Opinión

Recta final, agitación e incertidumbre

Faltan veinte días para el final del sexenio y no hay claridad sobre cómo será el cierre de la administración. Agitación e incertidumbre dominan el escenario.

Hay presiones sobre el peso, las proyecciones de crecimiento económico para este año y el siguiente se ajustan a la baja, la relación con Estados Unidos y Canadá se descompone. Las presiones acumuladas se harán sentir el primero de octubre y lo que pintaba para ser un día de júbilo, parece ahora una jornada con los focos de alerta prendidos. ¿Cómo fue que las morenitas arruinaron su propia fiesta?

Morena y sus aliados ganaron la elección presidencial de manera contundente. La doctora Sheinbaum consiguió ser la política más votada en la historia. Por si fuera poco, los organismos electorales les dieron la anhela sobrerrepresentación, lo que transformó en aplanadora irresistible sus bancadas. En lugar de estar pensando en construir un México más igualitario y pacífico con las propuestas de la presidenta electa, están empantanados en un jaloneo con la oposición que amaga con transformar el Congreso en una Cámara Húngara y terminar a patadas.

Todo esto lo genera el interés del presidente saliente de aprobar todas las iniciativas contenidas en Plan C, un paquete ambicioso de cambios constitucionales. Los mandos en el Congreso, que no cuidan el interés del gobierno que viene sino los caprichos del gobierno que se va le quieren dar esos cambios como regalo de despedida a su jefe político real, López Obrador, antes de que se vaya a Palenque a tirarse en la hamaca. ¿Un regalo de despedida? Ya propuse que hagan una vaquita, lo inviten a comer y le regalen un par de guayaberas y a otra cosa, pero no. Quieren el Plan C completito y están dispuestos a todo.

Lo primero, para esta misma semana, es aprobar la Reforma Judicial. Aunque el proceso legislativo no ha concluido, lo cierto es que el Poder Judicial está colapsado. Al interior de la SCJN hay una ruptura que no tiene remedio. O sea, ese poder de la Unión ya está donde lo quería poner el presidente: arrinconado, asustado, dividido. Que extraño regalo de despedida.

Glifos

¿Quién será? Una pregunta recorre los pasillos del Senado de la República. ¿Quién será el legislador que le proporcione a la coalición oficial el voto que le falta para aprobar en sus términos la Reforma del Poder Judicial? Es un episodio de morbo político.

¿El voto que falta será producto de amenazas o resultado de un cañonazo millonario? ¿Algún acomedido le acercó a un senador de oposición el expediente que tiene de él la UIF para, digamos, sensibilizarlo de las bondades de la reforma? ¿O pronto no enteraremos de que otro senador está estrenando departamento frente al Central Park de Nueva York?

El jaloneo ha empujado a la Corte al averno. Ya nada será igual. El otro día, al calor de un mitin, una ministra con la melena alborotada se ufanaba de ser fundadora de Morena y le agradeció al presidente López Obrador haberla llevado hasta la Suprema. Esa ministra, de nombre Loretta, no puede regresar a la SCJN porque ya quedó claro que es una militante más del partido en el poder de modo que su tarea como juzgadora quedó marcada para siempre. ¿Era necesario?

De ahora en adelante los aspirantes a la dirigencia nacional de Morena que no ganen el cargo tendrán como premio de consolación el puesto de magistrado o ministro, ya que la idea es que el Poder Judicial sea el brazo jurídico de Poder Ejecutivo. El requisito para ser tomado en cuenta será tener un promedio arriba de 8 en la carrera, cartas de recomendación de sus vecinos y credencial vigente del partido en el poder.

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