Opinión

Un perfil para la Rectoría de la UNAM

Ha iniciado en la UNAM el proceso por el que cada cuatro años la Junta de Gobierno designa a quien conducirá el destino de la comunidad universitaria más grande del país. En los próximos meses, este órgano colegiado habrá de definir el rumbo de la institución a partir de una consulta directa a la comunidad universitaria, así como del análisis de los planes de trabajo y la evaluación de las trayectorias de quienes aspiran a ocupar el máximo cargo al que cualquier universitario pueda aspirar. Se trata de la decisión más relevante para el futuro de la UNAM para los próximos cuatro años. A partir de lo anterior, considero oportuno compartir, en ejercicio de mis derechos y mi responsabilidad como universitario, cinco características fundamentales que, a mi juicio, deberá reunir la persona que sea designada para conducir a la Universidad y su comunidad.

Amor absoluto a la Universidad y respeto a sus máximos pilares, como la autonomía, la gratuidad, el carácter público y la laicidad. La UNAM no es una institución pública en la que se trabaja, sino un espacio en el que se vive y se trasciende a partir de principios fundamentales que deben guiar el comportamiento de cualquier universitario, particularmente de quien la encabeza. Quien aspire a la Rectoría, debe probar su amor y compromiso con la defensa de su autonomía, así como de la educación pública, gratuita y laica que en ella se imparte y que rige, de igual manera, el desarrollo de investigación y la difusión de la cultura.

Capacidad de liderazgo a partir del diálogo, la conciliación, el respeto a la pluralidad y la construcción de unidad. Como en ninguna otra institución pública, en la Universidad se concentran prácticamente todas las formas de pensar. Buena parte de la riqueza de la UNAM radica en las diferencias de quienes allí convivimos y nos recreamos. En momentos como los que atraviesa el país, es fundamental que quien sea designado para encabezar la Rectoría cuente con un liderazgo basado en la comprensión de esta pluralidad, en la capacidad para, a partir del diálogo y la conciliación de las diferencias, construir unidad sin uniformidad.

Conocimiento pleno de las necesidades, aspiraciones, carencias y potenciales de la comunidad universitaria. La Rectoría de la Universidad requiere de una persona que comprenda cabalmente a su comunidad y no solamente de alguien que haya ocupado un cargo relevante en sus cuerpos directivos o publicado decenas de artículos en revistas de gran prestigio. Conocer a la comunidad significa haberla vivida, sentido, sufrido y acompañado de manera constante y sin tregua. Solo quien conoce a la Universidad y a los universitarios puede aspirar a convertirse en su Líder Nato, como señala la legislación universitaria.

Visión de grandeza para la Universidad como institución y para la comunidad como motor del cambio. Un gran universitario ha señalado que México es un país grande y con grandeza. Esto aplica, de forma superlativa, para la Universidad y su comunidad. Quien crea que la Universidad solo es una institución de educación superior o un centro de investigación, no está viendo el panorama completo. Quien piense que los universitarios somos estudiantes, académicos y trabajadores, solo mira una pequeña parte de la ecuación. La UNAM y su comunidad somos factor de cambio – quizá uno de los más relevantes para el país – y quien nos encabece debe saberlo y sentirse orgulloso de y comprometido con ello.

Comprensión del papel de la Universidad en el desarrollo nacional y la solución de sus grandes problemas. Durante el siglo XX, la Universidad fue el gran proyecto cultural de México. Frente a los retos, problemas y rezagos que plantean los tiempos actuales al país, es indispensable que la Universidad se coloque como una alternativa en la construcción de soluciones y respuestas en temas tan relevantes como los que identificaba otro de los grandes universitarios de los últimos tiempos: la pobreza y la desigualdad, la corrupción y la impunidad y las violencias y la inseguridad. Los grandes debates nacionales no pueden darse sin que la voz de la Universidad sea escuchada. En ello, quien encabece la Rectoría jugará un papel fundamental.

Profesor de la UNAM y consultor político

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com

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