Opinión

El mito fundacional

Existe un tipo de mito que tiene como función proporcionar a los grupos sociales un sentimiento de identidad y pertenencia. El relato del origen, de la forma en que surgió y se consolidó una nación, una religión, un movimiento social o una raza, es un elemento esencial en la formación de la conciencia identitaria. El mito fundacional -así se le conoce a este tipo de relatos- está formado más por elementos de la fantasía y la imaginación que por hechos históricos reales.

En muchas de las narraciones relativas a los héroes griegos el tema que explica el nacimiento de una ciudad o un pueblo es muy común. Un ejemplo fascinante es el que se refiere a la fundación de la ciudad griega de Tebas.

Cadmo era hermano de Europa e hijo de Agenor, rey de la ciudad de Tiro. Cuando Zeus raptó a Europa convertido en un toro blanco, Agenor mandó a todos sus hijos a buscarla con la consigna de que no regresaran a casa sin haberla encontrado. Cadmo emprendió la búsqueda por el rumbo de Rodas, luego enfiló hacia la isla de Thera y finalmente visitó el Oráculo de Delfos para consultar el paradero de su hermana. El oráculo le reveló que su esfuerzo sería infructuoso, pues nunca la encontraría. Le aconsejó que dejara de buscarla y le dijo que, ante la imposibilidad de volver al reino de su padre, siguiera a una vaca y en el lugar donde el animal se desplomara por el cansancio, fundara una ciudad.

En el camino hacia Fócide encontró unos establos pertenecientes al rey Pelagonte. Ahí consiguió una vaca que tenía marcada una luna blanca en cada costado. La puso en movimiento y cuando sus fuerzas se agotaron en el camino, se dispuso a sacrificarla en honor a Atenea. Mandó a sus hombres por agua para celebrar el sacrificio, pero éstos fueron atacados y asesinados por un feroz dragón. El héroe luchó con el monstruo y cuando le dio muerte sembró sus dientes en la tierra, siguiendo las instrucciones de la diosa. Los dientes del dragón germinaron y de ellos nacieron hombres armados que al momento de quedar separados de sus raíces entablaron una sangrienta pelea entre ellos. Se mataron entre sí y sólo sobrevivieron cinco de ellos: Equión, Udeo, Ctonio, Hiperenor y Peloro, que ayudaron a Cadmo a construir la ciudad de Tebas y fueron conocidos como los Espartos que significa, hombres sembrados, seres que nacieron de la tierra.

Los mitos fundacionales no siempre permanecen inamovibles en el tiempo, de tanto en tanto se renuevan o se abandonan por otros con contenido más grandioso o de mayor impacto épico. El emperador Augusto, por ejemplo, en el siglo I a.C. encargó al poeta Virgilio reinventar el origen del pueblo latino, para hacerlo descendiente directo de los lejanos habitantes de Troya. El resultado fue la Eneida, una obra que a juicio del propio autor estaba inconclusa y era imperfecta, por lo que a su juicio debía ser destruida. Afortunadamente no fue así y aún podemos disfrutar la epopeya de Eneas, más que como un mito fundacional, como una de las grandes creaciones de la imaginación literaria.

Hermann Broch en su fabulosa novela La muerte de Virgilio nos ofrece un dramático diálogo entre Virgilio y Augusto. El poeta presenta en su lecho de muerte al monarca sus dudas en torno a la pertinencia de dar a conocer su obra. Insiste en que el manuscrito debe ser quemado. Mientras que el emperador intenta convencerlo de su importancia para el imperio y el pueblo de Roma. Piensa, por el contrario, que La Eneida es algo que se debe conservar por toda la eternidad para la exaltación de la grandeza y la gloria de los romanos.

Los mexicanos tenemos nuestros propios mitos de inauguración que nos dan identidad. La fundación de Tenochtitlán, la Independencia, la Reforma, la Revolución -y sin duda las apariciones de la guadalupana- han sido momentos de la historia nacional a partir de los cuales se han formado, no sin una dosis de imaginación y fantasía, la narrativa de la epopeya nacionalista.

El mito fundacional justifica el inicio de un periodo histórico y la abolición del tiempo pasado. En la imaginación mítica la historia no se concibe como un proceso social complejo sino como una colección de actos voluntaristas de una sola persona o un grupo de iluminados. Los relatos iniciáticos están casi siempre ligados a las hazañas de un héroe o de un grupo de amigos conspiradores. Al final de todas sus peripecias logran vencer las adversidades (al feroz dragón) y se convierten en los seres gigantes que nos dieron patria.

Las narraciones fantasiosas de los mitos fundacionales no resisten la más elemental crítica, no obstante, la gran adhesión de una comunidad a ellos se explica por la predisposición de las personas a creer y a tener fe en las historias que se cuentan desde las posiciones de autoridad.

Hoy estamos viviendo un momento en el que se quiere construir uno de esos mitos de inicio y abolición de la historia. La elección del gobierno federal se llevó al cabo en el 2018 y la ganó por mayoría un partido político desplazando del poder a otro partido. La mayoría de los ciudadanos eligió a un gobierno con la esperanza de que resolviera los problemas que más afectan a la población. Esas fueron las promesas del candidato electo. En la próxima elección federal los propios ciudadanos decidirán si el partido que ha gobernado en este periodo merece continuar o, por el contrario, se deberá optar por un gobierno alternativo que prometa mejores resultados. La alternancia en el poder es algo que ya se había normalizado en todo el país y desde el año 2000 a nivel federal.

En la narrativa oficial, sin embargo, se ha querido exagerar el triunfo electoral a nivel de una gesta heroica definitoria del futuro e irreversible. Como los mitos requieren del ritual para mantenerse vivos, el gobierno ha construido un arsenal de ellos. Dese las conferencias diarias del presidente, solo comparables en su persistencia con las misas católicas, los “informes” en el Zócalo y otras celebraciones oficiales, el gobierno se propone dejar en la imaginación colectiva el recuerdo de la gran hazaña. Así tenemos que cada 1 de julio se re-presenta la fecha primigenia -ocurrida en 2018- cuando nuestro prócer transformador derrotó al monstruo.

Copyright © 2023 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México