Opinión
Pacto de dominación
Javier Santiago Castillo

Pacto de dominación

Desde la perspectiva de la teoría social la dominación es un concepto esencial para comprender las relaciones humanas desde las más diversas perspectivas. Desde una visión más amplia, en la dominación se incluirían relaciones de supra subordinación en diferentes ámbitos de la vida social, como son el político, el económico y el cultural.

A lo largo de la historia de la sociedad desde el enfoque político siempre se ha dado cierto tipo de relación en que unos mandan y otros obedecen. Es así, como “…la dominación es un elemento importante del ordenamiento social, un campo de fuerzas en torno al cual se organizan las relaciones y las tensiones sociales…” Naturalmente, las expresiones concretas de estas relaciones de dominación han tenido características particulares.

Asumir esa definición de dominación nos lleva a que la distribución desigual, no sólo del excedente económico, sino a la toma de decisiones políticas, de los bienes culturales, educativos, de salud y del beneficio de los recursos naturales (por ejemplo, el agua) son parte del pacto de dominación en una sociedad capitalista.

En la sociedad contemporánea la existencia de la democracia política no elimina los pactos de dominación, sino que dependiendo de la historia y de las correlaciones de fuerzas políticas en cada país, y ahora del proceso globalizador, adquieren su propia personalidad.

Los pactos de dominación se manifiestan en las reglas jurídicas que regulan la vida social y, de hecho, cuya expresión esencial es la acción política que se deriva de los acuerdos entre las élites económicas y políticas; muchos de ellos no respaldados por la legalidad o manipulados por el aparato judicial. Por otra parte, las luchas sociales empujan modificaciones a los pactos de dominación

Pacto de dominación

Pacto de dominación

Especial

En el caso de la historia moderna de México la Revolución de 1910 es un punto de quiebre, pues implicó el fin de un pacto de dominación y la edificación de otro. La revolución barrió con buena parte de la oligarquía porfirista, sobre todo la terrateniente, se dio un recambio total de la clase política, se desmanteló el ejército federal, se arrinconó a la iglesia católica por su respaldo a Victoriano Huerta y se incluyó en la constitución de 1917 el acceso a la tierra de los campesinos y los derechos laborales básicos: jornada laboral de 8 horas, salario mínimo, días de descanso, pago de horas extras, etc.

La debilidad de una élite empresarial en gestación dejó el campo abierto a las disputas por el poder político principalmente entre los caudillos surgidos de la revolución: Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas. Cada uno de ellos imprimió su sello en el pacto de dominación posrevolucionario.

Carranza incumplió lo pactado con las organizaciones obreras y reprimió violentamente las huelgas en 1916 y no promovió el reparto agrario. Obregón pactó con lo que quedaba del zapatismo y con las organizaciones obreras, favoreciendo a sus líderes. Calles continuó con esa estrategia. Cárdenas convierte en protagonistas centrales del pacto de dominación los intereses de las clases subalternas, cuyas demandas de tierra y de respeto a los derechos laborales, no sólo fueron respaldados, sino promovidos; además los involucró en la recuperación del petróleo como un bien plenamente propiedad de la Nación. Aunque paradójicamente la política social del general sentó las bases de su control corporativo por parte del Estado.

Si bien el pacto de dominación en el cardenismo no fue democrático, tampoco fue autoritario. Es en la administración del presidente Manuel Ávila Camacho en el que se sientan las bases de un pacto de dominación autoritario. Un factor externo relevante, que influyó fue la Segunda Guerra Mundial, porque llevó a México al campo de los aliados occidentales, lo cual vistió al régimen con el atuendo democrático. Lo cual preparó el terreno para que los Estados Unido fueran tolerantes con ciertas posturas nacionalistas, mientras que eso no debilitara el frente anticomunista durante la Guerra Fría.

La participación en la Segunda Guerra Mundial llevó a la firma del pacto de Unidad Nacional, que limito los derechos de las clases subalternas y en los hechos modificó el pacto de dominación heredado del cardenismo. Por otro lado, la transformación del Partido de la Revolución Mexicana a Partido Revolucionario Institucional, aunado a la candidatura y posterior presidencia de Miguel Alemán, definió cabalmente la tendencia autoritaria del pacto de dominación. El objetivo era claro: el desarrollo del país vía la industrialización con sustitución de importaciones, donde el peso lo cargaron sobre sus hombros los trabajadores al acrecentarse la desigualdad.

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El pacto de dominación que impulso el modelo de desarrollo industrial sustentado en la sustitución de importaciones estuvo afincado paradójicamente en los subsidios indirectos por los bajos salarios y precios de los productos agrícolas y a la par con la creación de instituciones de un Estado de bienestar definido desde el poder gubernamental: IMSS, ISSSTE, INFONAVIT, FOVISSTE, educación básica y secundaria gratuitas, libros de texto gratuitos, etc. Sustancialmente, el Estado de bienestar iba dirigido a los trabajadores que sustentaban el crecimiento industrial.

Desde el ángulo político se terminó con la libertad sindical, se reprimieron violentamente la disidencia obrera campesina y se cerró la participación electoral de cualquier opción disidente a través de los partidos políticos al consolidarse el Sistema de Partido Hegemónico.

La guerrilla rural en el Estado de Guerrero (Genaro Vázquez y Lucio Cabañas). el Movimiento estudiantil de 1968 y la confrontación con los empresarios durante los gobiernos de Echeverría y López Portillo (1970-1982) fueron fuertes señales de que el Pacto de Dominación Autoritario tenía fisuras que se ampliaban silenciosamente por un soterrado malestar social. La respuesta fue la represión inmediata, pero una década después la Reforma política (1977-1978) impulsada por Jesús Reyes Heroles abrió una válvula de escape a las tensiones políticas.

El período de implantación del llamado modelo neoliberal abarca tres sexenios (De la Madrid, Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo), pero fue en los dos últimos que se implementaron programas sociales Solidaridad y PROGRESA, con el fin de atemperar la pobreza extrema. Con distintos nombres, esos programas continuaron durante los gobiernos panistas y el Enrique Peña Nieto.

Durante tres décadas el modelo neoliberal se consolidó, no sin tener sus propias crisis económicas de diciembre de 1994 y la de 2008. Lenta y silenciosamente se fue dando un desgaste del modelo, sobre todo porque a pesar de haber desarrollado políticas públicas para atenuar los rasgos más lacerantes de la pobreza se abandonaron aspectos relevantes del Estado de bienestar encaminadas a beneficiar a los asalariados, pero sobre todo la desigualdad alcanzó extremos lacerantes.

Por otro lado, la impunidad y la corrupción estaban a la luz del día. A lo anterior había que agregarle la violencia de la delincuencia organizada y las complicidades gubernamentales. Claros ejemplos fueron la Casa Blanca del expresidente Peña Nieto y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Todo ello llevó a la crisis del Pacto de Dominación Neoliberal y abrió la puerta para el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, quien ha intentado modificar el Pacto de Dominación, pero esa es otra historia que abordaré en el siguiente artículo.

Profesor UAM-I,

@jsc_santiago

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