Opinión

El último grito… del mercado

Agridulce festejo con satisfacción y anticipada nostalgia de un lado, sí, donde se encuentra la mayoría política, local y nacional. Preocupación, desconcierto e irritado amilanamiento del otro.

El Grito de la Independencia en el cierre del primer ciclo del cambio de régimen impacta a una población a la cual no ha beneficiado ninguna redistribución de la renta nacional —no hay variaciones, los más ricos continuaron con la probabilidad de mantenerse ahí y las clases medias consolidaron prerrogativas en el esquema general de las cosas especialmente adhiriéndose al obradorismo— pero sí está consolidada una abundante cantidad de actuaciones clave de política pública y señales sobre las cuales puede basarse una explicación al sexenio agonizante.

Coexisten, paradójicamente, la vívida presencia simbólico-política del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador y el inminente inicio del empoderamiento real de Claudia Sheinbaum en la Presidencia de la República y de Clara Brugada en la Jefatura de Gobierno de la capital nacional.

Al balcón todas y todos. Reventada la plaza. Inundadas las pantallas de las miradas por la curiosidad y la convergencia de vestigios de un nacionalismo populachero de siempre con las adaptaciones indispensables para el nuevo ciclo.

La oposición se equivoca una tras otra. México no es Venezuela ni hay ninguna catástrofe, aun cuando el problema real de la seguridad en una decena de estados es muy preocupante. Vaticinaban los opositores al movimiento político y social controlador del poder nacional o a la reforma judicial devaluación constantes. Para no variar, erraron.

Tras la ratificación en los estados de la constitucionalidad de los cambios hubo una recuperación del peso frente al dólar. Hace una semana, cuando en San Lázaro comenzaba la discusión y en las calles un grupo de estudiantes se manifestaban en contra, la cotización se colocó por arriba de los 20 pesos; ayer se recuperó en más de 80 centavos; una tendencia que podría continuar con la confiabilidad respecto de nuestra moneda.

En 2018 los vaticinios desde algunos espacios de análisis financiero apuntaban a una relación de 25 pesos por dólar. Se equivocaron. En contraste con los cierres de las administraciones anteriores, tanto priistas como panistas, los indicadores con AMLO demuestran estabilidad macroeconómica, confianza del sector revelada en el equilibrio de los precios y cotizaciones de la bolsa, salvo algunos actores con problemas fiscales nacionales o internacionales.

México está ubicado como la economía número 12 en un avance de tres posiciones. Según la OCDE tenemos la segunda menor tasa de desocupación laboral de las naciones integrantes del organismo.

El modelo prioriza necesidades de los más vulnerables sin dañar en absoluto la capacidad de acumulación de los más ricos. Quedan evidenciadas incipientemente —faltan salud y educación con inglés para todas y todos— las probabilidades de alinear acción social con algo de desarrollo económico; crecimos a la tercera parte de la mejor etapa del milagro mexicano en los años 60.

Las cúpulas empresariales exhibieron conexión y compromiso, por ejemplo, con la mejora salarial —los sueldos crecieron 110 por ciento entre 2018 y 2024 y tendrán un incremento anual superior al de la inflación— o, como en el caso de la Ciudad de México, con un acompañamiento constante en las políticas de gobierno, primero con Sheinbaum, luego con Martí Batres y con las expectativas a la dinámica planteada por Brugada.

López Obrador deja un legado de estabilidad política y macroeconómica Y muchas controversias que habrá de atajar la próxima Presidenta, la primera.

Hay razones para la fiesta patria. Es el último grito de los pueblos y los mercados liderados por AMLO, el más querido mandatario según todos los datos. Hasta los de la minoría derrotada.

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