Opinión

Aquí se premia a los tiranos

Como escribió Giovanni Sartori, el gran investigador italiano de ciencias políticas, “…ni la política como estructura de un Estado ni la disciplina han existido nunca hasta que se inventó la democracia liberal”. Cuba ha sido gobernada durante sesenta años por un único partido. Se trata de una dictadura, en la que cualquier forma de disenso se reprime. La isla sufre una crisis económica profunda que ha impactado tristemente en la vida de los cubanos. El famoso embargo de los Estados Unidos le sirve al gobierno cubano para echarle la culpa de todo. Pero Cuba, en realidad, mantiene relaciones comerciales con varios países. Los mismos Estados Unidos exportan comida y medicina a la isla. Desde luego, el bloqueo estadounidense afectó económica y socialmente a la población cubana, pero han sido más el régimen dictatorial y su sistema completamente ineficiente lo que ha maltratado al pueblo cubano. Por otro lado, no olvidemos que, durante muchos años, Cuba vivió de la URSS, luego ha sido apoyada por Venezuela y ahora la Cuarta Transformación de México le da sus ayuditas comprándole vacunas, importando médicos que sólo reciben un 15 ó 20% de su sueldo en nuestro país, porque el resto del sueldo se lo queda el gobierno cubano. La isla también vive una intensa actividad turística. Hay playas paradisiacas y la Habana vieja, por ejemplo, a pesar del estado de decrepitud en el que se encuentra, es realmente cautivadora.

El ideal socialista, en todos lados, se ha hecho pedazos. El poder político ha estado en manos de unos pocos. Tres presidente en seis décadas estrellan a un gobierno contra el sentido de la democracia. No se diga ya del control sobre los ciudadanos, de un estado coercitivo, que incluso envió a los homosexuales un Gulag de trabajos forzados, dado que, al igual que los soviéticos, la homosexualidad era vista como una desviación decadente de las sociedades capitalistas. El hombre nuevo al que le cantaba Silvio Rodríguez era, en realidad, un amordazador y un bully. Lean, por favor, Antes de que anochezca del escritor cubano Reinaldo Arenas. Primero, Arenas fue encarcelado por ser gay y escritor crítico durante la presidencia de Fidel Castro. Se le envió a campos de concentración y el gobierno le confiscó su novela El Palacio de las blanquísimas mofetas. Arenas logró abandonar la isla en el famoso Mariel, corría el año 1980, y se instaló en Nueva York, donde fue ampliamente reconocido por otros escritores latinoamericanos. Enfermo de SIDA decidió, antes de padecer una muerte dolorosa, suicidarse. En su carta de despedida culpaba a Fidel Castro de su soledad, de su exilio, de su padecimiento y de su suicidio.

En su artículo del martes 15, en la Crónica de hoy, José Fernández Santillán, nos recuerda a la Cuba del año 2021, que no bien comenzaba el verano cuando muchísimos cubanos, en toda la isla, salieron a manifestarse en las calles por que no había comida, a cada rato se iba la luz eléctrica y además los enfermos de Covid no tenían los servicios médicos necesarios. Los hospitales estaban rebasados. Y, como escribe Fernández Santillán “…la gente simplemente se hartó de la falta de libertades y la política de represión sistemática de la dictadura comunista”. Como todos sabemos, el presidente Díaz Canel, tan admirado por AMLO, mandó reprimir a diestra y siniestra, con lujo de brutalidad. Metieron a prisión a varios, persiguieron a otros, sacaron a gente de su casa y la desaparecieron por días. Los que anduvieron con suerte permanecieron bajo prisión domiciliaria. La vigilancia se intensificó, a los encarcelados los incomunicaron.

En su momento escribí sobre el julio cubano de 2021 en este diario. En el Washington Post, en julio del 2022, Abraham Jiménez Enoa, periodista cubano que publica en el Post y en el New York Times, redactó lo siguiente, como testigo de los sucesos en Cuba de aquel 2021:

Hace un año supimos que el presidente Miguel Díaz-Canel es un dictadorcillo más, que es capaz de dar una orden de combate contra su propio pueblo, de preparar el terreno para pasarle por encima a “los que no están con la revolución”, porque las calles solamente le pertenecen “a los revolucionarios”. Por eso tampoco se me borrarán de la retina los rostros ensangrentados, las mujeres golpeadas, los disparos con armas de fuego, los escuadrones de tropas especiales.

Más adelante agrega Jiménez Enoa:

Hace un año Diubis Laurencio Tejeda, un cantante de 36 años, murió a manos de la policía durante las manifestaciones. Fue la única víctima mortal entre las 1,484 personas que según Cubalex y Justicia11J, fueron detenidas por el régimen. Entre los arrestados estuvieron 57 menores de edad. De esa cantidad de detenidos, aún hoy, 701 personas, permanecen encarceladas.

Eso lo rememoraba el periodista cubano hace un año. La semana pasada o antepasada, no me puedo acordar dónde, leí que a uno de esos jóvenes prisioneros le habían aumentado la condena a una cantidad absurda de tiempo.

Y a pesar de esto, el presidente López Obrador, le da una presea a Díaz Canel. Según Human Rights los presos estuvieron incomunicados por semanas y a veces por meses. Muchos fueron golpeados, se les privó del sueño, se les desnudó y obligo a realizar una sentadilla tras otra. ¿Lo sabrá AMLO o finge desconocimiento? Entregarle el “Águila Azteca” al dictador de Cuba ¿a cuenta de qué? ¿Creerá el señor presidente en los unicornios azules, como en la canción de Silvio Rodríguez o en que la era está pariendo un corazón (nunca he entendido el significado de una era que pare un corazón)? ¿O será que todos los tiranos se abrazan como hermanos, como dice la canción del español Víctor Manuel?

A saber.

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