Tengo la certeza de que las encuestas dejaron de ser un instrumento útil para la democracia, convertidas al día de hoy en una herramienta de propaganda política que carece de ciencia, diseñadas para generar percepciones y/o confundir al electorado.
En términos de la novela que recientemente recomendó la esposa del Presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, La rebelión en la granja de George Orwell, cuando las ovejas gritaban porras de “cuatro patas sí, dos patas no” para callar cualquier cuestionamiento que se le hacía a Napoleón, así se comportan hoy en todos los partidos, pero principalmente en Morena, para defender a su candidata, “las encuestas dicen”, “la tuya esta cuchareada”, el fondo poco importa. Napoleón al final se convierte en el tirano cerdo que se revuelca en un pleito de borrachos con el tirano humano y que resultan difíciles de distinguir.
Por ello, creo que la oposición nunca debió haber mordido el anzuelo de la encuestitis, sino hacer un llamado y recordatorio a la importancia del voto libre, pero especialmente del voto secreto. La soberanía que ejerce cada votante en la intimidad de la casilla y que las casas encuestadoras, cada que realizan sus cuestionarios, vulneran ese derecho, el ciudadano que responde consciente o inocentemente, realmente esta renunciado a ejercer su derecho al voto secreto.
Afortunadamente, eso no significa que una importante cantidad de individuos se niegue rotundamente a contestar las preguntas de las encuestadoras, hay aquellos que simplemente les cuelgan, les dicen “ahorita no” e inclusive les mientan la madre. Un promedio difícil de saber, pero que rebasa el 35 % y que, a la hora de presentar resultados, las encuestadoras simplemente los desechan, ¿qué acaso no cuentan? ¿no votan? Todo lo contrario, este puede ser el sector más consciente de su derecho al voto secreto, primero que nada, siempre libre e idealmente razonado. El voto secreto es el escudo del voto libre y razonado.
Aunado a lo anterior, he hecho mis propios ejercicios de encuestar a conocidos y amigos, cada que puedo les pregunto si alguna encuestadora ha tocado a su puerta, de todos mis entrevistados ninguno me ha dicho que sí.
Es decir, por donde se les observe, las encuestas publicadas deberán ser sujetas a reglas, pero también al desprecio moral y desconfianza de la población, no les encuentro ningún beneficio para la democracia ni para elevar el nivel de la contienda, ni mucho menos para que la intelectualidad y lideres de opinión deban de invertir tiempo en hablar de ello.
Desde el Renacimiento Mexicano y gracias a este espacio informativo, hago un llamado para que no les contesten nada a las encuestadoras, mándenlos a la goma, no tienen por qué insistir en que vulneres tu soberanía como votante y tu derecho al voto secreto. Estoy seguro de que veremos muchas sorpresas tras el 2 de junio.
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