Seguramente usted ya leyó la investigación difundida ayer por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MXvsCI) bajo el título “Sandoval alertó del nombramiento en FGR de ex escolta de AMLO que estuvo preso, acusado de vínculos con el narco.”
El documento viene a ser como la temporada 2 de la saga iniciada por Tim Golden bajo el título “¿Entregaron los narcotraficantes millones de dólares a la primera campaña del Presidente Mexicano López Obrador?” (ProPublica 31/01/2024).
Veamos cómo es que ambas piezas de investigación se vinculan.
Como usted recordará, Golden afirma en su reportaje que Roberto López Nájera, un delincuente vinculado al cártel de los Beltrán Leyva y a Sergio Villarreal, (a) “El grande”, informó a la DEA haber tenido tratos con Mauricio Soto Caballero, “operador político que lideraba un equipo de avanzada para el jefe de logística de la campaña, Nicolás Mollinedo” durante la campaña de AMLO en 2006 y que “también le había presentado a miembros del equipo de seguridad.”
Golden relata que cuando Soto fue detenido por la DEA, afirmó haber recibido dos millones de dólares enviados por los Beltrán Leyva y habérselos entregado a Mollinedo, el famoso chofer-jefe de logística de López Obrador.
Ahora pasemos a la investigación de MXvsCI, toda basada en documentos oficiales. El escolta de AMLO al que se refiere sería el Tte. Cor. Ret. Silvio Isidro de Jesús Hernández, quien tiene una larga cola que le pisen.
Después de que López Obrador dejó el Gobierno del D.F., Hernández se fue a trabajar como director de la Policía Ministerial de Sinaloa, dependiente de la Procuraduría Estatal. En 2012, este militar retirado fue detenido por una solicitud federal bajo la acusación de delincuencia organizada y delitos contra la salud, junto con otros tres generales.
Por cierto y en complemento de lo anterior, ProPublica indica que un informante de la DEA sostuvo una conversación con Mollinedo, la cual fue grabada secretamente. “Nico” dijo estar preocupado por las detenciones de dos escoltas de AMLO y que éstos reconocieran las aportaciones del narco a la campaña de 2006. De los detenidos, el único escolta era Hernández.
En paralelo, la investigación del presunto soborno a la campaña fue cerrado en EUA, pero no fue concluido. De entrada (y mire lo que son las cosas), la administración de Felipe Calderón decidió que seguir adelante con tal investigación ya tan cerca de las elecciones, iba a ser una bomba de desestabilización política para el país, según refieren los entrevistados de Golden.
Al inaugurarse el sexenio lopezobradorista, Hernández Soto estuvo a punto de hacerse cargo de SIEDO, área de combate al narco en la Fiscalía General de la República; la Iglesia en manos de Lutero, diría mi abuela. Afortunadamente, el área de inteligencia de SEDENA detecta que para acceder al cargo este oscuro personaje estaba haciendo un mal uso del nombre de usted, señor secretario. Para sustentar lo inconveniente de tal designación, usted recordará mi general, que recibió una lista de los malos pasos de Hernández, comprobados por la propia SEDENA.
Celebro que el área de inteligencia militar haya sido tan eficaz al avisarle a usted del asunto y pudiera usted deslindarse de cualquier vínculo de amistad, interés o recomendación hacia Hernández. También celebro que usted haya informado a FGR y eso habría sido suficiente para reventar la designación al poco tiempo.
Pese a toda la información que ambas investigaciones nos proporcionan, me quedan, señor secretario, muchas dudas.
El juicio a Hernández y los otros tres generales no avanzó, pues al inicio de la administración peñista, el entonces Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, retiró los cargos. ¿De verdad Hernández era inocente?
Es por este caso que los testigos protegidos, “El grande”, Soto y López Nájera, pierden credibilidad en México, pero no en las Cortes de EUA, pues sus testimonios han sido fundamentales para la condena de Genaro García Luna y Joaquín Guzmán Loera, “El chapo”. Cabe señalar que la Fiscalía del Distrito de Nueva York, donde fueron juzgados estos dos últimos personajes, no se conformó solo con los dichos de los testigos protegidos; también buscó otros testimonios que los corroboraran. Entonces, ¿por qué en EUA sí valen las acusaciones y aquí no?
Por cierto, Golden también corroboró tales declaraciones con “documentos oficiales gubernamentales (…) y más de una docena de entrevistas con oficiales estadounidenses y mexicanos”; lo mismo hicieron Deutche Welle e InSightCrime, donde también apareció el caso.
Todo lo anterior, sumado al negro currículum que SEDENA tiene del militar retirado, me lleva a preguntar:
¿Dónde está Hernández?
¿Nadie va a invesigar seriamente a Nicolás Mollinedo quien de la noche a la mañana se habría hecho rico?
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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