Una de las preocupaciones cuando empezaron los programas de vacunación en gente joven fueron los reportes que salieron en Israel, Europa, Canadá y Estados Unidos sobre casos de miocarditis o pericarditis que ocurrieron algunos días después de haber recibido la vacuna anti-COVID de RNAm, ya sea la BNT162b2 de Pfizer/BioNTech o la mRNA-1273 de Moderna.
La miocarditis es una inflamación del corazón, mientras que la pericarditis es una inflamación de la capa de tejido que recubre al corazón. Son condiciones serias, más la miocarditis que la pericarditis, pero usualmente responden a la terapia antiinflamatoria y se curan. De los 382 casos reportados en Israel solo uno fue fatal, los demás se autolimitaron (New England Journal of Medicine doi: 10.1056/NEJMoa2109730). En el reporte de Estados Unidos se contabilizaron 1,626 casos en 192,405,488 personas que recibieron 354,100,845 dosis de vacuna y ninguna fue fatal (JAMA doi: 10.1001/jama.2021.24110). Algunos conocidos antes de vacunar a sus hijos me han preguntado al respecto. Hace unas semanas se publicó un artículo en la revista Lancet que me parece que pone en perspectiva la realidad sobre este asunto (doi: 10.1016/S0140-6736(22)00791-7).
Se trata de un estudio retrospectivo que analizó bases de datos de servicios de salud en los Estados Unidos en el que se investigó la ocurrencia de casos de miocarditis o pericarditis entre 1 y 7 días después de haber recibido alguna de las vacunas de RNAm, en sujetos de 18 a 60 años de edad, entre diciembre de 2020 y diciembre de 2021. Se hizo una comparación con los casos en las mismas bases de datos, pero en el año anterior a que apareciera el COVID, para obtener el radio entre la incidencia observada con las vacunas contra la esperada, según lo ocurrido en la base de datos histórica.
Se encontraron un total de 411 casos de miocarditis y/o pericarditis en una población de 15,148,369 individuos que recibieron 16,912,716 dosis de vacuna de Pfizer/BioNTech y 10,631,554 dosis de vacuna de Moderna. Los casos fueron más frecuentes en la población de 18 a 25 años (33-42 %) y en hombres (58-73 %). La incidencia en esta edad después de la segunda dosis fue de 1.71 casos por 100 mil personas-día para Pfizer y 2.17 para Moderna. En general se observó un exceso de 27.8 casos por millón de dosis. Es decir, que en un millón de personas vacunadas de 18 a 25 años se observaron 27 casos más que los esperados. Al tomar en cuenta solo los que requirieron hospitalización en urgencias, el exceso de miocarditis/pericarditis por millón de dosis fue de 11.4 para Pfizer y 7.3 para Moderna. Las diferencias entre las vacunas no fueron significativas.
Los resultados de este trabajo dejan más o menos claro que es real que existe un riesgo, sobre todo en gente joven, de desarrollar miocarditis o pericarditis después de una vacuna de RNAm anti-COVID. Sin embargo, el riesgo es muy bajo y los casos fatales son muy raros. Es probable que el riesgo de tener un accidente grave en automóvil sea mayor que el de esta complicación y no por eso dejamos de utilizarlos. El beneficio de vacunar a la población contra el COVID es claramente superior al riesgo.
Un colega que participa en el grupo de análisis de reacciones adversas a las vacunas anti-COVID de la Secretaría de Salud me comenta que en nuestro país los casos reportados de miocarditis/pericarditis han sido prácticamente inexistentes. Quizá se deba en parte a que muchas de nuestras dosis de vacunas no han sido de RNAm.
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