Opinión

Un programa para la oposición

Pobres oposiciones. Justo en este momento caracterizado por un cambio de época que ofrece la oportunidad histórica para proponer una nueva mirada sobre los problemas de México, aparecen totalmente extraviadas y ancladas a la cultura del viejo mundo político. Se debe recordar que las ideas son una necesidad en las sociedades en proceso de cambio y que no existe política sin ideales. Además, que sin el trabajo de la inteligencia que profundiza en las razones, las desarrolla en la conciencia y las convierte en motivaciones no existe acción política transformadora. Las ideas viven en la razón, en las emociones colectivas y en la conciencia individual. Para manifestar sus relevantes diferencias con la política gubernamental, las oposiciones deben explicar a la sociedad sus propuestas concretas de cambio asumiendo la enorme proyección que están adquiriendo las demandas de los ciudadanos.

Ha llegado el momento de preguntarse: ¿cuál es la relación que la alianza opositora mantiene con el patrimonio ideal compartido por los ciudadanos que buscan expandir nuestro proceso de transformaciones políticas en sentido democrático? Otros cuestionamientos que es necesario formular son: ¿todavía es posible identificar un núcleo de ideas y valores, de principios éticos y de objetivos políticos e intelectuales, capaces de orientar a los sujetos individuales y colectivos en la acción transformadora? y además, ¿existe un “programa político” que brinde eficazmente una identidad definida al ciudadano y al conjunto de la oposición independientemente de sus distintas concepciones ideológicas? Para responder estas interrogantes debemos explorar las propuestas opositoras hasta ahora presentadas.

Recientemente circuló un documento titulado: “Que nadie se quede atrás. Propuesta ciudadana de país de la #MareaRosa”, que es fruto del trabajo reflexivo de un grupo de organizaciones de la sociedad civil y de una amplia gama de nuevos y viejos actores políticos que se unieron para configurar un contrapeso en las elecciones presidenciales de 2024. Aunque se propone “un México donde las palabras igualdad y libertad sean la brújula que guie nuestro camino”, en realidad solo presenta una serie de generalizaciones y lugares comunes de los que la política mexicana es prisionera desde hace años. Se afirma que en su elaboración participaron miles de personas y que se agruparon las 270 propuestas recibidas en cuatro ejes temáticos: “derechos garantizados para todos”, “economía dinámica inclusiva y sustentable”, “seguridad y justicia”, y “México democrático, federal y con buen gobierno”. No importa si se revisa la versión mínima o la versión ampliada, el resultado es un programa que no aporta nada nuevo, imposibilitando que la ciudadanía se identifique con él. De ninguna manera representa “la piedra angular del nuevo acuerdo ciudadano”.

Se entiende que solamente un programa “descafeinado” puede ofrecer unidad política a agrupaciones que son tan distintas por historia, tradiciones ideológicas e itinerarios organizativos. Pero una coalición opositora sin un programa verdaderamente atractivo e innovador no puede ser la alternativa. Sobre todo, porque en la propuesta presentada no aparecen temáticas que actualmente son de gran relevancia para los ciudadanos y no se ofrecen indicaciones apropiadas sobre como empoderarlos políticamente, como ofrecerles mayores libertades públicas y privadas, como hacerlos avanzar en sus derechos, como enfrentar el fenómeno creciente de las democracias sin ciudadanos o como transitar hacia una sociedad del bienestar universal. Tampoco se menciona nada sobre el asociacionismo ciudadano, sobre la rebelión ética contra las crecientes desigualdades, sobre los derechos y la dignidad de los animales o sobre el trabajo no asalariado que aumenta vertiginosamente en nuestras sociedades.

A las organizaciones opositoras les hace falta un impulso ideal y una nueva identidad cultural. No sólo han perdido el rumbo estratégico, sino que también han abandonado la urgente proyección de una sociedad del futuro para nuestro país.

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