Quedó establecido que la jerarquía católica participará de manera activa en la campaña presidencial 2024. La aguda crisis de seguridad y el empoderamiento escalofriante de los grupos delictivos le han abierto la puerta de par en par. Ya convocó a las candidatas y el candidato a firmar el 11 de marzo los así llamados “Compromisos en Favor de la Paz”.
En las tres casas de campaña se evalúa la convocatoria, sus pros y sus contras, y al parecer sí habrá firma. Hay que decir que los obispos pretenden que las candidatas y el candidato coincidan a la misma hora y posen juntos para la foto como una señal de civilidad política e incluso de reconciliación.
¿No se estarán engolosinando?
Mientras se corrían las invitaciones, en Guerrero el gobierno estatal calificaba de delincuentes a los obispos y sacerdotes que se han reunido con criminales para pactar treguas, por lo que se podría proceder legalmente es su contra.
Los obispos tienen que hilar delgado. Se meten a un juego peligroso con variables que no controlan. ¿Qué tan lejos están dispuestos a llegar?
¿Buscando otra tragedia?
Familiares de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y alumnos de la escuela Raúl Isidro Burgos lanzaron un camión contra la puerta de una instalación de la FGR. La puerta salió volando. Si alguna persona hubiera estado cerca se habría producido una tragedia. ¿Es lo que están buscando?
Los normalistas ya pasaron del lanzamiento de petardos al lanzamiento de camiones, inquieta imaginar qué sigue. No es algo nuevo, la violencia es parte de su expresión política.
Tienen garantizada la impunidad porque el gobierno capitalino no se atreverá a aplicarles la ley, tal parece que su patente de corso llegará hasta donde sus apetitos vandálicos quieran.
¿Eso los acerca más a conocer la verdad de lo que ocurrió aquella noche triste de Iguala? ¿Dará pistas sobre el paradero de sus compañeros? ¿Qué es lo que pretenden?
Giro discursivo
La doctora Claudia Sheinbaum reconoció que su propuesta de seguridad sí representa un giro con respecto a la estrategia que sigue el gobierno de López Obrador.
Es la primera vez que toma cierta distancia de lo que hace el presidente, por lo menos, advierten los que saben, es un giro discursivo. Todavía falta mucho para saber sí habrá un giro real.
Lo que realmente representa una forma diferente de hacer las cosas es el hecho de que un civil, como lo es Omar García Harfuch, sea la voz principal en el diseño de la oferta de seguridad.
Lo cierto es que los logros en materia de seguridad alcanzados durante el paso de Claudia Sheinbaum por el gobierno de la CDMX le han ayudado a la candidata a eludir la crítica de la oposición sobre la inseguridad en el país. Omar le permite diferenciarse.
¿Por qué ahora?
Se reveló en Estados Unidos la existencia de una operación institucional de largo aliento, que incluye presidencias demócratas y republicanas, sobre vínculos de gobernantes mexicanos con traficantes de drogas. La operación se llama “Decadencia”.
En la mega operación participaron diferentes agencias, no solo la DEA, sino también de Seguridad Interior e incluso fiscalías estatales. Se llega a la conclusión de una corrupción y violencia sistemáticas.
La expansión desmesurada del narco no se explica sin la participación activa de autoridades de todos los niveles en México, pero también en Estados Unidos. Que haya una amplia oferta de estupefacientes en todas las High Schools del vecino país, cerca de 37 mil planteles entre privados y públicos, supone que la corrupción y la violencia también son sistemáticas del otro lado de la frontera.
La decadencia es, por lo tanto, compartida.
La pregunta pertinente es por qué justo ahora se revela la existencia de la mega operación. Hay una clara intencionalidad política vinculada a las campañas electorales, son municiones para que los candidatos disparen sobre México.
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