Opinión

La UNAM no pica el cebo

Hace años me comentaba un amigo acerca de la técnica para la pesca del pez vela. La carnada -me dijo- tiene que ser arrastrada por el bote a una velocidad lenta y constante, casi a la altura de la superficie, para atraer al animal, que cree que hay un banco de peces a disposición. Cuando pica es cuando comienza la lucha con el pescador. Y mientras más trata el pez de zafarse, más se clava en el anzuelo.

Mi buen amigo platicaba esta anécdota hablando de política, que era un tema que le apasionaba. Decía que eso sucedía muy a menudo, y que la clave era saber que, si te querían pescar, no debías de morder el anzuelo, porque luego te ibas a clavar.

El presidente López Obrador ha utilizado a menudo esta técnica con sus opositores. Cucándolos, provocándolos, a veces con insultos. Cuando caen, como a menudo ha sucedido con la oposición, tira inmediatamente de las líneas.

En el caso de la ofensiva contra la UNAM, en el que ha utilizado de pretexto el vergonzoso caso de la ministra Yasmín Esquivel, AMLO ha lanzado varias veces la provocación, pero la institución, celosa de su autonomía, no ha caído en ella.

En ese sentido se inscribe la respuesta del rector Graue a las múltiples presiones para que actúe y caiga en la trampa. Mientras el Presidente sugiere que la Universidad haga una denuncia ante el Ministerio Público (y el asunto pase al terreno judicial extrauniversitario), el rector nos recuerda tres cosas: que la Universidad encontró que hubo un plagio grave, que afecta a toda la comunidad de la UNAM; que el asunto debe ser resuelto conforme a los alcances de la legislación universitaria, porque -a diferencia de López Obrador- para él la ley es la ley; y finalmente que Esquivel tiene derecho a exponer sus alegatos y defenderse (aunque, por lo visto, no quiere ni le interesa, porque así es esto del cinismo).

Lo que está haciendo Graue es reafirmar la autonomía de la Universidad en un momento en que, desde el gobierno, hay una ofensiva general en contra de las instituciones autónomas. Un intento de control gubernamental a la sociedad civil.

Por lo mismo, la respuesta incomodó a López Obrador, molesto con lo que llamó “choro mareador”. Y por la misma razón, los distintos propagandistas del gobierno -de manera notable y lamentable, también utilizando la televisión pública- se han lanzado ya directamente contra Graue, difundiendo memes y dando vuelo a la idea de que el rector está evadiendo su responsabilidad (mientras cierran los ojos ante quien verdadera la evade, que es la ministra Esquivel).

Lo (no tan) curioso del caso es que otros han picado la carnada enviada por el Presidente. Personajes identificados políticamente con la oposición que no sólo quisieran una solución inmediata al problema del plagio, sino que también fuera en el sentido que ellos desean: que la UNAM le quite de una vez el título a Esquivel y que, por lo tanto, ella tenga que salir de la Suprema Corte.

En ese sentido, están pidiendo exactamente lo mismo que su némesis López Obrador: que la UNAM se salte el procedimiento formal y que actúe con discrecionalidad. Además, no ven que, si la Universidad hiciera eso, terminaría en un berenjenal legaloide, del cual se aprovecharían López Obrador y quienes quieren tomar el poder en la UNAM.

Como el pez, que no ve las trampas que están arriba de la superficie, quieren que la UNAM pique, sin percatarse que se clavaría el anzuelo -o peor, percatándose y no les importa-. Entonces, muy serios y democráticos, denunciarán la pesca.

Dicen que la Universidad debe ejercer su autonomía y sancionar ya a la plagiaria. Al hacerlo, tienen una curiosa concepción, similar a la del lado gubernamental: “si no hace lo que yo digo desde afuera, no está ejerciendo su autonomía”.

A esto se junta, de manera repetida, que a una buena parte de la derecha mexicana le gana la fobia le tiene a la educación pública, y en particular a la educación pública superior. Eso puede más que cualquier razonamiento. Y ahí están, muy a gusto, fungiendo en su papel de tontos útiles en la ofensiva del gobierno contra la UNAM.

En cambio, con la actitud de la Universidad (porque no sólo es el rector), quedan muchas cosas en evidencia. Que la autonomía se protege siendo efectivamente autónomos. Que las leyes no se doblan a contentillo, aunque no nos guste. Que hay una ministra de la Suprema Corte que plagió su tesis, dañó y sigue dañando a la comunidad universitaria.

Que el gobierno defienda a esa ministra, cuya ética está en entredicho, sin importarle la condena social, y que lo haga simplemente porque ella le es afín también nos habla de la calaña de este gobierno y nos deja claro que el presidente López Obrador ha abierto otro frente de confrontación, porque lo único que le interesa es abarcar más y más espacios de poder.

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