Sorprendieron gratamente los últimos nombramientos que la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum dio a conocer el jueves de la semana pasada, en especial los relativos a las carteras de Salud, Energía, y al Función Pública, ya que aluden a funciones de la mayor importancia para el desarrollo de nuestro país.
El haber nombrado al médico David Kershenobich, con una trayectoria impresionante por su preparación y experiencia obtenida en diversas especialidades cursadas tanto en México, es egresado de la UNAM, como en el extranjero; pero también en los diversos cargos que ha tenido, como médico hepatólogo y gastroenterólogo, que ha contribuido a la creación de organismos de gran relevancia para la salud en México como la primera Clínica de Hígado en el país, el fortalecimiento del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición, del que fue director, y un sin número de contribuciones tanto en los sistemas de salud como a través de sus más de 500 publicaciones en revistas médicas nacionales y extranjeras.
David Kershenobich tendrá que atender en el próximo gobierno rezagos que ya no pueden soslayarse, tales como el hecho de que más del 30% de la población carece de acceso a la salud, cerca de 40 millones de personas que a nivel nacional están desprotegidas ante enfermedades con gran incidencia como la diabetes y cardiopatías diversas, principales causas de muerte. Tendrá que atender, con sentido de urgencia la mala calidad de los servicios en los diversos organismos de salud, la escasez de personal, insuficiencia de medicamentos, equipo básico, la insuficiente capacitación del personal médico, el bajón que ha tenido el sistema de vacunación y sobre todo la falta de cobertura de servicios médicos elementales en zonas de alta marginación donde no se cuenta ni siquiera con un Centro de Salud, por modesto que sea.
Un problema que se antoja casi de imposible solución será el de contar con mayores recursos en este sector donde lejos de aumentar sus presupuestos en el actual sexenio se han reducido y ante el enorme déficit público del 6% del PIB que se ha dado a conocer heredará el nuevo gobierno, éste tendrá que apretarse el cinturón para reducir ese déficit al 3% en los próximos dos años, como lo ha prometido el Secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O.
Las obras insignia de López Obrador, como son la refinería Olmeca, el Tren Maya, AIFA y algunas otras, cuyos costos se fueron al doble de lo presupuestado, consumieron millones de pesos del presupuesto que se pudieron haber destinado al tema de salud, prioritario para cualquier país.
Cuando los periodistas abordaron al doctor Kershenobich, a su salida del acto donde se dio a conocer su nombramiento y le preguntaron sobre su opinión acerca de si México estaría próximo a tener un sistema de salud como el de Dinamarca, desestimando la pregunta por considerarla ociosa, dijo no saber sobre eso pero lo que sí considera como su principal responsabilidad inherente a su posición como secretario de salud, será lograr que la mayoría de mexicanos tengan acceso a un sistema de salud eficiente, que la cobertura alcance a toda la población, que sea realmente universal.
Esos casi 40 millones de personas que hoy están fuera de la seguridad social por los errores cometidos en el actual sexenio, al disolver el Seguro Popular y crear en su lugar el INSABI, sin un plan consistente, lo que provocó su fracaso, llevó a la creación del IMSS-Bienestar, aún sin funcionar al 100%. En buena medida estas políticas erráticas han sido los factores que explican las graves deficiencias en nuestro sistema de salud.
El doctor Kershenobich tiene todo lo necesario para superar ese rezago tan lastimoso, para no hacer el papel de simple florero, o seguidor ciego y fanático de su líder, como la triste imagen dejada por el doctor Hugo López Gatell, responsable del manejo deplorable de la pandemia de COVID-19.
@fer_martinezg
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