Opinión

Las Moiras

En la mitología griega, algunas personificaciones femeninas de determinadas fuerzas o fenómenos considerados divinos eran representadas en grupos de tres. Es el caso de las Erinias, las Hespérides, las Gracias, las Grayas, las Moiras, entre otras. En otras mitologías, como las que surgieron en Egipto y la India, era común la existencia de “deidades triples”, como lo observó George Dumézil.

World History Encyclopedia

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Robert Graves afirma que la inclinación por representar a las divinidades en triadas femeninas deriva de la evocación a tres fases de la luna -nueva, llena y menguante- y su asociación con las tres edades de la matriarca -doncella, mujer núbil y vieja-. También estaba asociada a tres fases del ciclo agrícola anual, es decir, con las manifestaciones de la Madre Tierra durante el año. La doncella representaba la primavera, la ninfa al verano y la vieja al invierno. Igualmente, la triada Selene, Afrodita y Hécate aludía al cielo, la tierra y el inframundo. Era una sola diosa que se manifestaba de tres maneras distintas.

Las Moiras eran hijas de la Noche y Érebo (la oscuridad) y sus nombres son Cloto, Láquesis y Átropo. En la mitología romana eran conocidas como las Parcas y sus nombres latinos eran: Nona, Décima y Morta.

Las Moiras eran consideradas las tejedoras del destino de las personas. Se aparecían vestidas de blanco en el preciso momento del nacimiento para dictar la longitud que tendría la vida del recién nacido. A Cloto se le asignaba la función de hilar; a Láquesis, la de determinar la longitud que tendrá el tejido; y a Átropo, la de cortar el hilo, cuando llega la muerte del individuo. Según R. Hard, en algunas representaciones, Cloto aparece sujetando la rueca, mientras que Láquesis hila y Átropo corta.

Las Moiras aparecen en algunos relatos muy conocidos como en el de la cacería del jabalí de Calidón. Cuando nació Meleagro, el héroe calidonio que dio muerte al jabalí, las Moiras visitaron a su madre, Altea, para anunciarle que la vida del niño solo duraría lo que tardase en consumirse un leño que estaba en la hoguera. Altea fue inmediatamente al hogar para sacar el leño de la lumbre, lo apagó con un jarro de agua y lo escondió en un cofre. De esta forma, Meleagro pudo tener una vida adulta y participar en renombradas hazañas heroicas.

En el canto XXIV de la Ilíada, cuando Hécuba llora la muerte de su hijo Héctor, en manos de Aquiles, recuerda el momento del nacimiento de Héctor: “La poderosa Moira lo recibió en su mantilla después del parto y le fijó su destino“.

En el canto VII de la Odisea se menciona también a las Moiras como las determinadoras del destino en el nacimiento. En la parte final de su retorno, cuando Odiseo llega a la isla de los faiakienos, el rey Alkinoo y su hija Nausicaa lo reciben con hospitalidad y lo ayudan a regresar a salvo a Ítaca. En el brindis de la noche anterior a su partida, el rey pronuncia un discurso en el que menciona que hará todo lo posible para que Odiseo pueda navegar sin trabajos ni contrariedades y que “llegue lleno de alegría a su tierra patria, aun cuando esta se encuentre muy lejana, y no sufra nuevo mal ni miseria alguna hasta que pise el suelo de su tierra natal; que allí padecerá el designio que las fatales Moiras le hayan hilado en el instante mismo en que su madre lo pariera”.

En el mito de Alcestis y Admeto, las Moiras son emborrachadas con vino por Apolo para impedir que ejecutaran la sentencia de muerte que la diosa Artemisa había establecido para Admeto, por incumplir el sagrado rito del sacrificio prenupcial.

“Píndaro presenta a una de las Moiras, Cloto, como la que supervisa la resurrección de Pélope, cuando es devuelto a la vida después de haber sido asesinado por su padre” (R. Hard).

En la lucha de Zeus contra el monstruoso Tifón, las Moiras jugaron un papel decisivo en el triunfo del dios. Cuando Tifón se apareció en el monte Nisa, las Moiras le ofrecieron como alimento “frutos efímeros”, diciéndole que con ellos recuperaría la fuerza. El engaño surtió su efecto y Tifón no solo no recupero el vigor, sino que la ingesta de esas frutas causó su debilidad y facilitó el trabajo de Zeus para darle muerte. Las Moiras también participan en la batalla de Zeus contra los Gigantes, en la que derriban con mazos a varios de ellos, contribuyendo a la victoria de los olímpicos.

Existen relatos que afirman que las Moiras, con la ayuda de Hermes, fueron las inventoras del primer alfabeto griego, compuesto por cinco vocales y las consonantes B y T (R. Graves).

La idea de que el destino de las personas está determinado de antemano por designio divino es muy antigua y persiste en la mente de muchos en la actualidad. Es contraria al planteamiento prometeico de que los individuos y la sociedad pueden forjar su propio destino mediante la acción consciente, rechazando el determinismo, ayudados por la técnica, el conocimiento y la justicia.

Lo que es inevitable en la naturaleza, hasta ahora, es que los seres vivos tienen sellado un pacto inevitable con Átropo o con la latina Morta. En algún momento, el hilo de la vida será cortado. ¿Qué sucedería el día en que la humanidad lograra vencer a esta inflexible Moira?

José Saramago, en una de sus últimas novelas, publicada en 2005, con el titulo Las intermitencias de la muerte, aborda con ingenio y sarcasmo esta posibilidad. A partir de la media noche de un primero de enero, la muerte deja de hacer su trabajo. La gente se pregunta sobre la razón de por qué, de un día para otro, las personas dejan de morir. Las dudas sobre el suceso, no dejan, sin embargo, de hacerlas sentirse felices.

Pero el gozo individual, pronto plantea graves problemas sociales. Las agencias de seguros dejan de ganar dinero, pues ya nadie compra sus pólizas que cubren los riesgos de morir, los asilos se llenan de personas ancianas, colapsando los sistemas de salud, los dueños de las funerarias ven arruinados sus negocios, la religión entra en crisis porque ya no se le tiene miedo a morir y se olvidan de la idea, común a las religiones, de que existe una vida después de la muerte.

La razón de que la muerte deja de hacer su trabajo se explica porque cuando intenta ir por un joven violonchelista, observa su música y se enamora de él, convirtiéndose ella misma en un ser sensible, cambiando así su naturaleza fatal.

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