Opinión
Obama se equivoca: no es Biden, es su esposa Michelle
Fran Ruiz

Obama se equivoca: no es Biden, es su esposa Michelle

Un día después del desastroso debate de Joe Biden, del que salió airoso el delincuente convicto Donald Trump, el editorial del The New York Times pedía al presidente de Estados Unidos que renuncie y se busque de urgencia otro candidato, capaz de rebatir con agilidad las mentiras del republicano y presentar un programa ilusionante para demócratas e indecisos.

La esperanza se llama Michelle Obama

La esperanza se llama Michelle Obama

IG Michelle Obama y EFE

Sin embargo, Biden encontró el aliado perfecto para impedir que el pánico de los dirigentes demócratas se convirtiera de inmediato en una rebelión: Barack Obama.

Obama defendió en un tuit la continuidad de quien fuera su vicepresidente, porque una “mala noche” la tiene cualquiera, aludiendo precisamente a él mismo, cuando en su primer debate como candidato presidencial, en la campaña de 2012, fue vapuleado por el veterano senador republicano Mitt Romney.

El joven Obama, quien confesó que odia los debates y se siente a gusto en los mítines, logró sin embargo corregir con agilidad sus puntos flacos, de cara a los siguientes debates y acabó convirtiéndose en el primer presidente negro de la historia de EU. 

Pero Obama se equivoca cuando se pone de ejemplo de éxito tras corregir una "mala noche" (o su alergia a los debates hace que se olvide de lo que pasó en otro debate mucho más legendario): el que enfrentó en 1960 a otro joven demócrata, John F. Kennedy, contra el vicepresidente Richard Nixon. 

Aquel primer duelo televisado pasó a la historia porque la imagen del republicano sudoroso y nervioso anuló la ventaja que llevaba en las encuestas. Nixon perdió las elecciones por esa “mala noche” y porque no supo cómo corregir su imagen y su discurso.

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Y de ahí el pánico con Biden, el candidato con más edad de la historia de EU. Nada indica que tenga las fuerzas para levantarse de la lona y, a diferencia de la buena impresión que dejó Obama tras ese primer mal debate, la imagen en la opinión pública de que Biden es “demasiado viejo” para dirigir otros cuatro años la nación viene de tiempo atrás, con sus lapsus, caídas y su oratoria débil, propia de alguien que en noviembre cumple 82 años. Los demócratas pueden darse el lujo de dejar pasar más tiempo y apostar a que, a lo mejor le va bien en el otro duelo con Trump, porque, lo más problable se que vuelva a caer en la lona.

No hay bálsamo de fierabrás que rejuvenezca a Biden y le dé agilidad mental para ganar a Trump; peor aún, cuanto más se resista a tirar la toalla, por el bien del partido y del país, más hará que se acabe la paciencia de muchos votantes demócratas y el 5 de noviembre se queden en casa o voten (ironías de la vida por otro del clan Kennedy, aunque Robert Kennedy sea un negacionista repudiado por su familia).

El veredicto de las encuestas es implacable: Biden debe ser sustituido y no por cualquier cara conocida demócrata. A cinco meses de las elecciones, solo una persona podría volver a ilusionar y ganar con contundencia a Trump para evitar la catástrofe: Michelle Obama.

Ahora sólo falta que el expresidente Obama convenza a Biden de que se vaya con la frente alta y que convenza a su mujer de que “es ella”.