Opinión

Para recordar a Oliver Sacks

El domingo 9 de julio, Oliver Sacks hubiese cumplido 90 años. Fue, como muchos de sus lectores saben, un neurólogo británico, que vivió años en Estados Unidos desde la década de los sesenta y escribió varios libros sobre desórdenes neurológicos absolutamente fascinantes. Y como hoy me niego a investigar y a tratar las barbaridades que ocurren en México bajo el desafortunado gobierno de la Cuatroté, además nadie me obliga a hacerlo, mejor festejo al doctor Sacks como escritor y brillante especialista de las rarezas de la mente humana.

Algunos de ustedes recordarán el filme Despertares (Awakenings), estelarizada por Robin Williams y Robert De Niro. Pero primero surgió esa historia al mundo como libro (1973), un libro autobiográfico, que trata del enorme interés que Oliver Sacks prestó a un grupo de pacientes sumamente aletargados en el hospital Beth Abraham de Nueva York, nosocomio para enfermos con problemas neurológicos crónicos. Sacks descubrió que varios de los enfermos catatónicos allí ingresados habían sobrevivido a la epidemia de encefalitis letárgica de 1922, llamada “mal del sueño”. Un mal que no parece haberse presentado otra vez. El doctor Sacks sacó a los enfermos de su estado de entorpecimiento y profunda modorra mediante una medicina llamada Levopoda. Por desgracia, el efecto sanador funcionó por un tiempo y los pacientes volvieron a su estado aletargado. La medicina, que había servido para pacientes de Parkinson, no logró aliviar a los martirizados enfermos de encefalitis letárgica.

Los más destacable en la vida y en la obra de Sacks radica en cómo abordó las enfermedades neurólogicas y en su visión compasiva de los enfermos, de ahí que los relatos de sus historias clínicas resulten revelaciones extraordinarias de las distorsiones en el cerebro y de la naturaleza enferma de los homo sapiens .

Grandes personajes han admirado los libros escritos por Oliver Sacks, entre ellos el narrador italiano Roberto Calasso, el poeta británico W.H. Auden, el compositor ruso Igor Fiódorovich Stravinsky, que le agradeció enormemente su libro sobre las migrañas Migraine (1970), asunto de afectación para muchísimas personas que las sufren.

Oliver Sacks estudió medicina en la Universidad de Oxford y luego se especializó en neurología en reconocidas universidades estadounidenses. Se estableció en Nueva York en 1965. Fungió como académico y realizó toda su vida clínica neurológica, o casi toda, en aquellos lares. En 1985 publicó el libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, en el que trata varios casos difíciles, como justamente el del marido que sufre agnosia visual, un desarreglo neurológico que implica la incapacidad de reconocer caras y objetos. Inmediatamente el libro se convirtió en un bestseller . Tanto éxito obtuvo, que se compuso una ópera sobre este caso y se que se estrenó en 1986, con el mismo título. El hombre que confundió a su mujer con un sombrero contiene 24 relatos y cada uno trata sobre una disfunción del cerebro. Los neurorelatos de Sacks nos enfrentan a ese otro mundo extraño de las percepciones alteradas.

Un antropólogo en Marte (1995), después de Seeing voices: a Journey into the World of the Deaf (1989), traducido como Veo una voz: viaje al mundo de los sordos, acomete increíbles desordenes neurológicos, como “El último hippie”, la historia de un joven estudiante de leyes, que deja una carrera seguramente brillante para ser monje Hare Krisna. Sus padres lo visitan en un monasterio y el hijo ha engordado mucho, pero mantiene todo el tiempo una sonrisa de satisfacción. En realidad, padece un tumor cerebral que lo ha llevado a ese estado de obesidad y de aparente alegría.

Este libro contiene siete relatos. Con especial gusto recuerdo el de la psiquiatra autista, que no permite que nadie la toque, pero es buena profesional. Para contar con algo parecido a la cercanía cariñosa de alguien inventa una máquina que la abraza.

Otra de las historia se refiere a un hombre con síndrome de Tourette, que es una afección del cerebro y los nervios que produce movimientos y sonidos repetidos e indeseados. También se puede emitir palabras ofensivas con este síndrome.

En Un antropólogo en Marte aparece el mal que atormenta a un pintor, después de un choque en auto, en el que se pega en la cabeza. A partir de ese momento ve todo en blanco y negro: a sus familiares, la comida, la naturaleza. Resulta terrible e interesante.

En 1997, luego de otros libros y artículos, Oliver Sacks saca su The Island of the Colorblind, La isla de los daltónicos acromáticos podría ser la traducción. Atraído por unos isleños de un pequeño lugar en el Pacífico, Sacks acude a hablar con ellos para que le cuenten de su mundo en blanco y negro.

En Guam, otra isla en Micronesia, en el Pacífico occidental, que pertenece a los Estados Unidos de América, Sacks y un colega suyo, John Steele, investigó sobre una parálisis neurodegenerativa endémica. Se internó en la selva y en lugares inhóspitos para estudiar a fondo el problema de varios habitantes de Guam. Con esta investigación muestra de nuevo las enormes complejidades de la existencia humana.

Conocedor de botánica escribe Diario de Oaxaca (2002), donde también da cuenta de la cultura oaxaqueña. En el 2015 publica On the Move (en movimiento sería la traducción) que es su diario de vida, de su trabajo exhaustivo como neurólogo y como escritor. Narra su pasión por las motocicletas y la velocidad, su lucha contra una adicción a ciertas drogas en los lejanos años sesenta, su gusto por levantar pesas y por nadar, su culpa por dejar a su familia en Inglaterra para irse a vivir a los Estados Unidos, sus amores, siempre homosexuales, su cercanía con un hermano esquizofrénico e incluso anuncia que padece una enfermedad que habrá de matarlo pronto, como finalmente sucedió poco tiempo después.

Con dos semanas de atraso, valga esta mínima introducción al quehacer maravilloso de Oliver Sacks.

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