Dada su declaración de que, en caso de ganar la Presidencia, construirá el segundo piso de la 4T, me permito hacerle unas cuantas preguntas. No se preocupe, no le haré ninguna respecto de propuestas de gobierno, pues estoy claro que no podrá responderme hasta el 1º de marzo, cuando inicia formalmente su campaña.
Mis interrogantes y preocupaciones son de otro orden. Me han surgido a raíz de las recientes sorpresas a las que se ha enfrentado su mentor, jefe e inquilino de Palacio Nacional y cómo ha reaccionado a las mismas. No las dirijo a don Andrés porque él nunca responde a quien le cuestiona y, además, se enoja. Por otra parte, AMLO pronto se irá y nada cambiará de aquí al 1º de octubre; en todo caso, el ambiente político se pondrá más turbio y agitado.
Una confesión previa: para mí, usted es un enigma. Si nos atenemos a la máxima biblica de “por sus actos los conocereís”, su gestión al frente de la CDMX fue satisfactoria en los rubros de seguridad y pandemia, gracias a que corrió por carril separado de las estrategias lopezobradoristas. Reitero: solo en estos dos rubros, solo satisfactoria y nada más.
Desde que inició su pre-pre-precampaña es evidente que, a diferencia de los muchos candidatos que he visto desfilar, usted en vez de diferenciarse del presidente, cada vez se mimetiza más. Entiendo que una de las tácticas de su campaña sea “garantizar la presencia” de AMLO en la boleta; sin embargo… Este sin embargo es el que me lleva a los cuestionamientos.
Para estar seguros de que hablamos el miso idioma, me permito una definición coloquial de tres facetas de la autoridad.
La autoridad legal de un presidente es la que le confiere la Constitución, así como las distintas leyes que rigen nuestro país, y solo por los seis años de su mandato.
La autoridad política es la que los distintos grupos políticos le confieren en atención a atributos positivos (inteligencia, liderazgo, capacidad de resolución de conflcitos), o a atributos negativos (capacidad de presión y/o represión). Esta autoridad puede darse incluso antes de asumir la Presidencia y puede extenderse hasta poco después de dejar el cargo.
La autoridad moral es otra historia; es personal y casi perdura a lo largo del tiempo, como un modelo a seguir. Este tipo de autoridad tiene dos aristas; por un lado, la moral es personal y justamente por ello es que las personas que vivimos en colectividad desarrollamos normas jurídicas mediante las cuales se delimita claramente qué es válido en ese grupo humano y que no, independientemente de las convicciones personales. La prevalencia de los derechos humanos es el ejemplo más palpable.
La segunda arista de la autoridad moral es que es valiosa en tanto un grupo social se la concede a determinada persona y en un aspecto concreto de la vida. Marin Luther King, por ejemplo, era un esposo infiel, pero su integridad como defensor de los derechos humanos fue incuestionable. A lo que voy es que presidente o un líder no pueden adjudicarse la autoridad moral; son los otros quienes se la conceden. Y por favor, no confundamos autoridad moral con aprobación de la gestión o la popularidad.
Ahora, sin choros mareadores, le ruego me platique:
¿Cuál es su concepto de autoridad moral?
¿Dónde ubica la autoridad moral en el espectro legal: por encima o por debajo de las leyes nacionales?
¿Cómo piensa manejar la autoridad política de don Andrés después de que le deje la silla presidencial? Siendo realistas, doña Claudia, no lo veo dedicándose a producir chocolate con sus hijos o cultivando coco en su finca. Si hay un “zoon politikon” ese es AMLO y difícilmente contendrá su naturaleza.
¿Cuál es la ética (que no la moral personal) a seguir por usted en el desempeño de sus cargos? ¿La exigirá en serio a sus colaboradores? ¿Cómo vigilará que se cumpla? Y por favor, no me diga que como usted es una persona con ética en el ejercicio de su función, los demás serán igual.
¿Cuál es su concepto de lealtad? Categorice de más importante a menos importante (o valiosa) la lealtad que como funcionarios deberán tener usted y sus colaboradores: a) A la 4T; B) A usted; C) A los principios éticos; D) A a la sociedad mexicana; E) A don Andrés.
¿Para usted qué son la legalidad y el Estado de Derecho?
Con sus contestaciones, estimada doctora Sheinbaum, me podré hacer un boceto de su persona y, sobre todo, saber a qué nos hemos de atener los ciudadanos: más de lo mismo o un pequeño rayo de esperanza de que México saldrá de este pozo de soberbia, opacidad y autoritarismo.
Espero con ansias sus respuestas.
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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