La democracia participativa significa que la ciudadanía toma directamente una decisión de gobierno, que puede ser lo mismo la revocación del mandato de algún/a representante; una política pública; o una medida legislativa.
La interpelación al cuerpo electoral ciudadano plantea diversos retos que deben atenderse, sobre todo si pensamos que ejercicios de este tipo se seguirán realizando en nuestro país, ya sea en lo municipal, lo local o lo nacional.
Primero, la inclusión. Debemos encontrar la manera de garantizar la mayor extensión del voto, pensando en mecanismos que permitan sufragar a aquellas personas que, por ejemplo, encuentran dificultades para trasladarse a los centros de votación. También desde luego a la ciudadanía migrante.
Segundo, la participación de las autoridades políticas. Uno de los temas más complicados en el pasado proceso de revocación de mandato fue la participación constante de las autoridades administrativas que mandaban mensajes que estaban prohibidos por la legislación. Se puede pensar que se trató de errores producto de la novedad de la figura, y suponiendo lo anterior, es de esperarse que ya no se repitan estas conductas ahora que se conoce el criterio judicial que les resulta aplicable.
Tercero, la participación. Se piden porcentajes del 40% para que el resultado del mecanismo sea obligatorio; y la participación popular ha quedado por debajo en mucho de esta expectativa. ¿Qué se debe hacer para lograr números más altos?
Es posible discutir varias opciones, por ejemplo, empatar los mecanismos de democracia participativa con las elecciones de la democracia representativa. Este modelo presenta varias características:
Por un lado, ahorro en la inversión necesaria para estas figuras, pues se reduciría considerablemente al servirse de la infraestructura y materiales previstos para las elecciones. Además, se aumentaría de forma relevante la participación ciudadana, pues las y los votantes están acostumbrados a acudir a tales comicios. Así se estila, por ejemplo, en los Estados Unidos.
A la par se ha encontrado como posible defecto la mezcla entre la pasión partidista propia de los comicios representativos, y los propios del mecanismo de participación.
No hay salida alguna que se encuentre plena de virtudes y ayuna de defectos.
Vale la pena meditar sobre lo que he planteado, considerando que con toda seguridad estos mecanismos se seguirán utilizando en el futuro.
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