Opinión

Las quimeras de los Libros de Texto

Con absoluta candidez, una maestra comentó durante una de las conferencias vespertinas que cuando participó en la elaboración de los contenidos Libros de Texto Gratuito (LTG), no tenía idea de cómo desarrollar el proyecto.

Celebro que haya maestros con interés en aportar a la educación, pero más me gustaría que lo hicieran desde la experiencia práctica que tienen en el aula y que nadie más puede brindar. Esa sí que sería una valiosa aportación y daría oportunidad a que la SEP, los padres y todos los interesados conocieran las muy diversas experiencias de los docentes en los distintos entornos en los que viven nuestros niños.

Más allá de si la ilustración del sistema solar tiene errores, tengo para mí que primero debiéramos ponernos de acuerdo en qué entendemos por dialógico y por Constitución.

En los “Libros sin recetas para la maestra y el maestro” se aboga por el aprendizaje dialógico, el cual se basa en un diálogo igualitario, donde el poder de los argumentos debe prevalecer sobre la relevancia jerárquica de quienes los expresan. Nadie podría estar en contra de que profesores y alumnos dialoguen y que a través de tal ejercicio, los niños aprendan a expresar sus ideas, a escuchar las de otros y encontrar soluciones.

Sin embargo, aquí es donde empiezan los escollos, pues siguiendo la narrativa de los LTG, el diálogo es válido si, y solo si, se da dentro de los cauces de pensamiento de la Nueva Escuela Escuela Mexicana (NEM). Más aún, la SEP no dialogó con el otro elemento fundamental en la educación: los padres.

Encuentro otra disonancia en los LTG. Resulta que “el aprendizaje dialógico también se asocia a la solidaridad. (…) Existe un trabajo colaborativo en el cual se valoran tanto las diferencias, como las coincidencias, tomándose ambas como compatibles.” A lo largo de los LTG, se encomia la solidaridad con los iguales, pero se estigmatiza a los demás, a todo aquel que tenga una forma distinta de ver el mundo. ¿Qué piensa hacer la Nueva Escuela Mexicana con la mitad del país que no comulga con las ideas “transformadoras” de la 4T? Y aún si apenas fuera una minoría, también tendría derecho a ser escuchada e incluida.

En los LTG es reiterada la idea de que la educación transforma la sociedad y sin duda que así es. La pregunta es cuál es el resultado esperado de la transformación. Y aquí es donde entra la Constitución.

La NEM promueve que los niños conozcan mejor su entorno y se les ponen ejercicios de análisis para la resolución de los problemas comunes. Ahora bien, la siguiente pregunta sería cómo canalizar la “práctica social” de la que hablan los LTG, para que cuando los niños sean mayores actúen sobre su entorno.

Un camino sería fomentar la organización social para hacer demandas a las autoridades y/o al resto de la sociedad para lograr el cambio deseado. Otro camino es el que marcan los LTG, al enaltecer el secuestro de gente acaudalada o la organización guerrillera para llamar la atención de las autoridades. Si la NEM quiere el segundo camino, pues que empiece por cambiar el Código Penal.

Los LTG abogan por un “sur global” y hasta donde se ha visto, en estas iniciativas endogámicas -tipo la Alianza Bolivariana- el comercio entre naciones supuestamente no tiene como fin las ganancias y obedece más a lógicas políticas. Tales alianzas no han logrado mayor éxito en mejorar las condiciones sociales y económicas de los latinoamericanos.

Ahora bien, nuestra Constitución establece que México ha optado por el libre mercado y la competitividad, claro, bajo la rectoría del Estado para fomentar el crecimiento económico. Así las cosas, lo que Marx et al debieron plantearse es cómo lograr algo que ningún gobierno ha logrado: una forma eficiente de distribuir la riqueza. Y luego, preguntarse si eso compete resolverlo a la SEP o a las Secretarías de Hacienda y de Economía.

Un último tema. La NEM está en contra de “los enfoques eurocéntricos”. Del Renacimiento para acá, Europa se convirtió en el centro cultural del mundo. La otra cara de la moneda fueron el colonialismo y la explotación, mismos que han sido universalmente condenados desde el siglo XIX.

Tengo para mí que la pregunta que Marx et al debieron de hacerse es qué hizo grandes y mantiene grandes a las naciones de Europa y encontrar algunas pistas que pudiéramos aplicar en la educación.

Como ve, doña Leticia, Marx Arriga, usted y el florero que funge como subsecretaria de Educación Básica tienen mucho por hacer en los nuevos Libros de Texto, independientemente de lo que decidan los jueces.

Para empezar, hagan un ejercicio de congruencia.

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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