Ningún mexicano o mexicana ha recibido nunca un dividendo por parte de PEMEX o la CFE, ni en la llamada época neoliberal y mucho menos en esta de la 4T. Entonces que significado o utilidad práctica tiene el llamado “Rescate de nuestra Soberanía” como se ha denominado por el actual gobierno a sus decisiones de echar para atrás la reforma energética. Sobre todo en esta época donde la economía global hace a los países del mundo interdependientes y los nacionalismos e importancia de la soberanía se ven cada vez más disminuidos.
Aquí algunos datos duros lo prueban; antes de la llegada de López Obrador al poder, la CFE tenía utilidades por cerca de 50 mil millones de pesos, y ahora después de 5 años arroja millonarias pérdidas, sin contar los 425 mil millones de pesos que dedica al subsidio aplicado a las tarifas. Su operación deja mucho que desear, con serios déficits en la producción de energía eléctrica, apagones, sobre todo en el sureste mexicano y algunas zonas del norte del país, cuyas ineficiencias son un obstáculo para el sector industrial que por ello se ve obligado a frenar la producción de diferentes bienes.
La nueva política impulsada por Manuel Bartlett, un estatista de viejo cuño, ha limitado al máximo la participación del sector privado nacional y extranjero, sin considerar los costos y ventajas competitivas que los privados aportaban a la empresa ya que al monopolizar la generación de la electricidad se ha incurrido en costos excesivos e ineficiencias en su operación. Así que la nueva nacionalización de la industria eléctrica de poco ha servido para apoyar el desarrollo del país que demanda privilegiar las fuentes de energías limpias con menores costos y que evitan la contaminación que genera el uso del carbón como combustible más utilizado por la empresa.
En el caso de PEMEX, que dirige Octavio Romero Oropeza, a lo largo de los años, se fueron enquistando problemas de corrupción ligados al sindicato y a funcionarios sin escrúpulos que convirtieron poco a poco a la empresa productiva del estado en un gran botín para beneficio de políticos, líderes sindicales, empresarios y contratistas preferidos que hicieron grandes y escandalosas fortunas como producto de la corrupción. Esto tuvo su más alta expresión a partir del sexenio del ex presidente Miguel Alemán Valdés y aunque la empresa ha tenido épocas de bonanza, éstas se han visto opacadas hasta llegar a lo que es hoy. Una empresa con una deuda de 110 mil 509 millones de dólares con todo y que el actual gobierno la ha tratado de rescatar transfiriéndole, hasta la fecha, más de 50 mil millones de dólares en capitalizaciones, exenciones de impuestos y demás apoyos. Últimamente la Secretaría de Hacienda informó que el gobierno refinanciará su enorme deuda para evitar un problema mayor pues en los próximos 12 meses PEMEX deberá pagar 12 mil millones de dólares de su abultada deuda.
El gobierno ha fallado en su afán de sacarla adelante para convertirla de nuevo en la palanca del desarrollo nacional, la productividad ha bajado y la meta de alcanzar una producción de 2.6 millones de barriles diarios se ha vuelto inalcanzable.
Así que el famoso rescate de la soberanía relacionado con CFE y PEMEX no ha derivado en ningún beneficio para la ciudadanía sino por el contrario.
SUBE DE TONO CONFLICTO EN LA RADIO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
El nuevo concepto informativo en la 105.3 FM vuelve a correr la misma suerte de naufragio por tercera vez. Primero fue una estación de Gutiérrez Vivo, quien pago con la concesión una deuda al empresario de la industria automotriz Eduardo Henkel Rojas. Después, el concesionario la rento para un concepto encabezado por Brozo, mismo que naufragó. El más reciente fracaso fue de la mano de Salvador Pérez Habib, el proyecto conocido como La Nueva Radio de la Ciudad de México interrumpió ya su pauta comercial y los conductores de noticiarios se han despedido por la incomunicación y la falta de pago. Todo esto sin que el IFT, el STIRT, la Secretaria del Trabajo y la CIRT pongan orden.
Hasta el momento la 105.3 FM no ha emitido un comunicado formal luego que el miércoles el periodista José Luis Arévalo se despidió dando como motivo la falta de pago. Danielle Dithurbide también ya se bajó del barco desde la semana pasada sin dar explicaciones. ¿Y el derecho de las audiencias?
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