Los versos de Agustín Lara no están nada mal para comenzar el año. Medrosa y cobarde, le dice el poeta musical a una mujer a quien le advierte los mágicos aburrimientos de la luz y el hastío.
En el último día del año pasado, la Universidad Nacional Autónoma de México emitió un comunicado ramplón, ambiguo, acomodaticio y nada definitivo. Otros dirían, pateó el bote. Lo alejó hasta quien sabe cuando, en lugar de tomar una postura en torno de un tema cuya naturaleza no amerita tantos recovecos y si, en cambio, le abre las puertas a la chicanada.
Para comenzar el documento se presenta con una redacción, desmentida más tarde por el descuidado redactor y más descuidado firmante.
Dice al principio: “en relación al presunto plagio de la tesis profesional que involucra a una ex alumna (sin nombre) …”, pero más adelante afirma:
“…Que después del análisis de la documentación por el Comité y con base en el alto nivel de coincidencias entre las tesis objeto de revisión, superior al 90 por ciento, resulta evidente la existencia de un plagio…”
--¿Cómo se transforma un presunto plagio en un plagio evidente, en un par de líneas de un boletín? Nadie lo sabe
Tampoco esto es comprensible:
“…Que la revisión académica de los contenidos de ambas tesis, sus fechas de publicación, así como los archivos físicos y digitales de la Universidad, hacen presumir (¿la universidad no hace otra cosa más allá de presumir?, ¿no puede afirmar? ) que la tesis original fue la sustentada en 1986.
“…Que unas horas antes de iniciar su reunión, el Comité de Integridad Académica y Científica de la FES Aragón recibió un testimonio notariado que contiene un escrito de quien sustentó su tesis en 1986, expresando que utilizó varias referencias, textos y partes importantes del contenido de la tesis publicada posteriormente, en 1987.
“Ante estos hechos contradictorios y sin tener la certeza de la dimensión del plagio expresado en el testimonio del ex alumno de la tesis de 1986 (también innominado) , resulta evidente que es necesario recabar información adicional para profundizar en el análisis documental y, de ser el caso, llamar a las partes involucradas…”
Todo esto mueve a pena. O a risa. La verdad hubo otro plagio. Fueron dos.
El plagio genial, la engañifa primigenia, fue cuando los dos gemelos del intelecto, (Yasmín Esquivel y Edgar Ulises Báez Gutiérrez, con la maestra Marta como tutora) le robaron a Herbert George Wells, la idea de su célebre novela, “La máquina del tiempo”.
“…No voy a exigirles que acepten nada sin dar fundamentos razonables para ello. Pronto habrán de admitir todo cuanto necesito. Desde ya, como bien saben, la línea matemática, es decir una línea recta de ancho nulo, carece de existencia real… Lo mismo ocurre con el plano matemático. Esas cosas son meras abstracciones… (Wells)”
Pero los “fundamentos razonables” en la exigencia wellesiana, no aparecen en los comunicados universitarios, porque de manera incomprensible para tan evidente machicuepa notarial, “convocará a una próxima sesión para continuar con su trabajo, allegándose de las opiniones técnicas que requiera, así como para analizar la actuación de la Directora de ambas tesis, en estricto apego a la normatividad universitaria.”
Todo esto parece innecesario a la luz de la lógica, pero no de la política. Aquí se está jugando otra cosa: la utilidad de la autonomía universitaria, amagada, por la filosa lengua del presidente de la República, quien no le perdonaría a la UNAM si propicia el derrumbe de su amiga Yasmín a quien desea incrustar en la presidencia de la Suprema Corte.
Y como elemento adicional aparece el manipuleo del texto de las tesis, en los archivos universitarios.
“…no acepto que derivado de disputas ajenas se vulnere (n) el prestigio y la honorabilidad de la Universidad.”
Es tiempo de probarlo, no de decirlo.
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