Lo dicho. No salimos de una agresión mortal a los compañeros animales, que viene la siguiente en nuestro violento México. Estábamos apenas asimilando con incredulidad y azoro el vil asesinato de SCOOBY, cuando se dio el de otro perrito llamado KOKORO, perseguido y muerto a balazos en plena calle, donde por cierto, teniendo tutora, no debió estar vagando sin supervisión, así lo hubiese acostumbrado, y por lo tanto, en este particular asunto hubo responsabilidad compartida, quiérase o no, sin poder medir de la misma forma a quien adoptó silvestremente al lomito que posteriormente dieron por identificar como BENITO. En tal discusión me encontraba, cuando mirando a distancia el periódico Reforma enfoqué una nota que reportaba un tercer caso de agresión a perro, otra vez en Tecámac. Según la confusa información, EL MANCHAS era insultado y apaleado de forma constante hasta llegar a fracturarle la columna vertebral, acciones todas llevadas a cabo por varias personas dentro del domicilio que supuestamente era su hogar. De acuerdo a las declaraciones vecinales impresas, el perro aullaba de dolor día y noche, motivo por el que se dieron a la tarea de denunciar los hechos a la policía, cuerpo de seguridad que por lo visto, sin capacitación alguna para lo correspondiente, sólo atinó a llevarse a uno de los miembros de la violenta familia para presentarlo ante un “juez conciliador”, en lugar de haberlo remitido con todo y denunciantes al MP, acusado por maltrato animal en grado penal y con varias agravantes, ya que una de las voluntarias de la AC Peludos Desamparados declaró haber visto al perro encajado a la fuerza dentro de una coladera del predio… ¡carajo!… momento mismo en el que debió ser conducido a una clínica veterinaria para su inmediata atención y valoración, lo que al parecer sucedió después, pero en el medio se dio una discusión entre las dos protectoras que intervinieron. Una optando por la eutanasia del can y otra negándose a ello, ganando la primera e impidiendo con ello documentar puntualmente el grado de criminalidad aplicado al perro, que permitiera refundir en la cárcel a sus crueles e iracundos asesinos. No obstante…
A saber lo que hubiera procedido, ya que trascendió por estos días que el tal “Benjamín N” -condenado por la Jueza Alicia Basurto García a 10 años de prisión sin derecho a fianza tras haber envenenado a los invaluables perritos rescatistas queretanos ATHOS y TANGO, hace cosa de dos años, un 13 de junio- goza de libertad. Si lo anterior es verdad, ¡cuidado!, porque se estará dando lugar a impartir justicia por otras vías, sin omitir que se trataría asimismo de un mega fraude judicial al haberse descrito el castigo como un fallo “histórico”, celebrado a lo grande. ¿Será entonces que la abogada Mónica Huerta, quien llevó el caso, pudiera explicar la razón por la cual el fulano no está en el bote?...
Ahora tristemente vengo a entender la necesidad de llevar a cabo una marcha más contra el maltrato animal, esta vez programada para el próximo 25 de junio. Y como así…
Desde este humilde espacio hago un llamado al Presidente colombiano Gustavo Petro para que no cese la búsqueda de WILSON, el perrito rastreador que primeramente encontró a los pequeños perdidos en la selva durante 40 días y que los acompañó un tramo, según contaron los menores. La criatura pudo ser presa de un jaguar u otro predador, pero… ¿y qué tal si para completar el milagro estuviera vivito y coleando?
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