Empezamos mal el segundo sexenio morenista. A seis días de que tome posesión Claudia Sheinbaum como presidenta del país, nos anuncia el doctor Sergio Aguayo en su columna del Reforma que “hay indicios de que la Dirección del Canal 11 decidió cerrar el programa Primer Plano.” Se trata, como ustedes saben, de un programa de opinión, creado en 1991 y al cual se incorporó al doctor Aguayo en 2001 (analista e internacionalista y promotor de los derechos humanos y la democracia, Aguayo estudió en el Colegio de México, donde es profesor-investigador, y en la Unviersidad John Hopkins en la que obtuvo su doctorado y posdoctorado. Ha escrito varios libros, como La transición en México. Una historia documental 1910-2010 (2010), El 68: los estudiantes y la CIA (2018), Diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos (2003) y muchos más. En las redes sociales, poco antes del rumor de que Primer plano podía terminarse, lo tacharon de conservador y neoliberal, también “me reprochan que haya escrito un libro sobre el fraude electoral de las elecciones del 2006”. Otros lo ven afín a López Obrador por esa razón.
El asunto aquí es que, de clausurar el canal 11 Primer Plano, pone en entre dicho las libertad de expresión, ejercicio que sus participantes han aprendido ha fortalecer a través de 25 años de emisiones televisivas, respetando lo que cada quien diga.
La doctora María Amparo Casar, que también colabora en dicho programa, se despidió hoy, 25 de septiembre, de su espacio crítico en el diario Excélsior , donde escribio once años. Todos conocemos la querella que el señor presidente inició con ella por, según él, recibir “de forma corrupta (sic) una pensión de su difunto marido, quien fue asesor en la Dirección Administrativa de Pemex y murió en su oficina cayendo por accidente de una ventana o suicidándose. Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Cambridge preside la organización, no gubernamental, Mexicanos contra la corrupción. Ha escrito varios libros, el más nuevo es Los puntos sobre la íes. El legado de un gobierno que mintió, robó y traicionó.
Lamentaré no poder leer los artículos de la doctora Casar en Excélsior, no sólo yo, sino todo aquel interesado en sus comentarios siempre precisos e inteligentes. Dice ella en su artículo de despedida:
“La libertad de expresión puede restringirse por numerosos procederes y el miedo imponerse por muchos medios. Los medios favoritos de este gobierno para infundir miedo han sido los insultos inclementes del Presidente en su conferencia matutina, que convierten a los comunicadores en presas del odio, del desprestigio, del aislamiento o del escarnio; la revelación ilegal de datos personales; la divulgación, también ilegal, de los datos de organizaciones, incluidos los donantes, proveedores y planta de colaboradores.” “(….)Espero que todos los que han perdido espacios desde dónde ejercer la crítica encuentren la manera de seguir siendo leídos y esscuchados. Pero lo cierto es que hoy el Estado de derecho, la democracia y la libertad de expresión están amenazados en México.”
MariCarmen Cortés es una columnista reconocida por su Programa Alebrijes, Águila o sol de Televisa, que da a conocer la situación económica en el país. La conducción esta a cargo de ella, de José Yuste y Marco Antonio Mares y que aclaran mucho de lo que no entendemos los que no somos economistas. En Twitter, la articulista dio a conocer que, a su pesar, publicaba este día su última columna en Excélsior.
¿Qué está pasando? ¿Vendrá una época en que se callará a los periodistas, a los analistas?
El grado de furia, como si no hubieran ganado los de la Cuatro T, llega a grados superlativos. En el programa de Ciro Gómez Leyva, Epigmenio Ibarra, quien siempre está enojadísimo y naturalmente solo cree en lo que él dice, le espetó esta mañana a la reportera Miriam Moreno “No te han gaseado lo suficiente”. La reportera recogió sus notas y abandonó la cabina. Ciro amonestó al aire al creador de series televisivas.
Es necesario recordar que, en este sexenio, 47 periodistas han sido asesinados. Atentaron contra la vida de Ciro Gómez Leyva y, por fortuna, fallaron. Todavía no sabemos quien quiso matarlo a casi dos años de haberle querido asesinar.
Vivimos una etapa ominosa, más bien siniestra como lo entendía Sigmund Freud. Lo siniestro, dice el vienés, “sería aquella suerte de espantoso que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás” (Tomo III, Obras Completas, Madrid 1973, Biblioteca Nueva, Trad. Luis López Balleste”ros p.2484).
Es decir, lo siniestro, Umheimlich en alemán, es lo que ha dejado de ser familiar. En la literatura y en el cine de terror es muy claro. En la vida real surge con las prohibiciones, los ataques a la libertad de expresión, el miedo en las calles. Ciertamente en Culiacán, en Michoacán, en Chiapas y en Guanajuato la vida cotidiana se ha trastornado por la violencia, lo familiar ha dejado de serlo por completo. Lo que aparece ahora es la angustia.
¿Y no sienten esa angustia si comienzan a silenciar a los que opinan sobre los asuntos de la vida en México? Yo sí, como si un muñeco cobrara vida y me hablara.
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