El presidente ni la burla perdona. Quedó claro para todos que haber entregado el bastón de mando a la doctora Sheinbaum fue todo menos una cesión de poder. De eso nada. Darle el bastón es parte de una estrategia preventiva por si la salud le falla y tiene que salir de manera definitiva del escenario político. Pero mientras el cuerpo aguante él seguirá haciendo campaña todas las mañanas como si el INE y el TEPJF estuvieran pintados y no existiera una ley electoral que con el ánimo de proteger la equidad en la competencia, limita el activismo del titular del Ejecutivo, que tiene todo a su favor para desequilibrar la contienda.
¿Por qué AMLO no deja que Claudia y su grupo hagan su trabajo y él se dedica efectivamente a gobernar? La respuesta es que ni sabe ni le interesa aprender, lo suyo, lo que se le da de manera natural, en lo que sobresale, es en el forcejo político. Nunca pierde, y cuando pierde arrebata. No puede pasar ni un día sin repartir descontones y luego decir, casi al borde del llanto, que él es la víctima. El melodrama político a la mexicana.
En los hechos, el presidente se burla y menos precia a su propio grupo. Tal parece que ni Claudia, Mario Delgado, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Fernández Noroña, Clara Brugada ni Omar García Harfuch, pueden hacer el trabajo de confrontar mediáticamente a Xóchitl Gálvez y en general a la oposición. ¡Para eso están! La doctora Sheinbaum es, se dice, la coordinadora nacional de la defensa de la 4T, el presidente ya no lo es, o él mismo dijo que ya no lo es, pero como es la regla de la casa volvió a mentir, comenzando por mentirle a sus propios compañeros de sector y de partido.
La chamba del presidente se limita a usar el Palacio Nacional para hablar mal de los opositores a pesar de que según dice ya no es el jefe de su movimiento político. Los demás problemas del país lo aburren. Por ejemplo, no tiene idea de cómo entrarle al tema de la inseguridad. Su máximo esfuerzo es presentar alguna encuesta favorable y cambiar de tema lo más rápido posible. mientras el país rebasa los más de 160 mil homicidios dolosos. Una verdadera carnicería.
Entre los muertos recientes están dos servidores públicos del más alto nivel en la FGR, el fiscal especial para Tierra Caliente y el delegado en Guerrero. Ambos fueron ejecutados con pocas horas de diferencia en ataques coordinados a plena luz del día, con la confianza plena en la impunidad, ya sea porque la agresión la cometieron policías directamente o porque la policía está en la nómina de la delincuencia. Una de dos. No hay más. Guerrero es uno de los ejemplos más claros, aunque por desgracia no el único, del fracaso de la estrategia del gobierno que lleva el burlón nombre de “Abrazos no balazos”.
La gobernadora del estado y la fiscal fueron rebasadas hace mucho. Se limitan a dar declaraciones vagas, de machote, para decir que están investigando, cuando lo que hacen es rezar para que las fuerzas federales saquen otra vez las castañas del fuego. No es un dato menor que el fiscal especial para Tierra Caliente haya sido un militar en activo. ¿Cuántos policías y agentes de la Fiscalía en Guerrero son en realidad parte del brazo armado de la mafia?
En lugar de intentar responder esa pregunta y parar la masacre, el presidente sigue en lo suyo de manera obsesiva: trata de demoler a Xóchitl. Mientras lo hace, los grupos de la delincuencia organizado con todo y sus aliados uniformados, toman el control del país.
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