Opinión

Periodismo, oficio de tinieblas

La ofensiva en contra de la prensa arranca todos los días a las siete de la mañana en Palacio Nacional y se extiende por otras vías, una de ellas el asesinato. Si alguien se queja es quemado con leña verde en la mañanera porque de seguro se trata de un cómplice de los neoliberales conservadores del planeta que quieren que AMLO no tenga su Hemiciclo en Reforma.

Ayer en la noche le tocó el turno a Armando Linares de Zitácuaro a quien todos conocimos porque hace unas semanas denunció el asesinato de uno de sus colaboradores. Ese día dijo que pediría protección federal. ¿Se la dieron? Seguramente no, porque ayer unos pistoleros se metieron hasta su casa para ultimarlo. Estaba sentenciado. Sus asesinos no quitaron el dedo del renglón hasta que se deshicieron de él. No les importó que ya era una figura conocida a nivel nacional. El cinismo de los matones es fruto de la impunidad, pues la regla es que se salgan con la suya.

Las autoridades de los tres niveles de gobierno siguen una regla fundamental: Dicen que investigarán y le dan vuelta a la página. El caso de Linares lo muestra sin espacio para la duda. Mataron a un colaborador de su medio y él pidió ayuda en un mensaje que se escuchó incluso más allá de las fronteras, pero nadie acudió en su auxilio. Lo dicen los que saben: en México se mata periodistas porque se puede matarlos sin consecuencias, y como no pasa nada, pues los sicarios vuelven a jalar el gatillo cuando quieran.

Solo se resuelve uno de cada diez casos. Entonces los periodistas incómodos están siempre bajo riesgo, sobre todo en comunidades dominadas por el crimen organizado, como Michoacán. La situación siempre ha sido grave, pero la tendencia se agudiza. Hay que decirlo: los periodistas están en mayor riesgo ahora que antes.

Lo que escandaliza es la absoluta falta de empatía del presidente, ya no con el gremio, al que aborrece, sino por los menos con la familia y los amigos de los periodistas muertos. El otro día el presidente dijo una de las frases más desafortunadas de su administración: “Han muerto este año 5 mil personas y solo 5 periodistas”. Más ruin imposible.

Es claro que el presidente tiene adversarios poderosos dentro y fuera del país, eso nadie lo pone en duda. Un político muy poderoso como es AMLO tiene naturalmente rivales poderosos, pero entre ellos no está ninguno de los periodistas asesinados este año que son colegas que viven al día, que tienen casas modestas y carecen de medios para cuidarse. Son como cualquier mexicano precarizado. No son santos, pero no merecen el desdén del presidente.

Lo que exige el gremio es justicia, nada más. La esencia del pacto social es brindar protección para las personas y sus bienes. No se cumple. La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michell Bachelet, calificó de alarmante la situación en la que ejercen su oficio los periodistas en México. “Los reporteros que trabajan sobre política local, corrupción y crimen enfrentan mayores riesgos de ataque”, lamentó Bachelet durante la 49 sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que se realizó en Ginebra, Suiza, al aludir al caso mexicano. Agregó: “Desafortunadamente, en ocasiones funcionarios han contribuido al clima de miedo en el que trabajan al denigrar a los periodistas.

¿A quién le quedó el saco?

Foto: Especial

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Natasa Adzic