Además de ser mujeres inteligentes, hay dos aspectos que yo les veo en común. Ambas se formaron en el área de las ciencias y para ambas la educación ha tenido un significado particular en sus vidas.
Usted, doña Claudia, se crió en una familia excepcionalmente preparada, donde el conocimiento y la formación eran una ruta incuestionable. Usted, doña Xóchitl, encontró en la educación el camino para la movilidad social que hoy, además de exitosa empresaria, la tiene disputando la silla presidencial.
Expuesto lo anterior, comparto con ustedes la gran preocupación que nos genera a muchos mexicanos lo que esta administración ha hecho con la enseñanza pública. Más que discutir la pertinencia de la enseñanza de las matemáticas o la lengua, quisiera empezar ahora sí que por el principio; por lo que es la concepción de la educación de la 4T.
En el Nuevo Plan de Estudios publicado por la SEP, como parte de la Nueva Escuela Mexicana, se afirma que “no se busca enseñar conocimientos, valores y actitudes para que las niñas, niños y adolescentes se asimilen y adapten a la sociedad a la que pertenecen.” Entiendo que en ningún país la sociedad es homogénea, ni uniforme; tampoco es deseable, pues haría de los ciudadanos unos autómatas. Sin embargo, yo me pregunto si en un país debe haber o no valores en común para forjarnos como nación, donde tengamos algo que nos identifique.
Por ejemplo, independientemente de las perspectivas individuales o hasta de los usos y costumbres, la equidad de género es un valor que debemos tutelar. Hay quien en lo personal no comulga con este valor, pero el Estado y la sociedad han de velar por el bienestar y la igualdad de oportunidades para las mujeres. Lo mismo aplica a los derechos humanos y las responsabilidades ciudadanas; es decir, hay valores en que, como sociedad, hemos de coincidir para entendernos unos con otros.
En el mencionado plan también se lee que “no es función de la escuela formar capital humano (…) para responder a los perfiles que establece el mercado laboral.” Miren precandidatas, si uno perteneciera a los bosquimanos que habitan en la reserva del Kalahari en total armonía con la Naturaleza, pues ni para qué pensar en una escuela formal. Pero no, resulta que nuestros niños y jóvenes viven mayormente en centros urbanos, donde para comer, transportarse y vestirse hay que contar con un ingreso; así la cosa cambia.
El capital humano no solo importa para las empresas, importa todavía más a quien se hace valioso como profesionista o técnico. Me pregunto para qué un joven va a destinar tantos años estudiando a nivel superior, si al final va a acabar subempleado y, lo peor, frustrado. Qué mejor que ofrecerle diversas opciones profesionales en demanda por parte de las empresas, donde su inteligencia y preparación sean mejor remuneradas. O incluso, que este joven sea un emprendedor o generar su autoempleo. De lograr lo anterior, el gasto público en educación habrá valido oro al ayudar a la movilidad social.
Ahora vamos a algunos detalles.
De acuerdo con la evaluación del ciclo 2022-2023 realizado por Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Merjoredu), el 80 por ciento de los alumnos de primaria y secundaria está reprobados en matemáticas, lengua-lectura y civismo. Imagino que esto tiene dos causales; el primero, el rezago educativo provocado por la pandemia y, segundo, los nuevos paradigmas de la Nueva Escuela Mexicana. Como sea, Mejoredu demuestra que no se dio “cumplimiento a los objetivos de aprendizaje”; sin embargo, sus recomendaciones son genéricas y, por tanto, poco útiles. Indicar que se requieren “adecuaciones didácticas” en tal o cual grado o sistema, no dice nada ni al maestro, ni a quien diseña los programas.
Otra gran preocupación es el lugar ocupado por los maestros en la 4T.
Se echó para atrás la reforma educativa del gobierno anterior, supuestamente con el propósito de revalorizar y apoyar a los maestros. La verdad es que lo que se eliminó fue la evaluación de los profesores y la obligación de éstos de tomar cursos si salían fallos en alguna materia. Me pregunto qué entiende la 4T por “revalorización”, si el presupuesto 2024 de la SEP para formación docente es de 100 millones de pesos. Es decir, 97 pesos por maestro, en un mundo donde la tecnología y el conocimiento demandan la actualización constante. Nada más apunto que en 2016, el presupuesto de formación docente fue 16 veces mayor, pues llegó a mil 644 pesos por maestro.
Nuevamente volvería a apostar que para ustedes, señoras precandidatas, la educación será esencial dentro de su oferta de campaña. Así que va la última pregunta:
¿Hacia dónde quieren llevar educativamente al país?
El país de hoy no solo no ayuda, sino que impide la superación de nuestros niños y jóvenes.
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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