Opinión

La propuesta de Clara Brugada para una ciudad basura cero

No hay tema pequeño en la Ciudad de México, aquí todo es grande. Por ejemplo, si hablamos de energía, tan solo el consumo energético del sistema de transporte colectivo metro es similar al de Villahermosa, una ciudad que roza los 700,000 habitantes. Tratándose de agua, la capital consume el doble que Monterrey. Y en cuestiones de economía, tan solo la CDMX representa el 15% del PIB del país.

Ahora pensemos en los residuos: todos los días la Ciudad de México genera casi 13,000 toneladas de residuos sólidos urbanos (en términos generales: residuos domésticos y comerciales), 14,000 toneladas de residuos de la construcción (cascajo) y un tanto más de otros tipos. Las cifras son tan grandes que imaginarlas es difícil y el reto de gestionarlas lo es aún más. Para ello, la ciudad cuenta con casi 3,000 camiones de recolección operados por las alcaldías, el sindicato de limpia y trabajadores informales, 13 estaciones de transferencia, lugares a donde se transportan los residuos para luego ser trasladados a sitios de disposición final, y 4 plantas de selección, espacios donde se separan los residuos y se pueden volver a aprovechar a través del reciclaje, su venta o convertirse en combustible para otros procesos. Estas últimas están a cargo de la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de México. Mientras que la política de residuos es liderada por la Secretaría de Medio Ambiente a través del Programa de Gestión Integral de los Residuos.

El reto de los residuos en la ciudad reside tanto en la magnitud de estos, como en los desafíos propios de la coordinación interinstitucional y con actores sociales y gremiales.

Durante la administración de Claudia Sheinbaum se dieron importantes avances. Su gobierno promovió la eliminación de plásticos de un solo uso y fortaleció programas de reciclaje, amplió la infraestructura para el reciclaje de residuos de la construcción y las plantas de selección; además, se invirtió en modernas plantas de valorización de residuos con distintas tecnologías como la planta de biodiésel, la cual utiliza aceite usado de cocina para producir combustible, o la planta de carbonización hidrotermal que produce carbón a partir de desechos orgánicos. Esto ha permitido reducir significativamente el volumen de residuos enviados a los rellenos sanitarios.

Aquí es donde entra una de las propuestas que dio Clara Brugada en su discurso de toma de protesta como jefa de gobierno de la Ciudad de México: la creación de la Agencia de Gestión Integral de los Residuos Sólidos. Un organismo de este tipo da a la política de los residuos la importancia que merece y beneficia la operación y coordinación, al centralizarlas en un solo ente gubernamental. Desde su nombre, se mandata al organismo a alinear su misión con la gestión integral, un concepto que hace referencia a que la política de residuos debe minimizar el impacto ambiental, social y sanitario.

Por otra parte, con la modernización del 50% de la flota de recolección de residuos mediante coinversión con las alcaldías, la ciudad dará un salto hacia la eficiencia operativa, reduciendo emisiones contaminantes y costos. Además, la construcción de cinco plantas de selección duplicará la capacidad instalada actual, permitiendo que casi la totalidad de los residuos sólidos urbanos generados diariamente puedan ser tratados de manera más efectiva. Dichas plantas no solo mejorarán el reciclaje, sino que abrirán oportunidades para la creación de empleos verdes y el aprovechamiento de residuos como motor de una economía circular y, por lo tanto, sostenible.

Esta propuesta tiene el potencial de colocar a la Ciudad de México en la senda de una gestión de residuos moderna y eficiente, a la altura de las grandes metrópolis del mundo. Con el plan de Clara Brugada, se busca que los residuos ya no sean basura, sino un recurso para construir una ciudad más sostenible y resiliente.

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