Mis estimadas pre-candidatas: les tengo una medio buena noticia y varias malas.
Va la medio buena. De acuerdo con una encuesta nacional, dos terceras parte de la población considera que un hombre y una mujer tienen la misma capacidad para ocupar la Presidencia de la República (CNDH, 2021). Me parece solo medio buena noticia por los datos que comentaré a continuación; la respuesta se antoja como políticamente correcta y nada más.
Ahora van las malas noticias.
La condición de las mujeres no se ha superado lo suficiente y, en algunos casos, ha empeorado. De los 11 derechos estudiados por la CNDH en 2021 para medir el Impacto de la Política Nacional en Materia de Igualdad entre Hombres y Mujeres, ninguno ha mejorado su posición. ¡Ninguno!
El espacio no me da para abordar los 11 derechos, así que me concretaré a tres, exponiendo entre paréntesis qué tanto ha aumentado la percepción NEGATIVA desde 2018.
Tres cuartas partes de la población estima que “poco/nada” se ha hecho por el derecho a una vida libre de violencia para las mujeres (+15 puntos), lo mismo que respecto del derecho a un entorno y movilidad seguros (+15 puntos). 72 por ciento de los encuestados opina que “poco/nada” se ha hecho por el derecho de las mujeres a un trabajo remunerado (+11 puntos).
Llamó mi atención que la opinión de los hombres es significativamente menos desfavorable que la de las mujeres. Como que los varones consideran que “las cosas están cambiando”; no lo creo y la violencia hacia las mujeres lo hace patente.
Quisiera que los psicólogos sociales, sociólogos y psiquiatras indagaran si al ver amenazado su patriarcado, los hombres están reaccionando con mayor virulencia. “En 2022,” afirma el Índice de Paz México 2023, “se denunciaron 968 casos de feminicidio, un aumento del 127 % con respecto a 2015”.
Algunos, como la fiscal General de la CDMX, Ernestina Godoy, afirman que los feminicidios disminuirán cuando baje la violencia general, pero me cuesta trabajo creer que la locura de un individuo esté vinculada con la violencia del crimen organizado. Es más, el Índice de Paz 2023 contradice la teoría de la fiscal, pues en los últimos ocho años, los delitos como robo y asalto se han mantenido en nivel, mientras que la violencia intrafamiliar y la sexual siguen a la alza, al punto de duplicarse con respecto a 2015. Influyen la violencia generalizada y la impunidad, sí; pero no es “a+b=c”. Hay algo más profundo.
El sistema patriarcal, entendido como una estructura de opresión hacia las mujeres que se replica en todos los ámbitos de la vida, goza de cabal salud. Pese a las recientes leyes que impiden el matrimonio a menores de 18 años y la penalización de la cohabitación forzada, México es uno de 10 los países con mayor número de uniones entre mujeres adolescentes. Con tales matrimonios tempranos, adiós a las oportunidades de superación.
Además de la educación y la igualdad económica para las mujeres, un ámbito que se antoja como rompehielos en materia de paridad es la participación en la vida pública y, por lo mismo, en la toma de decisiones. De hecho, hombres y mujeres consideran que los dos tienen igual capacidad para conducir un partido (65 por ciento) o impartir justicia (60 por ciento), pero la mitad cree que se hace “poco/nada” para promover la intervención de las mujeres en la administración pública.
Y no les falta razón. Aunque los partidos políticos cumplen la cuota de género de 50 por ciento en las postulaciones para los cargos de elección popular, los resultados no son concomitantes. A 2021, solo 22 por ciento de los alcaldes son mujeres.
Sin duda es un gran avance que ustedes sean las principales opciones a la Presidencia, máxime que la senadora hidalguense llegó a la final compitiendo internamente con otra mujer, Beatriz Paredes. La que venza en 2024, no la tendrá fácil ante una estructura de poder político y económico muy machista con la cual lidiar, empezando por los militares.
Dos deseos tengo para el futuro.
Primero, que cuando la presidenta tome una decisión difícil o simplemente se equivoque, sea juzgada por la opinión pública con los mismos elementos con los que se ha hecho con los anteriores mandatarios. Que no salgan con el clásico “tenía que ser mujer” o “son las hormonas”.
Segundo, que la próxima presidenta sí se tome en serio una política pública que promueva el respeto y la armonía entre mexicanas y mexicanos. Se lo debe a cada mujer muerta por feminicidio.
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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