Opinión

Un país de tinieblas

El lunes 26 de septiembre Andrés Manuel López Obrador dijo en la Mañanera “Este ejército, lo de dicho muchas veces, surgió para combatir un golpe de Estado, para combatir a conservadores, fifís…” ¿A qué ejército se refiere? A ese con el que él negocia, al que le pide la construcción del Tren Maya, la conducción del AICM y el AIFA, al que ha incorporado a casi todos sus cuidados, porque no se fía de nadie más. Según el mandatario, un ejército incorruptible es el que lo apoya y el cual, seguramente, recibe no sólo su confianza sino dinero a manos llenas. Así, el presidente pueda depositar raudales de seguridad en los militares. “Ese” ejército, el suyo, lo defenderá de todo aquel que se le oponga.

El meollo de la protección que ofrece el ejército hoy en México estriba en la propuesta del presidente para que la Guardia Nacional pase al tutelaje de la Secretaría de la Defensa Nacional, lo cual ha encendido varios focos de preocupación entre muchos mexicanos., que no quieren la militarización en el país. Pensar en que los militares custodien las calles levanta ámpula. El planteamiento se sometió a la decisión de la cámara de diputados y, como sabemos, el Partido Político en el Poder, MoReNa, logró que pasará al Senado, donde la oposición lo detuvo. Ante esto, Andrés Manuel López Obrador sugiere otra salida: una consulta nacional organizada por la Secretaría de Gobernación y no por el Instituto Nacional Electoral para que la gente decida si quiere a la Guardia Civil bajo mando civil o militar o no. Sin el INE, nuestro acreditado organismo electoral, la consulta obtendría resultados a modo, no hay duda.

A pesar de la evidencia de que el mando civil se erosiona cada vez más, según una encuesta reciente llevaba a cabo por el diario El Financiero, 53% prefirió el mando militar, frente a un 40% que prefiere un mando civil. El tema, sin embargo continúa siendo álgido. Como todos sabemos, experimentamos en México una época de enorme polarización. Basta con “entrar” a Twitter y los tirios se encontraran con los troyanos a toda hora.

Sin embargo, la presencia protectora de las Fuerzas armadas pasó a ponerse en tela de juicio después de que la periodista Peniley Ramírez publicó en Reforma, el diario más criticado por López Obrador, un explosivo artículo en el que incluyó datos de un informe filtrado no testado, es decir, sin tachones, del caso Ayotzinapa.

El informe es brutal y seguramente casi todos los que tienen acceso a los diarios lo han leído. Los jóvenes estudiantes de la normal de Ayotnizapa el trágico 26 de noviembre de 2014 fueron, en su mayoría, asesinados, descuartizados y enterrados esa misma noche. A cinco los disolvieron en ácido. A los que no pudieron eliminarlos del mapa de esa manera los descuartizaron. Seis de ellos fueron encerrados en una bodega. Días después, por órdenes del entonces coronel del Ejército, José Rodríguez, hoy general, los mataron también. El alcalde de Iguala, José Luis Abarca, de MoReNa, había dicho que no quería a ningún estudiante vivo y le hicieron caso.

El por qué, qué hicieron los alumnos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, no queda claro, más bien se desconoce. El grupo criminal Guerreros Unidos confundió a los jóvenes con otro grupo criminal. En los chats “donde habían coordinado los asesinatos, criminales, funcionarios y militares hablaban de cómo desenterrar los cuerpos para llevarlos al 27 Batallón de Infantería” (“Ayotzinapa el encubrimiento”, Peniley Ramírez, Reforma, 24 de septiembre). Según la periodista, a mediados de noviembre se “seguían desenterrando y moviendo cuerpos”.

¿Por qué el ejército se coludió con los criminales?

En su columna “Duda razonable”, (Milenio del 27 de septiembre) Carlos Puig cuenta otro incidente brutal. Resulta que en febrero los alumnos de la maestría de periodismo del CIDE consiguieron un expediente de una investigación llevada a cabo por la fiscalía de Guerrero meses antes de los siniestros sucesos de la noche atroz de Iguala. En este documento se asienta que el presidente municipal, José Luis Abarca y sus cómplices, asesinaron a Felipe Flores Velázquez, secretario de Seguridad Pública municipal y adversario de Abarca. René Bejarano del PRD dio a conocer los hechos al gobernador de Guerrero, Ramón Aguirre, al el procurador Jesús Murillo Karam y a Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación. Murillo Karam, hoy preso, dijo en su momento que no le habían enviado a tiempo la información. A Abarca no lo arrestaron porque se acercaba la elección del 2015 y se prefirió no afectar al PRD. Eso colige Carlos Puig.

A mí no me queda claro nada. Ni lo de Abarca, un matón protegido por oscuras razones, ni por qué el grupo criminal Guerreros Unidos se deshizo de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y luego contó con el apoyo, de acuerdo con el informe no testado que llegó a manos de Peniley Ramírez, del entonces coronel José Rodríguez.

El título de la gran novela de Daniel Sada Porque parece mentira la verdad nunca se sabe, (México: 1999, Tusquets) define una parte de nuestro país , a dos décadas de haber iniciado el siglo XXI, una fracción que está sujeta a las tinieblas, al encubrimiento y a las pulsiones más primitivas.

Entretanto, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y el presidente López Obrador se encuentran muy contentos por haber llenado el Zócalo dos domingos apacibles, ajenos a las tragedias nacionales, y en los que la gente pudo disfrutar de varias horas de educativos narcocorridos.

¿Vivimos en un país extraño? Sí, un país raro, musical y tenebroso.

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