Hace unos días el candidato de la oposición Santiago Taboada en un evento con empresarios, expresó la necesidad de crear “modelos públicos, privados” para la gestión del agua en la Ciudad de México. Esto que mencionó es, por decir lo menos, una aberración en contra del derecho humano al agua, reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2010, que contempla que todos los seres humanos deben tener acceso a una cantidad de agua suficiente para el uso doméstico y personal (entre 50 y 100 litros de agua por persona al día), segura, aceptable y asequible (el costo del agua no debería superar el tres por ciento de los ingresos del hogar). Poner en manos de particulares una labor del Estado y de la administración pública, traería consigo el encarecimiento del recurso hídrico para los consumidores finales y aumentaría las brechas de desigualdad que existen entre las personas con más recursos económicos y los que menos tienen. Aquellos que pueden pagar más por el agua y los que tendrían menos disponibilidad ante el aumento de precios por el líquido vital.
Es muy lamentable, que las personas más pobres son las que más pagan por el agua, dado que no cuentan con tuberías o la reciben por tandeo en cortos periodos de tiempo que les garanticen el suministro del líquido en sus hogares, por lo que tienen que comprar pipas. Inclusive el agua que adquieren llega a ser de mala calidad y en ocasiones, ante la falta de recursos económicos, la almacenan en condiciones insalubres.
No existe un producto que sustituya al agua en el mundo, es por ello que el gobierno es quien debe invertir y gestionar este recurso con la finalidad de proteger a las personas más vulnerables y para evitar que sea utilizada por particulares con una visión empresarial.
De acuerdo a datos del Banco Mundial del 2023, alrededor de 771 millones de personas no pueden acceder siquiera a servicios básicos de agua potable en el mundo. Y pese a que buena parte de la población en el planeta sigue sin tener acceso a un buen suministro, se estima que para el 2030 el consumo aumentará en el orbe en un 40%.
Una persona de la Ciudad de México consume en promedio 366 litros de agua al día. No obstante, el consumo residencial medio es de 567 litros de agua diarios, según un estudio de ONU-Hábitat de 2021. Esto muestra que algunas personas con mayor poder adquisitivo consumen más agua diariamente. Mientras que hay capitalinos que no tienen acceso a ella durante días.
La Ciudad de México es una gran ciudad, una urbe en constante crecimiento, que todos los días se renueva. Es importante emprender desde ahora las acciones necesarias que garanticen el abasto, suministro y tratamiento correcto del agua de cara a los siguientes años y la única manera de hacerlo correctamente es que el gobierno sea quien tenga el control, la distribución, el tratamiento y en suma la gestión sobre los recursos hídricos. Es muy fácil terciarizar el servicio público, pero también es una puerta fácil a la corrupción, al negocio indebido de servidores públicos y el consecuente aumento en tarifas, pago de derechos, suministros y aprovechamientos. En el mundo entero se profetiza una crisis hídrica sin precedentes, evitemos que en la CDMX se acelere su llegada.
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