Las vacunas Abdala y Patria (no sabía que la Patria ya estaba lista) surgen con un enorme atraso. Ambas resultan ineficaces contra las variantes del Covid-19, anuncia hoy El Universal. Ambas vacunas son de primera generación y no están preparadas para las variantes de Ómicrón, causantes de la sexta ola de contagios en nuestro país. El gobierno de la Cuatroté debió haber anticipado este problema antes de comprar Abdala a los cubanos. ¿Qué hace la Secretaria de Salud, ¿no se informa? Las vacunas Pzifer y Moderna son bivalentes, lo cual implica que inmunizan contra las nuevas versiones del virus. No todos los mexicanos, no hay ni que decirlo, pueden volar a los Estados Unidos para vacunarse. Ciertamente yo no puedo en estos momentos de mi vida ni tampoco la mayoría de los mexicanos, pero a Salud y a López Obrador les parece suficiente con comprarle a Cuba vacunas. ¿Y el sistema de Salud danés que promete cada año el señor presidente comienza, es un decir, con vacunas que no inmunizan del todo a la población? Empezamos mal. Vayan preparando los hospitales, contraten más personal médico y de enfermería (no sé cómo porque ni les pagan), apresten las camas, los terribles tubos para entubar y que los dioses nos protejan. Los mayores de sesenta años vuelven a ser el blanco de las modalidades del virus aunque nos hayan vacunado hace meses y tengamos como yo, tres vacunas Astra Zeneca.
La corcholata más feliz y más movida, la doctora Claudia Sheimbaum, se da el lujo, mientras tanto, de organizar un concierto en el Ángel de la Independencia, el próximo sábado 31, con los Ángeles Azules, de cumbia sonidera. Habrá pantallas en distintos lugares. Abrirá el grupo de cumbia Elidian, habrá drones anunciando el año nuevo y la noche será fría pero hermosa y movida al son de la música. ¿Y la sexta ola de Covid y las vacunas bivalentes? ¿Qué importan cuando suena la cumbia?
Circo sin pan, mientras se confirma el plagio de la ministra favorita de Andrés Manuel López Obrador, la que está dispuesta a seguir los dictados de quien hace unos días fue nombrado tirano del año en el Index on Censorship junto con Daniel Ortega, Kom Jong, su cuate Vladimir Putin y Xi Jinping, entre otros.
Mejor leamos. Propongo ahora algunas lecturas que me gustaron mucho para olvidarnos del Covid y las variantes de Ómicron y que nuestro gobierno le compra vacunas a Cuba que no nos protegerán, hagamos caso omiso de los problemas económicos, la inflación, el desabasto de medicinas en nuestra Nueva Dinamarca, creamos que el INE es, de verdad, intocable, que no hay crímenes constantes del narco y que no existen ya los feminicidios. Cantemos la vida es bella, al ritmo de lo quieran.
Hay dos libros prototipo que abrieron la puerta para los que mencionaré líneas adelante. El primero es Nos acompañan los muertos (2009) de Rafael Pérez Gay, que da cuenta de la vida reducida de los padres seniles del escritor y Adiós a los padres (2014) de Héctor Aguilar Camín, dolorida pero hermosa narración autobiográfica.
Este 2022 la narradora Mónica Lavín publicó Últimos días de mis padres (Planeta) en que pormenoriza la historia inevitable de la enfermedad y la muerte de cada uno de sus progenitores. Primero el padre, guapo, fuerte, escritor de closet, hijo a su vez de españoles que llegaron a México a principios del siglo XX y tuvieron cafetales en Chiapas; y luego la madre, bella, luchadora, exiliada española junto con su familia, que trabajó junto a su marido hombro con hombro y formaron una familia de tres hijos felices. Escribe Mónica Lavín antes de iniciar la historia:
“Antes de que la sombrilla del tiempo cubra los detalles, antes de que su voz se borre por completo, antes de que yo misma sea polvo vuelvo a los últimos días de mis padre. Cuando yo aún podía ser la hija de alguien y consultar su memoria, cundo me podían narrar el tiempo del que no fui testigo”.
Últimos días de mis padres es justamente una incitación a la memoria de lo que no se vivió pero que forma parte lo que se es, de lo que Mónica Lavín lleva a comparecer como parte de su propia historia. Es el deseo de que la muerte no se cumpla y la necesidad de ahijar a los padres en sus últimos días. Se trata de un gran libro que lectores jóvenes y lejanamente jóvenes deben de leer.
Otro libro novelado, es la segunda novela autobiográfica de la poeta Myriam Moscona y se titula León de lidia (Tusquets:2022). Lidia era un región de Asia Menor occidental, que creció gracias a sus recursos naturales y al comercio que mantuvo en el Mediterráneo y también con Asia. Creó una gran importancia comercial y cultural entre los siglos VII y VI a. C. León de Lidia fue la primera moneda acuñada.
Myriam Moscona pone en movimiento la historia familiar, sobre todo la de su madre, que salió de Bulgaria en 1948 y llegó a vivir a México. Fue una mujer inteligente y desolada por los acontecimientos en los que se vieron envueltos los judíos y que, además, murió joven. Sobre esa orfandad que le tocó vivir, Moscona deambula en todos los relatos de su familia. Corren por la novela Bulgaria, la expulsión de los judeoespañoles y su maravillosa lengua que es el ladino, hebreo castellanizado de antes de 1492, la abuela desalmada que convierte en chisme los secretos familiares y la vida mexicana. León de Lidia es una libro que reta al lector porque elude lo lineal y los relatos surgen como lo hace la memoria, a retazos.
Les pido a mis lectores que lean a Mónica Lavín y a Myriam Moscona, que usen cubrebocas, que se cuiden del maldito virus y que tengan un próximo año feliz, en la medida de lo posible.
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