una arista muy triste del fenómeno migratorio es el incremento de familias con niños que intentan llegar a EUA, para las cuales el gobierno estadounidense ha implementado en 21 ciudades un procedimiento especial: Family Expedited Removal Management (FERM). Son tantas las familias, que éstas tienen que esperar semanas para obtener una cita; cuando ya tienen fecha, pasan a territorio estadounidense, donde uno de los padres debe llevar un geocalizador o “pulsera” en el tobillo.

Cuando la familia acude a la cita, durante la entrevista se analiza si es elegible y, en caso de recibir un fallo negativo, puede apelar dentro de los siguientes 30 días. Es decir, en un mes tiene que conseguir un abogado para la siguiente audiencia, lo cual muy pocas familias logran, según reporta el Migration Policy Institute. Consecuencia: la familia es deportada.

Suponiendo que la familia aprueba la entrevista en el FERM, ello no es sinónimo de aceptación migratoria. La familia todavía debe presentarse ante una Corte a defender su solicitud y eso requiere asistencia legal formal. Algunas organizaciones no lucrativas, como Americanos por la Justicia Migratoria, tratan de proporcionar ayuda legal a las familias, pero se enfrentan con que el FERM no cuenta con un procedimiento para vincular a los solicitantes con los abogados.

Esta ha sido una crítica recurrente al FERM por parte de organizaciones humanitarias y defensoras de derechos civiles, pues consideran que el programa deja a la deriva a las familias, incrementando sus probabilidades de deportación. Desde luego, durante el mes de espera, los padres no pueden trabajar., siendo que sus recursos económicos a estas alturas ya son inexistentes.

Cuando una organización como el Centro Nacional para la Justicia del Migrante logra contactar a una familia, generalmente el tiempo se está agotando. Los abogados suelen contar con unas cuantas horas para preparar los argumentos a presentar en la Corte, siendo que por lo menos requerirían 100 horas para encuadrar el caso específico dentro de la complejidad de la ley migratoria. Los jueces también están rebasados para revisar adecuadamente cada caso. En conclusión: todo juega en contra de los migrantes, por muy justificado que sea su caso.

Claramente, los programas de EUA no parecen dar salida al problema migratorio y me temo que el asunto seguirá recayendo en nuestro territorio. Tan solo en 2022, hubo 2.4 millones de “encuentros” en la frontera entre arrestados y deportados desde EUA. ¿Cuántas de esas personas siguen en nuestro país esperando otra oportunidad? ¿Cuántos se hacinan en “refugios” inhumanos como el irónicamente llamado Siglo XXI?

De los 70 mil migrantes ilegales al mes registrados por SEGOB, ¿cuántos de ellos cuentan historias de terror sobre las extorsiones y maltrato que sufren a manos de las bandas o de los agentes del Instituto Nacional de Migración? Nada más le cuento que prefieren cruzar la selva que pasar por el territorio nacional; así les va a los pobres.

Curioso que el presidente López Obrador quiera convocar a los cancilleres de 11 países generadores de migración, cuando el año pasado desairó una reunión similar organizada por el presidente Biden y lo hizo con un pretexto baladí. Como sea, ni uno ni otro gobierno le ha encontrado la cuadratura al círculo, ni se la buscará en un año electoral.

Así que con más o menos muro, los migrantes seguirán fregados.

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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